El libro

 


Estimado Sr. Editor:

Conoc� al Dr. Hableben durante unas vacaciones de trabajo en el valle de Traslasierra, que significa, �literalmente, m�s all� de las monta�as. La cadena en cuesti�n est� pr�xima a los Andes, hacia el este, y queda a unos novecientos kil�metros al oeste de Buenos Aires. Suficiente en cuanto a geograf�a. Lo menciono para indicar que el encuentro tuvo lugar en un punto relativamente remoto del planeta.

Viaj� a Traslasierra por invitaci�n de un grupo de familias que hab�an huido del caos urbano de Buenos Aires y quer�an iniciar una escuela alternativa para sus hijos. Cre�an que yo, como suerte de experto en educaci�n alternativa y coordinador de un seminario de formaci�n docente en Buenos Aires, pod�a ofrecerles algo del conocimiento y del� impulso que necesitaban.

Durante el curso que dict� y en diversos encuentros con los aspirantes a fundadores de la escuela, me enter� de que la sugerencia de fundar una escuela del tipo de la nuestra proven�a de �el doctor�, y que �l estaba ansioso de conocerme.� De hecho, cuando termin� con el grupo, me invit�, por escrito, a almorzar con �l en su casa. Su carta era formal, escrita a mano con trazo tembloroso, y en alem�n.� No s� c�mo supo que yo hablo alem�n y nunca se lo pregunt�.

Viv�a con su ama de llaves, Mireya, una atractiva joven de evidente ascendencia ind�gena, en una modesta casa de adobe� situada a m�s de mil quinientos metros de altura. Nos llev�, al chofer indio y a m�, tres horas para llegar en una pickup cuatro por cuatro bien alta para permitirnos sortear los tres arroyos que tuvimos que cruzar. �El Dr. Hableben era alto, delgado y vigoroso, y muy viejo. Sus penetrantes ojos azules, bien separados en el rostro, lagrimeaban por la edad. Comimos un almuerzo vegetariano bajo una cubierta de parras cargadas de fruta, y lo bajamos con agua cristalina del arroyo que corr�a a pocos metros de nosotros. Mireya prepar� el almuerzo y comi� con nosotros. Se sent� junto a �l, observando cada uno de sus movimientos y escuchando atentamente lo que dec�a, aunque hablaba en alem�n. De vez en cuando, �l le acariciaba la mano distra�damente y la miraba de una manera que s�lo puedo describir como amorosa.

Yo esperaba� que �l iba a querer saber c�mo hab�a resultado mi curso y qu� pensaba yo sobre la posibilidad de fundar una escuela en Traslasierra, pero jam�s mencion� el tema. Habl�, en cambio, sobre el libro en que hab�a estado trabajando durante a�os y que hab�a terminado hac�a poco. Hab�a tratado de interesar a algunas editoriales de Alemania, pero las pocas que le respondieron lo hicieron por medio de cartas est�ndar ��esquelas de rechazo, de las que yo tambi�n hab�a tenido amplia experiencia. �Quer�a que yo tradujera el libro al ingl�s, mi lengua nativa, y que lo hiciera publicar en los EEUU donde, pensaba �l, la gente est� m�s abierta a cosas de ese tipo. Naturalmente, sent� curiosidad sobre qu� quer�a decir con �cosas de ese tipo�.

Yo sab�a que encontrar una editorial para un autor desconocido puede no ser lo m�s dif�cil del mundo, pero se le aproxima bastante. �Y se lo dije. �l sonri� y me dijo que no importaba, que hab�a que hacer el intento, eso es lo que importa. Le pidi� a Mireya, en espa�ol, que trajera el manuscrito. Ella entr� a la casa y regres� cargando una enorme pila de papeles, que deposit� sobre la mesa despu�s de sacudir las hormigas y algunas hojas de parra. Coloc� una piedra sobre la pila para que no se volara y volvi� a sentarse en su lugar. Con un gesto de la mano, el Dr. Hableben me invit� a ojear el manuscrito.

Las primeras hojas amarillentas estaban escritas en letra peque�a pero firme en la antigua caligraf�a g�tica, que se conserv� en Alemania hasta despu�s de la Segunda Guerra Mundial. Yo me hab�a familiarizado con esa rareza alguna vez, as� que pude leerla, aunque con cierta dificultad. Descifr� las primeras p�ginas, lo que me bast� para ver que el autor pose�a conocimientos y los expresaba en un estilo filos�fico reminiscente del siglo diecinueve. Oje� el resto y not� que, �hacia el final, el trazo se volv�a d�bil y vacilante.

�Ning�n editor hoy en d�a aceptar� leer un texto escrito a mano �dije, tratando de escabullirme de la situaci�n�. Habr�a que escribirlo a m�quina.

�Por supuesto �dijo el doctor�, pero cuando usted lo traduzca, lo va a escribir a m�quina de todos modos. Supongo que tiene un procesador de texto, �no?

�Bueno, s�, una computadora, pero tengo muy poco tiempo.

�El tiempo no es importante.

��Para m� s� lo es.

�T�mese el tiempo que necesite.

Sopes� el� manuscrito: �Tomar�a a�os.

�T�melos entonces.

��De qu� se trata? �dije suspirando �. En s�ntesis.

�Pues, de la vida, por supuesto.

���Su vida?

�Mi vida OVNI, para ser m�s espec�fico.

Mi primera reacci�n fue de sorpresa, luego de escepticismo, y se debe haber notado.

�Yo tambi�n era esc�ptico sobre los denominados Objetos Voladores No Identificados �dijo el Dr. Hableben �, porque, como cient�fico, sab�a que, en primer lugar, no existe vida humana en ninguna otra parte de nuestro sistema solar y, en segundo lugar, no es posible superar la barrera de la velocidad de la luz para llegar m�s all� de nuestro sistema �hasta que le� el tratado del Profesor Jung sobre el tema. ��Se interrumpi�, se ech� una uva tinta a la boca y bes� la mano de Mireya, que, a juzgar por su expresi�n, debe haber sido m�s dulce que la uva.

�Contin�e, por favor �le dije. A�os atr�s hab�a le�do el peque�o libro de Carl Jung sobre platos voladores, pero s�lo ten�a un vago recuerdo de lo que dec�a.

�Jung opina que los OVNIs deben existir, dado que los ha visto tanta gente a lo largo de los siglos. Lo que duda es que existan f�sicamente.

��Entonces son imaginarios?

�De ninguna manera. Lo que Jung quer�a decir es que existen ps�quicamente. Y los fen�menos ps�quicos eran, para �l, muy reales, igual que para m� �se inclin� hacia m� y puso su mano frente a mis ojos�. Esta mano es f�sicamente real, �no?

�En mi opini�n, s�, lo es, aunque algunos fil�sofos podr�an no estar de acuerdo.

�Y tambi�n existe ps�quicamente �continu�, pasando por alto a los fil�sofos�. En alg�n lugar, el equivalente ps�quico de mi mano existe como idea, pero las ideas tambi�n son reales. Si eso es as�, y le aseguro que lo es, entonces los fen�menos ps�quicos pueden tener su equivalente f�sico en otro lugar del cosmos. �Me sigue?

��S�, creo que s�.

�Mi hip�tesis era que podr�a ser posible entrenar a la psiquis, o a la mente si usted prefiere, de tal� modo que pudi�ramos encontrar y constatar la existencia de los equivalentes f�sicos de los OVNIs.

Me tom� unos instantes para digerir esto y luego pregunt�:� ��Quiere usted decir, Herr Doktor, que alguna inteligencia extraterrestre ha estado proyectando ps�quicamente lo que nosotros denominamos OVNIs, y que esos objetos realmente existen, es decir f�sicamente, en alg�n otro lugar?

�Exacto. As� que decid� dedicarme a buscar ese �alg�n otro lugar�. El libro es un informe fiel de mis experimentos �exitosos, podr�a agregar� y de sus resultados.

S� que suena loco, pero el doctor no daba la impresi�n de estar loco.

���Me podr�a decir algo sobre esos resultados? �le pregunt�.

�S�, pero primero el m�todo. Pas� a�os perfeccionando una t�cnica de concentraci�n y meditaci�n que finalmente me permiti� abandonar mi cuerpo a la noche, durante el sue�o, y trasladarme al planeta cuyos habitantes nos han estado enviando sus im�genes ps�quicas desde hace siglos.

��No ser�a obvio objetar que usted estaba so�ando? �le pregunt�, casi como disculp�ndome.

�Un tipo especial de sue�o consciente �dijo, como si eso lo explicara todo�. Por supuesto, no lo hice yo solo. Llegu� hasta el mundo de las ideas espirituales, lugar en el que pocos Terr�colas han estado, y transmit� mi pedido de continuar hasta ese planeta. Pues no ten�a la m�s� m�nima idea de d�nde se encontraba en el universo f�sico.

��A qui�n le transmiti� su pedido?

�A un consejo de seres espirituales. Ellos decidieron a mi favor y� designaron a uno de su grupo para que me guiara. Para que lo sepa �pues no est� en el libro�, se trataba de un �ngel, quiz�s de mi propio �ngel, no me lo quiso decir.

��Wow!

El doctor se rio: �As� es, �wow! El �ngel me tom� de la mano, por as� decirlo, y llegamos en un santiam�n.

��C�mo se llamaba?, el planeta, quiero decir.

�Me llev� algo de tiempo aprender el idioma, aunque no era muy diferente de algunos de los nuestros. La mejor traducci�n que puedo dar es�Tierra.�

Esta vez sonre�mos los dos.

��Y qu� tipo de gente �quiero decir de seres� lo habitaban?

�Acert� con el primer t�rmino, gente, como nosotros. Los �nicos seres inteligentes del universo son los seres humanos.

M�s adelante descubr�, al estudiar el Libro, que esto era s�lo una suposici�n suya. Despu�s de todo, no hab�a investigado la totalidad del universo.

�El comienzo fue dif�cil, en primer lugar, porque yo estaba all� s�lo ps�quicamente y, por ende, era invisible para los habitantes. Pero, adem�s, no hab�a tomado los recaudos para el cuidado de mi cuerpo en la Tierra �es decir, nuestra Tierra�, as� que ten�a que regresar antes de morir de hambre o de deshidratarme.

�Pero antes de regresar, �qu� pudo observar?

�Poco, ten�a tan poco tiempo y tantas impresiones apabullantes. Como habr� imaginado, est�n muy avanzados tecnol�gicamente. Y sus naves ciertamente son lo que nosotros llamamos OVNIs, de muchas formas y tama�os. Yo era como un aborigen s�bitamente transportado a una metr�polis, y no entend�a ni la mitad de las cosas que ve�a. Sin embargo, tuve la impresi�n de que estaban profundamente perturbados. Pero eso fue todo, me tuve que ir.

��Y c�mo lo hizo? �Estaba el �ngel todav�a con usted?

�No, me hab�a depositado all�, deseado buena suerte y se hab�a ido.

��Y entonces, c�mo?

�Usted debe entender que la dificultad no est� en regresar, sino en llegar all� y quedarse. Todo el tiempo hay que ejercer una enorme fuerza de voluntad. Ni bien se afloja, uno es transportado instant�neamente de vuelta a su cuerpo. Este control de la voluntad es algo que uno desarrolla por medio de la meditaci�n �una poderosa mezcla de voluntad y pensamiento, o, mejor dicho, pensamiento elevado al nivel de voluntad pura. As� que todo lo que tuve que hacer es relajar mi voluntad,� y me encontr� de nuevo en la cama.

��Aqu� en Traslasierra?

�S�, claro. Esas cosas s�lo son posibles en lugares de gran paz. Ten�a un hambre y una sed terribles, puesto que hab�a estado ausente tres d�as. No lo voy a aburrir con detalles ahora, est� todo en el libro, de todos modos. Con cierto esfuerzo, encontr� a alguien con experiencia m�dica, confiable� y dispuesto a quedarse aqu� con mi cuerpo para controlar el suero y la alimentaci�n por v�a intravenosa.

��Y se volvi� a ir?

�S�, fue m�s f�cil la segunda vez, y no tan traum�tico.

��Descubri� por qu� la gente all� est� perturbada?

�S�. Est�n tan computarizados y c�modos que han olvidado el significado de la vida. Est�n espiritualmente vac�os.

��No tienen religi�n?

�Abundan las religiones. Pero solo los fan�ticos y los tontos creen en ellas.

��Y que hay de los que nos env�an los OVNIs?

�Desde luego, me preguntaba sobre ellos y decid� buscarlos. Los encontr� despu�s de muchos intentos fallidos y de sortear innumerables obst�culos. Est� todo en el libro.

�S�, claro, pero �qui�nes son?

�Son un grupo de individuos que han conservado una larga tradici�n de conocimiento esot�rico. Pero que deben mantener en secreto sus actividades porque se ha instaurado una suerte de estado autocr�tico para controlar la anarqu�a total que reinaba hace aproximadamente un milenio. Forman una suerte de hermandad oculta �en la que predominan las mujeres �dijo, mirando con intenci�n a Mireya, que le sonri� como si entendiera lo que estaba diciendo en alem�n, algo que me parec�a poco probable�. Descubrieron hace mucho tiempo una t�cnica de meditaci�n, esencialmente la misma que yo utilic�, y nos encontraron a nosotros, otra raza humana, de la misma manera en que yo los encontr� a ellos. Son ellos y sus antecesores los que, todo este tiempo, nos han estado enviando se�ales en forma de Objetos Voladores No Identificados.

��Entonces, los OVNIs son realmente naves espaciales? �pregunt�.

�En la Otra Tierra, s� �me respondi� con paciencia�. Aqu� son manifestaciones de luz �circulares, alargadas, planas, esf�ricas� transmitidas ps�quicamente por un complejo proceso de heliograf�a proyectiva. Todo lo dem�s �hombrecillos verdes, abducciones� es producto de la imaginaci�n o absoluta mentira.

��Pero qu� est�n tratando de decirnos con estas se�ales?

�Que no estamos solos. Tratan de impulsarnos a intentar hacer contacto. Y, hecho el contacto, quieren advertirnos que no caigamos en el mismo error que su civilizaci�n.

��Demasiada tecnolog�a?

�La tecnolog�a es inevitable, pero no se debe desatender al esp�ritu humano a causa de ella.

��Pero por qu� no son m�s claros? Es decir, �por qu� simplemente no se presentan y dicen claramente lo que quieren decir en vez de enviar se�ales que nadie entiende?

�Est� todo en el libro.

�S�, pero�

�La luz es el �nico elemento sensible en el que pueden manifestarse a tales distancias; se encuentra entre lo f�sico y lo espiritual. Y, hacia el extremo espiritual de su espectro, la luz puede exceder, y en efecto excede, la velocidad de la luz m�s f�sica, menos elevada. De otra manera, s�lo es posible comunicarse en estado espiritual y, para ello�bueno, se necesitan dos para bailar el tango �las �ltimas palabras las dijo en ingl�s (it takes two to tango) y pareci� muy complacido con su �chiste�.

��Quiere decir que s�lo se pueden comunicar con alguien que domine la t�cnica de la meditaci�n?

�As� es.

��Y usted es el �nico�eh�terr�cola con el que pueden comunicarse?

�En forma directa, s�, que yo sepa. Indirectamente se est�n comunicando con todos nosotros a trav�s de las se�ales.

�Herr Doktor �comenc� a decir lo m�s respetuosamente posible�, disculpe que le pregunte, pero �tiene alguna prueba de todo esto? �Estaba preparando el terreno para decirle lo que pensaba, que incluso si yo le creyera (y no estaba seguro de hacerlo), se deber�a m�s que nada a la fuerza persuasiva de su presencia. Alguien que leyera su prosa g�tica se sentir�a mucho menos inclinado a otorgarle el beneficio de la duda.� Pero la respuesta que solt� en el acto, sin titubear, me sorprendi�.

�S�, tengo.

Me qued� esperando, para no aparecer como un fiscal o, peor a�n, como un editor.

El doctor Hableben se volvi� hacia su compa�era y le tom� la mano.

�Mireya �dijo, mirando a la muchacha con una sonrisa� es de esa Otra Tierra.

�Pero�pero �c�mo�? �balbuce�.

�Espere, le voy a explicar. Est� todo en el libro con mucho detalle, pero voy a tratar de explicarlo en s�ntesis. Ella era miembro del grupo que enviaba las se�ales y nos comunicamos en el plano espiritual. Ella era mi contacto con su grupo. Podr�amos no haber tenido ninguna historia k�rmica, dado que proced�amos de distintos mundos. No obstante nos�bueno, s�, nos enamoramos, es la �nica expresi�n que usted entender�.

�Pero �c�mo es que ella�? �me interrump�, avergonzado, y le dirig� la pregunta a Mireya�: �C�mo es que usted lleg� aqu�?

�Me encarn� en un cuerpo sin yo.

��Un cuerpo qu�?

�S� �continu� ella en espa�ol, lo que concordaba m�s con su apariencia f�sica�. No es frecuente, pero algunos cuerpos nacen sin un Yo. Muchos de ellos mueren, pero no todos. Y es que, debido a la explosi�n demogr�fica, ya no alcanzan los yoes, o egos, si prefiere el t�rmino griego.

Me qued� literalmente sin palabras, aunque no sin yo.

�Fue en el momento del nacimiento, aqu� en Traslasierra �continu� el doctor�. Todo hab�a sido arreglado de antemano. Ella naci� de una joven soltera de quien me hice amigo y a quien ayud� �yo sab�a que el beb� ser�a Mireya, por supuesto, y me hice cargo de su educaci�n y crianza.

Mireya se ri� y dijo: ��As� que, como ve, en realidad soy bastante m�s vieja de lo que parezco. Ten�a casi cincuenta a�os en la Otra Tierra, agr�guele treinta aqu� y�

�Ochenta �dije como un tonto.

�S� �dijo el doctor Hableben �. Y yo voy a cumplir cien este a�o,� lo que significa que no voy a andar por aqu� mucho m�s tiempo. As� que Mireya�

�Disculpe, Herr Doktor, una pregunta.

�No �dijo �l, ley�ndome el pensamiento �, ya no voy m�s a la Otra Tierra. Mis poderes de concentraci�n y de voluntad se han deteriorado con la vejez. En realidad, ahora� tengo que terminar esta conversaci�n para descansar. Por favor, disc�lpeme.

�Por supuesto, Herr Doktor.

�Quiz�s sea un descanso final. De todas maneras, no tiene ning�n prop�sito continuar. �Se har� cargo del manuscrito y lo traducir� al ingl�s?

��Puedo preguntar�?

��Por qu� usted?

�S�, �por qu� yo?

�Como le dije, Mireya y yo no ten�amos ning�n karma en com�n; la nuestra es la primera relaci�n k�rmica entre humanos de dos mundos. Pero usted y yo, mi joven amigo, tenemos una compleja historia k�rmica que se extiende hacia atr�s muchas vidas. Usted estaba destinado a estar hoy aqu� y recibir la oportunidad de hacer lo que le he pedido. Pero, por supuesto, tiene libertad para decidir.

Esa explicaci�n, su modo absolutamente sincero, y lo que dijo sobre su descanso final, eran convincentes. No obstante, me tom� un momento para estar seguro de que la decisi�n era mi propia decisi�n. Me alej� de la mesa algunos metros y contempl� el valle de Traslasierra, que se extend�a abajo, un lugar todav�a id�lico de nuestro mundo en deterioro, no de la Otra, sino de nuestra propia Tierra. Luego regres� a la mesa y, parado ante �l, le dije que har�a lo que me hab�a solicitado.

�Gracias. Ahora debo retirarme �se puso de pie con dificultad y me tom� la mano�. Por favor, mant�ngase en contacto con Mireya �camin� hasta la puerta de la casa, donde tuvo que agacharse para entrar. Mireya llam� al chofer; puso el manuscrito en una bolsa de compras resistente y me lo entreg�. Nos dimos un beso en la mejilla derecha, como es la costumbre, y ella entr� a la casa tras el Doctor Hableben.

* * *

Le env�o adjuntos los tres primeros cap�tulos del libro del Dr. Hableben. Calculo que completar la traducci�n me habr� de llevar un a�o m�s. Hay m�s de mil p�ginas de manuscrito en letra peque�a. Le agradecer� que me haga saber si tiene inter�s en esta obra, que bien puede ser la m�s importante despu�s de la Biblia.

Atentamente,

Frank Thomas Smith

P.D.: Estoy haciendo lo posible para simplificar el estilo del autor sin afectar el contenido. Su heredera legal (Mireya Galvez) est� de acuerdo.


Traducido del ingl�s por Mar�a Teresa Guti�rrez

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