La Historia de una Escuela Waldorf



Alumnos del tercer grado constuyendo el primer aula - 1998 [*]

En el año 1996 llegó a mi oficina de Buenos Aires una señora de Traslasierra (Provincia de Córdoba) en representación de un grupo de familias de ese lugar interesadas en fundar una escuela “alternativa”. Una amiga le había dado mi nombre ya que, en ese entonces, yo era uno de los fundadores, coordinadores y profesores del Seminario Pedagógico Waldorf de Buenos Aires.

La señora quería saber cómo podrían hacer para aprender la pedagogía Waldorf. Le expliqué que tendrían que enviar a uno o dos maestros para cursar los dos años del Seminario en Buenos Aires. Ella me dijo que eso les resultaría imposible. Yo conocía un poco la zona de Traslasierra ya que había ido allí de vacaciones con mi familia, pero nunca me había encontrado con ninguna de personas interesadas en la pedagogía Waldorf. En esta ocasión, combinamos con la visitante que yo iría a Traslasierra para hablar con los padres interesados. Ese mismo verano viajé con mi esposa y mi hijo, y nos reunimos con el grupo en la Estancia Holandesa de Las Tapias. Alrededor de 30 personas asistieron a la reunión y se mostraron muy interesadas en la posibilidad de iniciar una escuela Waldorf.

Una de sus primeras preguntas fue: “¿Cuánto sería la cuota mensual?” En esa época las escuelas Waldorf de Buenos Aires cobraban alrededor de 300 pesos-dólares (la era de la convertibilidad), pero, pensé, Traslasierra no es Buenos Aires y las cosas me parecían más baratas aquí, así que dije, “más o menos 100 pesos”. La expresión de los rostros me indicó que habría problemas de financiación; no me equivoqué.

Más adelante viajó a la zona una experimentada maestra Waldorf de Buenos Aires, que les dio más información sobre la pedagogía. Mientras tanto, yo me mantuve en permanente contacto por carta y por teléfono, desde Buenos Aires, con miembros del grupo. El primer problema que se presentó fue dónde funcionaría la escuela. Esto se resolvió en 1997, cuando una familia [4] decidió donar su casa y el predio donde aún se encuentra la escuela. Ese mismo año comenzó a funcionar en esa casa un jardín de infantes.

El 22 de enero de 1998 tuvo lugar la asamblea constitutiva de la Asociación Comunidad Educativa El Trigal. Anteriormente yo había preparado y presentado el borrador de un estatuto pero, durante la asamblea, advertí que la palabra “Waldorf” había sido eliminada del mismo. En oposición, se esgrimió el argumento de que, dejando abierta la orientación de la escuela, sería posible incorporar otros métodos (por ejemplo, los de Krishnamurti y/o Sai Baba). Insistí en que se debía identificar a la escuela como Waldorf en el estatuto para poder formar parte del movimiento Waldorf internacional, tener contacto con otras escuelas Waldorf del país y del exterior para obtener apoyo pedagógico y, dicho sea de paso, también donaciones–que obviamente iban a ser necesarias. Finalmente se acordó lo siguiente:

 “El propósito de la presente reunión es la constitución de una entidad a través de la cual se pueda fomentar la educación e instrucción de la niñez y la juventud sobre la base de un conocimiento científico, espiritual e integral del ser humano, según los principios de las escuelas de orientación Waldorf; brindar a los niños un acercamiento a las artes y oficios y la posibilidad de expandir su espíritu, respetando su naturaleza individual; ofrecer a los adultos un ámbito para el encuentro, la expresión, la reflexión y el intercambio de experiencias e información, como así también la posibilidad de participar activamente en la educación de sus hijos; trabajar en favor de la preservación de la naturaleza y el respeto por toda forma de vida.”

Nos mudamos a Traslasierra en febrero de 1998 con la intención de que nuestro hijo asistiera al 3er grado (había terminado 2º en el Colegio Rudolf Steiner de Buenos Aires) –aunque no era seguro que hubiera un tercer grado ya que había muy pocos niños. En la misma época se mudó Gladys Miranda (graduada del Seminario Pedagógico Waldorf) con su familia, para asumir como primera maestra de la escuela.

En marzo de ese año dio comienzo la escuela primaria con un puñado de niños de primero y tercer grado, 11 en total, integrados en un plurigrado cuya aula era la cocina de la casa original. Separado de ella por una cortina, funcionaba el jardín de infantes, con otro puñado de niños, en la otra parte de la casa. Poco a poco llegaron más niños, y se fueron construyendo los otros edificios, con ayuda de donaciones y préstamos del exterior y el enorme esfuerzo y trabajo de las familias.

Con el correr del tiempo, un pequeño grupo de las familias fundadoras sintió que no estaba satisfecho con el camino que había tomado la escuela. Ante esto, y luego de sondear la opinión de las familias en reuniones de padres de todos los grados, el cuerpo docente sentó su posición a través de la siguiente nota enviada a los padres el 1º de octubre de 2001:

Queridos padres:

Como corolario a las reuniones con los padres de los distintos grados, el cuerpo docente siente la necesidad de dejar en claro los siguientes puntos:

1) Desde el inicio de la escuela hemos venido trabajando según los lineamientos de la pedagogía Waldorf. Esto significa la aceptación de una concepción sobre el desarrollo del niño y los objetivos de la educación, lo cual conlleva una selección y ordenamiento de contenidos y una metodología en función de dichas concepciones.

2) En base a la experiencia de estos años de trabajo con los niños, hemos reafirmado nuestra confianza en esta pedagogía, y es nuestra decisión continuar afianzándonos dentro de ese camino.

3) Esto no implica que estemos cerrados a sugerencias, aportes e ideas que puedan articularse de manera coherente con la línea pedagógica elegida. Por el contrario, la contribución y el interés de los padres son muy bienvenidos. Lo que queremos garantizar es que lo que se introduzca no sea en detrimento de la línea básica sino que sirva para enriquecerla.

4) Creemos que es necesario trabajar sobre la organización institucional de la escuela, definiendo los roles de los distintos cuerpos y mejorando la comunicación y la interacción entre ellos y con el resto de la comunidad educativa.”

Se puso, así, en claro que la Escuela El Trigal era y seguiría siendo una escuela Waldorf. Los pocos que no estuvieron de acuerdo con esta posición prefirieron retirarse de la escuela.

El crecimiento y el desarrollo de la Escuela fueron lentos pero seguros. En el año 2005 la escuela obtuvo la adscripción al sistema oficial de enseñanza de la Provincia de Córdoba, bajo la jurisdicción de la Dirección General de Institutos Privados de Enseñanza dependiente del Ministerio de Educación provincial, lo que implica que fue reconocida oficialmente como escuela Waldorf, la primera en la Provincia de Córdoba y en el interior del país.

La adscripción al sistema oficial de educación pareciera estar en contradicción con el objetivo arriba expresado de liberar a la educación del control estatal. Entonces, ¿por qué nuestra escuela – y, según sé, todas las escuelas Waldorf – solicitan el reconocimiento estatal? Hay varias razones para ello. Una de las primeras preguntas que hacen los padres cuyos hijos recién comienzan en la escuela, cuando ven que el método se aparta considerablemente de la línea oficial, es si la institución está reconocida por las autoridades educativas. La preocupación que los mueve es saber qué ocurriría si tuvieran que mudarse y cambiar de escuela, o si sus hijos tendrán problemas en ingresar a la escuela secundaria o a la universidad. De modo que en este sentido, la búsqueda de reconocimiento oficial es una cuestión práctica. Además, si la escuela no está reconocida oficialmente, los niños deben rendir un examen de revalidación al final del 6º grado para poder ingresar a la escuela secundaria. Este examen no es especialmente difícil – la primera promoción de niños de El Trigal tuvo que pasar por él, sin mayores problemas – pero, sí afecta el desenvolvimiento del sexto grado, introduciendo una preparación que distrae de lo que es propio de ese nivel dentro del currículo Waldorf, y creando cierta inevitable tensión y nerviosismo.

En el caso de la Escuela El Trigal, las autoridades mostraron gran comprensión y apoyo. En realidad, se mostraron favorablemente impresionadas con la forma de enseñanza. Si se pudiera reducir la burocracia, casi habríamos estado felices con ellas – ¡y ellas con nosotros! Otro motivo para buscar la adscripción es el poder entrar en contacto con la enseñanza oficial para, tal vez, ejercer una influencia sobre la educación estatal. Esta idea no es tan descabellada como parece. En los Estados Unidos y en Europa, por ejemplo, hay varias escuelas estatales que hacen uso de la pedagogía Waldorf. Por lo menos parcialmente. Y, sin ir más lejos, nuestra escuela misma ha despertado el interés de docentes estatales que nos han visitado o contactado solicitando información, o han participado en seminarios organizados por la escuela, y, en algunos casos, hasta han incorporado algunos elementos en su práctica educativa.

Organización

Al principio, la organización de la escuela era bastante primitiva. Había menos gente, todos se conocían y, si algo no funcionaba o necesitaba ser mejorado, se lo podía cambiar casi inmediatamente. Por otra parte, las mejoras que implicaran gastos – como contar con personal pago para la secretaría y administración, por ejemplo – eran casi imposibles por la falta de fondos, lo cual se debía, a su vez, al bajo número de alumnos. Pero, a medida que una organización crece, comienza a ser necesaria la aplicación de técnicas de administración cada vez más profesionales. Esto fue implementándose de a poco en la escuela.

En lo legal, la escuela está bajo la administración de una asociación civil sin fines de lucro – como casi todas las escuelas Waldorf del país y el extranjero. Esta asociación civil, la Asociación Comunidad Educativa El Trigal, tiene personería jurídica otorgada por la Dirección de Inspección de Personas Jurídicas de la Provincia de Córdoba y se rige por la legislación correspondiente (por ejemplo, en lo que respecta a cuerpos directivos, realización de asambleas, etc.) La asociación civil está compuesta por los miembros fundadores y otras personas que, con posterioridad a la fundación, sean aprobadas por la comisión directiva, según lo establecen los estatutos de la asociación. Dicha comisión directiva es elegida por los miembros de la asociación civil y se renueva cada dos años, pudiendo sus integrantes ser reelegidos. Para poder ser electo como integrante de la Comisión Directiva, se debe haber sido miembro de la asociación civil por un periodo de al menos dos años. Y, como se dijo más arriba, para formar parte de la asociación civil se debe contar con la aprobación de la Comisión Directiva, que, en la práctica, invita a las personas que considera apropiadas a integrarse a la asociación civil. Los maestros también tienen representantes en la Comisión Directiva, lo que hace más fluida la comunicación y coordinación con el Cuerpo Docente.

De lo arriba expuesto, se desprende que la Escuela El Trigal está gobernada por dos cuerpos: el Cuerpo Docente y la Comisión Directiva, estando esta última al servicio del Cuerpo Docente. El rol de los padres es muy importante ya que son los encargados de sostener y asistir el trabajo de estos dos cuerpos. Su esfuerzo e iniciativa son muy deseables y bienvenidos.

Es menester recordar que todos los que trabajan en la escuela dedican mucho tiempo y energía para que ella funcione con éxito y sea un lugar en el que los niños puedan desarrollarse, felices, en cuerpo, mente y espíritu. La confianza mutua es el cemento de esa labor.

Frank Thomas Smith


La Escuela El Trigal tiene hoy (2017) un total de 207 alumnos entre el jardín de infantes, la escuela primaria (6 grados según la legislación escolar de la Provincia de Córdoba) y los hasta ahora 4 años de la escuela secundaria (sobre un total de 6).

[*] Ciro Barragán, Gawain Smith, Pedro Roggla


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