Educar la voluntad

en el desarrollo del ni�o

 

Por Michael Howard

Traducido por Mar�a Teresa Guti�rrez

Editorial Antropos�fica � Buenos Aires

 

Uno de los postulados de la pedagog�a Waldorf es la necesidad de desarrollar arm�nicamente el pensar, el sentir y la voluntad. En nuestra cultura actual, no hay dudas acerca del desarrollo� del pensar, y existen muchas ideas sobre el desarrollo del sentir. La voluntad, en cambio, permanece mayormente ignorada. En el pr�logo a este libro, Michael Howard alude a esta falencia y a la necesidad de enmendarla:

�Cu�nto m�s investigaba la naturaleza de la voluntad, m�s me daba cuenta de que hab�a incursionado en aguas desconocidas. Empec� a ver que el conocimiento predominante de la voluntad es m�s bien simplista y superficial. Y la tarea de desarrollar la voluntad en los ni�os que nos son confiados parece recibir s�lo una m�nima atenci�n. Como padres y maestros no podemos dedicarnos exclusivamente al desarrollo del cuerpo y de la mente, dejando a la voluntad y al sentir librados al azar. Los seres humanos no pueden estar sanos a menos que est�n completos. Y no pueden estar completos a menos que se atienda a todo el espectro de su potencial humano. Para que nuestros ni�os est�n completos debemos poder ayudarlos a desarrollar su voluntad y su sentir con tanto conocimiento y prop�sito como los que ya aplicamos para el desarrollo de su intelecto�.

De manera clara y contundente, Howard nos ayuda a comprender la naturaleza de la voluntad, sus distintos tipos y la forma en que hacemos uso de ellos en las distintas actividades pedag�gicas. Y nos llama la atenci�n sobre la necesidad imperiosa de desarrollar la �voluntad sensible�.

�El potencial de nuestra naturaleza sensible para mediar entre nuestro pensamiento y nuestra voluntad, armoniz�ndolos,� me llev�, mientras escrib�a, a ver la importancia de desarrollar lo que llamo �voluntad sensible�. Aunque conservo el t�tulo de �Educar la voluntad�, es la educaci�n de la �voluntad sensible� �el desarrollo de la coordinaci�n entre cabeza, coraz�n y manos, en contraste con la mera coordinaci�n de cabeza y manos �lo que veo como pr�xima frontera de la educaci�n y la cultura. Percibo una necesidad urgente de que los educadores se ocupen m�s activamente del desarrollo de la voluntad sensible.�

Michael Howard ve a esa voluntad sensible como la combinaci�n armoniosa de la voluntad y el sentir y destaca su inmensa importancia, que va mucho m�s all� del mero desarrollo art�stico: es el elemento imprescindible para equilibrar el desarrollo unilateral al que hemos llegado hoy:

��hemos dedicado los �ltimos quinientos a�os a desarrollar al cient�fico en cada ser humano. Tenemos mucho que agradecer por todo lo que hemos obtenido a trav�s de nuestras capacidades cient�ficas. Pero si nuestra visi�n es clara, veremos evidencias� de efectos colaterales indeseados en todos los campos, que pueden ser atribuidos al desarrollo unilateral de nuestro intelecto abstracto y nuestra disposici�n para los m�todos mecanicistas. Otra parte de nuestra humanidad permanece mayormente subvaluada y subdesarrollada. En todo ser humano hay un artista que es el complemento saludable del cient�fico. Cuando est� desarrollado, el artista que hay en nosotros tiene capacidades que sirven a otros aspectos esenciales de la vida y de la sociedad humana. Al igual que �caro en la antig�edad, hoy corremos el riesgo de sufrir una ca�da mortal si continuamos elev�ndonos a alturas cada vez mayores exclusivamente a trav�s de las capacidades que hoy tenemos sin prestar atenci�n a los s�ntomas de nuestra unilateralidad, que nos indican que tenemos otra parte que debe ser desarrollada.�

Su exposici�n no es meramente te�rica. Tomando de su rica y amplia experiencia como artista y maestro de escultura y modelado, nos ofrece un panorama de actividades pr�cticas para el ejercicio y desarrollo de la voluntad desde el jard�n de infantes hasta el d�cimo grado. Y nos regala un ap�ndice sobre el afilado de instrumentos para el tallado de madera.

Desde el pr�logo hasta la �ltima p�gina, este libro de Michael Howard es una verdadera joya, y un valioso auxiliar para los maestros, pero tambi�n para todos aquellos que sientan inter�s en ampliar su visi�n sobre el tema y sobre la naturaleza del hombre.

Mar�a Teresa Guti�rrez


 


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