Meditando sobre la muerte - o�- La conexi�n medusa



por Frank Thomas Smith

 



Medusa inmortal

 

Traducci�n del ingl�s: Mar�a Teresa Guti�rrez 


Hace poco le� que las medusas son, o quiz�s sean �los cient�ficos no est�n a�n seguros� inmortales.

 

Al parecer, envejecen pero, en lugar de morir �como nosotros� se vuelven j�venes nuevamente. Es cierto. F�jense aqu� en el New York Times. Bueno, yo no soy medusa, y espero nunca serlo. Ni tampoco me entusiasma demasiado su supuesta inmortalidad. Pero la noticia me llev� a meditar sobre la cuesti�n de la inmortalidad, o de su ausencia, en una especie m�s avanzada como la nuestra, y no por primera vez, debo admitirlo.

 

S�, ya s� que los fil�sofos y los te�logos y casi todos los dem�s han estado discutiendo sobre esto desde que el primer tipo se sent� bajo la higuera y se pregunt�: �qu� hago yo aqu�? �Ha habido numerosas respuestas, pero pocas que puedan satisfacer a muchas mentes en el siglo XXI.

 

Primero est� la fe � pero �fe en qu�? Las iglesias tradicionales parecen ser reliquias del pasado. Las religiones que las iglesias, las sinagogas o las mezquitas dicen representar, aunque aparentemente nacidas de la misma ra�z, se apasionan por contradecirse unas a otras y aseguran que la suya es la �nica verdad verdadera, insinuando, como una concesi�n, que tambi�n pueden existir verdades no del todo verdaderas. Y no voy a entrar aqu� en el tema de la corrupci�n y la degeneraci�n �que tienen sus excepciones, como siempre.

 

Soren Kierkegaard (1813 - 1855) ten�a una interesante filosof�a que aseguraba haber practicado. B�sicamente pensaba que dado que la vida est� tan llena de dolor, pena y sufrimiento, y no siendo budista sino fil�sofo dan�s, uno debe hacer algo decisivo al respecto. Ya que no podemos saber si Dios existe o no, debemos abocarnos a la cuesti�n de qu� hacer l�gicamente.

 

Para Kierkegaard, la cuesti�n era m�s espec�fica: �Es el cristianismo verdad o no? Si no existen ni Dios ni Cristo, y por ende no es verdad el cristianismo, no existe realmente raz�n para vivir y la soluci�n l�gica es el suicidio. �Por qu� seguir sufriendo? (Los expertos en Kierkegaard quiz�s objeten que SK nunca lleg� a decir eso. Personalmente no recuerdo si lo hizo o no, de modo que admito que lo que aqu� digo sobre �l y otros ha sido libremente extrapolado, interpretado y salpicado con mis propias ideas.) No obstante, si el cristianismo es verdad, entonces debemos vivirlo de manera total y no s�lo los domingos. La idea es que ya que la ausencia de fe lleva al suicidio y la fe por lo menos ofrece esperanza, la persona racional habr� de probarla. Es lo que hizo Kierkegaard y funcion�para �l, que es lo m�s importante.

 

Pero a pesar del hecho de que la fe le dio resultado a Kierkegaard y a muchos otros, incluso hoy en d�a,� tengo la impresi�n � sin el beneficio de encuestas o estad�sticas � de que la fe como�instrumento para medir los beneficios y desventajas de la vida est� cada vez m�s deslucida. As� que quisiera proponer un experimento sencillo que podr�a servir como punto de partida para la experiencia. Puede realizarse en cualquier lugar. Creo que la primera vez que a m� me sucedi� fue en Retiro, la concurrida estaci�n central de trenes de Buenos Aires. Fue durante la hora pico y yo me encontraba transitando por el pasaje para peatones entre la estaci�n principal y las l�neas del subterr�neo (el metro). El pasaje era un cuello de botella en el que la multitud sudorosa se comprim�a antes de ser lanzada sobre la plataforma del subte. De pronto tuve la fuerte sensaci�n de ser un individuo �nico en medio de una muchedumbre de seres de la misma especie.

 

No hac�a mucho tiempo que estaba en la Argentina y eso podr�a en parte explicar por qu� me sent� separado de los dem�s, que ten�an biograf�as muy diferentes a la m�a, e incluso hablaban� un idioma diferente, que yo todav�a estaba intentando aprender. Me sent� como un robot color piel que arrastraba lentamente un pie detr�s del otro junto con la multitud. ��Qu� estoy haciendo yo aqu�?� me pregunt�.� En Argentina, quise decir�al principio. Pero luego la pregunta se extendi� a ��Qu� estoy haciendo yo aqu� en la tierra en este cuerpo?� Detuve la marcha hasta que me choc� la persona que ven�a detr�s. Era una mujer y se disculp�. Yo reanud� la marcha arrastrando los pies pero el hechizo se hab�a roto y la pregunta qued� sin respuesta.

 

Esta experiencia se repiti� a lo largo de los a�os, en diferentes pa�ses, en diferentes continentes � incluso me volvi� a pasar hoy, muchos a�os despu�s,� en un ambiente totalmente diferente. Estaba caminando por un sendero de monta�a cerca de casa, completamente solo, as� que no hab�a nadie que me chocara de atr�s y rompiera el hechizo, cuando de pronto me detuve. Nuevamente tuve la sensaci�n, muy fuerte esta vez, de ser como un piloto o un chofer conduciendo mi cuerpo � casi inconscientemente � por el sendero. Es decir, hasta tomar conciencia de �l, mi cuerpo estaba en autom�tico, yo caminaba pensando en cualquier cosa menos en los pasos que daba. Pero ahora s�, tom� la decisi�n de detener la marcha, presion� el bot�n neurol�gico de pausa, por as� decirlo.

 

Cuando Ren� Descartes lleg� a la conclusi�n: Je pense, donc je suis (Pienso, luego existo) cre�a que porque el pensar no lo enga�aba como los sentidos, pod�a estar seguro de que era real, y si el pensar es real, alguien que es, que existe, debe estar realizando ese pensar: donc je suis. Eso est� bien, me gusta, pero quisiera ir un paso m�s all�: yo soy, s�, pero �por cu�nto tiempo? Hasta que muera, es la �nica respuesta que �Je pense, donc je suis� puede dar. As� que post mortem todo lo que Descartes puede decir (si Descartes a�n es) es: �Pensaba, luego era,� lo que significa que ya no es. Pero pens�ndolo bien, �l ya no tiene �rganos vocales, as� que tendr�amos que decir �� todo lo que Descartes puede pensar es�� Pero el acto mismo de pensar algo en tiempo pasado significa que a�n debe ser para poder hacerlo.

 

En realidad no hay ninguna raz�n para suponer que Ren� ya no es. Todo lo que podemos decir con certeza es que su cuerpo f�sico ya no es. Es cierto que esto incluye su cerebro, lo cual les proporciona un argumento �el argumento, en realidad �a� quienes piensan (sic) que el cerebro es lo que piensa dado que est� lleno de neuronas e impulsos el�ctricos y sinapsis y que cuando est� da�ado o simplemente gastado su conductor ya no puede pensar correctamente, si es que puede hacerlo. �Significa eso: No pienso, luego no existo?� �Implica eso que en los momentos en que no pienso �durante el sue�o o cuando estoy inconsciente debido a un golpe u otra causa �no soy? Evidentemente no es as�. Piense o no piense, yo soy.

 

Consider�ndolo desde otro punto de vista, podemos decir que el cerebro no piensa realmente, es simplemente el instrumento necesario para pensar, as� como un instrumento musical es necesario para la m�sica, o un avi�n es necesario para que el piloto lo vuele. Esto implica que algo m�s es lo que piensa, y ese algo s�lo puede ser Yo.

 

Volvamos a la sensaci�n descripta m�s arriba de ser el piloto de mi cuerpo. El cuerpo se deteriora y muere tarde o temprano. La mayor�a de los atletas profesionales est�n terminados mucho antes de llegar a los cuarenta a�os. Pasados los cuarenta es cuando la mayor�a de los que tenemos vista normal empezamos a necesitar anteojos �se�al inequ�voca de la inevitable declinaci�n del cuerpo que culminar� con su muerte. �Acaso �Yo soy� tambi�n se termina, desintegr�ndose con mi ex-cuerpo, mi buque insignia, ahora sepultado o incinerado? De ninguna manera �por dos buenos motivos:

 

1.�� A partir de cierta edad uno ha acumulado un buen n�mero de amigos y familiares fallecidos, por no mencionar a los enemigos. Esas personas contin�an existiendo en mi memoria. Con muy poco esfuerzo mental, puedo recordarlos a voluntad �a veces sin ning�n esfuerzo. La continuidad de mi relaci�n con ellos me indica que ellos todav�a �son�.


2.�� Mientras mi cuerpo se debilita con la edad, mi persona, ese mismo �Yo� de siempre, nunca ha estado m�s fuerte. Con vehemencia insiste en que �es� y �ser� cuando se haya deshecho de este estorbo mortal.


3.��� He cometido muchas tonter�as en mi vida, pero ni loco voy a sumarles una m�s negando mi propia experiencia de inmortalidad. Esa es mi prueba: la experiencia.

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������ Ah, dir� usted, pero la prueba verdadera requiere que el experimento pueda ser repetido por otros. Pero esta experiencia puede ser repetida por otros, de hecho, efectivamente lo ha sido, y con frecuencia. Se trata de una cuesti�n de interpretaci�n y aceptaci�n o rechazo. En realidad, todos sabemos de nuestra propia inmortalidad, pero tal conocimiento se encuentra enterrado profundamente en nuestro inconsciente. Al buscar en lo profundo, ese conocimiento queda expuesto ante nuestra mente y nuestros corazones, mucho m�s a�n si �stos son la misma cosa. Una vez que se ha dado este primer paso �el tomar conciencia de la inmortalidad� se pueden abordar los dem�s aspectos de la existencia: la reencarnaci�n, el bien y el mal, Dios, Buda, Cristo, Mahoma, etc. Despu�s de todo, todo viaje comienza con un primer paso� a menos que usted prefiera ser una medusa.


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