Los árboles parlantes

Oak Tree

Por Frank Thomas Smith

Nicolás vive en un pueblito del norte del país. La casa en la que habita está en las afueras del pueblo cerca de un bosque. Cuando Nicolás mira por la ventana, ve el bosque, que ha estado allí desde que tiene memoria. A decir verdad, es una de las primeras cosas que vio en su vida, después de su madre, por supuesto. Cuando era bebé, ella lo levantaba en brazos para que pudiera mirar el bosque por la ventana.

Cuando Nicolás tuvo edad de caminar, se internaba con su madre en el bosque por un sendero, pero sólo hasta el Árbol parlante. Naturalmente, el árbol no le hablaba a él en esa época, puesto que no lo habría entendido. Era el árbol más alto y corpulento de la zona y la madre le dijo a Nicolás que se trataba de un algarrobo.

*

Alma vive en otro pueblito del norte del país. La casa en la que habita está en las afueras del pueblo cerca del mismo bosque. Cuando Alma mira por la ventana, ve el bosque, que ha estado allí desde que tiene memoria. A decir verdad, es una de las primeras cosas que vio en su vida, después de su padre, por su puesto. Cuando era bebé, él la levantaba en brazos para que pudiera mirar el bosque por la ventana.

Cuando Alma tuvo edad de caminar, se internaba con su padre en el bosque por un sendero, pero sólo hasta el Árbol parlante. Naturalmente, el árbol no le hablaba a ella en esa época, puesto que no lo habría entendido. Era el árbol más alto y corpulento de la zona y el padre le dijo a Alma que se trataba de un algarrobo.

*

Un hermoso día de primavera, Nico –como lo llamaban sus amigos– fue caminando hasta el algarrobo después del almuerzo; eran sólo unos cuatro kilómetros y medio, y él conocía bien el camino. Se sentó en un recoveco de las gruesas raíces y se dispuso a leer un libro. Sólo había leído unas pocas páginas cuando oyó una extraña voz: ¿Es interesante el libro? Parecía venir de lo alto. Se puso de pie de un salto y miró hacia arriba, pensando que había alguien sentado o parado sobre alguna rama. Pero no vio a nadie.

–Sí, es interesante –dijo–. ¿Dónde estás? –Miró por todas partes a su alrededor, incluso detrás del árbol, pero aun así no vio a nadie.

–¿Cuál es el título del libro? –preguntó la voz. Era como un susurro, pero clara y fluida.

La lomita mágica. ¿Lo conoces?

–No. Hemos oído sobre La montaña mágica, pero eso es otra cosa, un libro muy antiguo.

–¿Dónde estás? –volvió a decir Nico, cansado de la broma.

–Estabas sentado sobre nosotros. –Nico dirigió la vista hacia las raíces. –Ahora estás mirando nuestras raíces.

Nico abrió grandes los ojos. –¿Eres el árbol?

–Tú lo has dicho.

–Pero los árboles no hablan.

–Normalmente no lo hacemos, pero podemos hacerlo si queremos –siempre que haya un poco de viento.

Nico notó que la voz susurrante del árbol sonaba como viento proveniente de la copa.

–Pero incluso cuando les hablamos, la gente no nos oye –dijo el árbol–. Así que ni nos molestamos.

*

Del otro lado del bosque, Alma mantenía una conversación con otro algarrobo. No la voy a repetir porque era muy similar a la de Nico hasta este punto, pero cuando el árbol dijo que la gente no escuchaba, ella le contestó: Yo sí te oigo.

–Lo sabemos, de alguna manera sabíamos que nos ibas a oír –contestó el árbol–. ¿Qué quieres saber?

Alma pensó unos instantes y luego dijo–: ¿Qué edad tienes?

–No recordamos exactamente, algunos cientos de años quizás.

–¡Guau! ¡Eso es increíble!

El árbol pareció contento al principio, pero luego Alma oyó algo que sonó como un suspiro–: Pero no creemos que vayamos a durar mucho más.

–Bueno, tú eres bastante viejo –dijo Alma.

–No para ser un algarrobo. Podría vivir mucho más.

–¡Ah, disculpa! ¿Estás enfermo, entonces? Yo te veo bien…sólo un poco triste.

–No, enfermo, no, para nada; estoy bien, gracias.

–¿Y por qué estás triste, entonces?

*

–Porque pronto nos van a cortar –dijo el árbol de Nico.

–¡Oh, qué mal! –se compadeció Nico–. Siempre dices “nosotros”. ¿Van a cortarlos sólo a ustedes, o también a otros árboles?

–A todos los árboles de este bosque. Incluso a mi Hermana Árbol del otro lado del bosque.

(Ambos árboles decían las mismas cosas, salvo que el árbol de Nico hablaba de su Hermana Árbol y el árbol de Alma hablaba de su Hermano Árbol.)

–Eso es terrible –dijo Nico –, ¿pero cómo lo sabes?

–Porque oímos a los hombres conversar cuando vienen con sus extraños instrumentos, y hablar sobre cuánto les va a llevar cortarnos a todos y qué van a hacer con nuestros cuerpos muertos, que ellos llaman madera.

*

–No nos importa cuando cortan a algunos de nosotros para hacer muebles o casas o incluso leña –explicó el árbol de Alma–. Pero cortar todo el bosque es muy malo –y no sólo para nosotros.

–¿Quieres decir…?

–Sí, para ustedes también, y para todos los animales y para la atmósfera, y, bueno…

–¡Para todo! –exclamó Alma.

–Somos todos uno –explicó el árbol de Nico–. Todos los algarrobos del bosque son uno, lo mismo que todos los pinos, todos los sauces, todas las plantas y los animales de todas las especies.

*

–Pero ¿cómo se comunican entre ustedes? –preguntó Nico–. No tienen celulares.

–Nuestras raíces son como teléfonos subterráneos.

Nico no se detuvo a pensar sobre lo extraordinario que era eso; y preguntó, en vez–: ¿Pero por qué los quieren cortar a todos?

–Quieren despejar la tierra para venderla, y los que la compren plantarán luego cosas que produzcan mucho dinero, como la soja, o la convertirán en campos de pastoreo para las vacas con sus pedos –explicó el árbol–. O construirán altos edificios y cobrarán alquileres, o barrios cerrados donde los ricos puedan vivir a salvo.

Nico estaba tan conmocionado que no podía pensar en nada que decir. Hasta que se le ocurrió algo. Y preguntó:

–¿Por qué me estás contando todo esto a , Árbol?

El árbol esperó a que soplara una brisa fuerte y dijo–: Porque eres niño todavía y nos puedes entender con el corazón. –Hizo una pausa al amainar la brisa y, cuando volvió a soplar, continuó–: Te hemos visto venir aquí todos los días desde que naciste; eres uno de los nuestros todavía.

Nico nunca se había pensado como árbol, pero la idea le agradó.

*

En el extremo opuesto del bosque, el árbol de Alma esperó a que soplara una brisa fuerte y dijo–: Porque eres niña todavía y nos puedes entender con el corazón. –Hizo una pausa al amainar la brisa y, cuando volvió a soplar, continuó–: Te hemos visto venir aquí todos los días desde que naciste; eres una de los nuestros todavía.

Alma nunca se había pensado como árbol, pero la idea le agradó.

–¿Cómo puedo ayudar…eh…nos? –preguntó.

–No sabemos, por eso somos árboles y no personas. Vemos y oímos y sentimos, pero no podemos pensar mucho más allá del momento.

–Y no se pueden mover –dijo Alma.

Eso era tan obvio que el árbol no necesitó decir nada.

–Así que yo misma voy a tener que pensar en algo.

El árbol asintió inclinando su copa con la brisa y dijo–: Mi Hermano Árbol está hablando con un niño ahora mismo.

–¿Quién es el niño? –preguntó Alma, sorprendida–. ¿Lo conoces?

–No sé. Si quieres conocerlo, Alf te llevará hasta donde está.

Antes de que Alma pudiera preguntar quién era Alf, apareció un ave de gran tamaño volando en círculos alrededor de las ramas más altas; luego descendió en espiral hasta posarse en la rama más baja, aun así por sobre la cabeza de la niña. Era un búho gris, que le clavó los ojos con mirada penetrante.

–Sigue a Alf –dijo el árbol, casi como una orden.

Alf extendió las alas y se alejó volando más adentro del bosque, se posó sobre el próximo algarrobo y esperó. Alma lo siguió primero caminando, luego corriendo. Fue fácil porque parecía como que un sendero se abría a través del bosque delante de ella. Aunque, cuando volvió la vista, no había ningún sendero detrás.

*

Nico siguió a su búho, Ali, que se alejó volando más adentro del bosque, se posó sobre el próximo algarrobo y esperó. Nico lo siguió primero caminando, luego corriendo. Fue fácil porque parecía como que un sendero se abría a través del bosque delante de él. Aunque, cuando volvió la vista, no había ningún sendero detrás.

Al cabo de lo que pareció ser mucho tiempo, el búho de Alma, Alf, lanzó un chillido, y Alma oyó un chillido similar que provenía de algún lugar a cierta distancia. Al cabo de un rato, los dos búhos, Alf y Ali, se encontraron, revolotearon contentos uno alrededor del otro y se posaron sobre la rama más baja de un viejo algarrobo. Nico se lanzó a la carrera para no perder de vista a Ali y, al doblar una curva, vio a los dos búhos posados sobre la rama del algarrobo y mirando hacia él; luego los búhos giraron la cabeza y fijaron la vista sobre una niña. Tanto Alma como Nico se detuvieron en seco.

–¿Tú eres el niño que habla con el Hermano Árbol? –le preguntó Alma al niño.

–Sí –respondió el niño –. ¿Tú eres la niña que habla con la Hermana Árbol?

–Sí, así es. ¿Te contó tu árbol sobre…sobre…?

–¿Sobre que los iban a cortar? –completó Nico la pregunta –. Sí, me contó. ¿Crees que podemos ayudarlos?

–No lo sé –dijo Alma –Pero creo que deberíamos tratar. Después de todo, también van a cortar una parte nuestra.

Nico se quedó pensando en eso unos instantes y luego dijo–: Sí, tienes razón; no se me había ocurrido. Pero, ¿qué podemos hacer?

–Le voy a preguntar a mi papá –dijo Alma.

–Y yo le voy a preguntar a mi mamá –dijo Nico.

–¿Dónde podemos encontrarnos después?

Ambos elevaron la vista hacia Ali y Alf, que estaban posados uno junto al otro en una rama del árbol.

–¿Nos pueden traer de vuelta hasta aquí mañana? –les preguntó Alma.

–Después de indicarnos ahora el camino a casa –agregó Nico.

Los dos búhos silbaron tres veces al unísono.

–¿Eso quiere decir que tenemos que silbar tres veces para llamarlos? –preguntó Alma.

Los búhos asintieron con la cabeza.

–Es mejor que volvamos a casa ahora –dijo Nico–, pronto va a oscurecer.

Intercambiaron sus números de celular y siguieron a sus respectivos búhos de regreso hasta la Hermana Árbol y el Hermano Árbol, desde donde cada uno volvió corriendo a su casa.

*

–¿Un árbol parlante? –exclamó la madre de Nico…luego sonrió y dijo–: ¿Es una broma, no?

–No, mamá, ninguna broma. Fui al bosque hasta ese viejo algarrobo enorme que visitamos con frecuencia. Me senté y me puse a leer un libro. Al rato, el árbol me preguntó si el libro era interesante.

–Pero, Nicolás –dijo la mamá–, los árboles no hablan, tú lo sabes.

–Eso es porque no los escuchamos.

La mamá sonrió. –Puede ser que así sea, pero ¿quién te lo dijo?

–El árbol.

–Bueno, Nico, escúchame…

–La voz parecía venir desde lo alto. Me puse de pie de un salto y miré hacia arriba, dentro del follaje, pensando que alguien estaba sentado o parado sobre una rama. Pero no había nadie. Entonces él me preguntó cuál era el título del libro y…

Y Nico le contó a su mamá todo el resto de la historia tal como yo se las he contado a ustedes.

*

–¿Un árbol parlante? –exclamó el padre de Alma…luego sonrió y dijo–: ¿Es una broma, no?

Después de que Alma le contó a su papá su versión de la historia, que era esencialmente la misma que Nico le contó a su mamá, el papá se negó a creer que un árbol pudiera hablar y contarle a su hija lo que ella refería.

*

La madre de Nico, en cambio, no estaba tan segura. Llamó a un amigo que era político en la provincia y le preguntó si sabía algo sobre la tala del bosque. El político titubeó y dio vueltas, pero ante la insistencia de la mamá de Nico, admitió que el gobernador había cerrado un trato con ciertos empresarios inmobiliarios cuyo nombre no podía revelar, que iban a construir departamentos de lujo o una cancha de fútbol o a vender tierras para pastoreo, lo que equivalía a miles de vacas con sus pedos, responsables del calentamiento global aunque no sea su culpa. Los empresarios iban a financiar el desmonte y la eliminación de los molestos árboles y luego iban a pagar altos impuestos y alguna cosita más súper especial para el gobernador.

–¿Lo anunciaron a través de la prensa?–preguntó la madre de Nico–. No he oído nada al respecto.

–Bueno (y que esto quede entre nosotros), el gobernador quiere mantenerlo en secreto hasta que la obra ya haya empezado, lo cual habrá de ser esta semana.

–¿Por qué?

–Bueno, ya sabes, para mantener alejados a los abraza-árboles y otros corazones sensibles hasta que ya sea demasiado tarde para que causen problemas.

La madre de Nico se quedó pensando unos instantes y luego dijo–: No me gusta, no está bien mantener en secreto algo importante como esto. La verdad es que, para mí, todo esto huele muy mal.

–Bueno, este es el mundo real; ya se te va a pasar.

*

Nico le envió a Alma un WhatsApp pidiéndole que se reuniera con él en el bosque lo antes posible. Cuando ella le contestó, Nico corrió hasta el Hermano Árbol y silbó tres veces.

Alf, el búho, apareció casi al instante cuando Alma silbó tres veces, y se posó en la Hermana Árbol, sobre la rama de siempre. Alma le pidió que la condujera hasta el lugar donde Nico y ella se habían encontrado el día anterior.

–Es cierto –le dijo Nico. Mi madre habló con un político que lo admitió.

–Por supuesto que es cierto–dijo Alma–. Los árboles nos lo dijeron, ¿no?

–Sí, claro, pero, bueno, esto lo confirma.

–De acuerdo, pero ¿qué vamos a hacer al respecto?

Nico pensó un momento y dijo–: No sé. ¿Qué piensas tú que podemos hacer?

–Qué tal si nos trepamos a los árboles –sugirió Alma–. Seguro que no los van a talar si nosotros estamos arriba, ¿no?

–No sé –dijo Nico–, pero podríamos probar.

Alma y Nico regresaron hasta sus respectivos árboles y les preguntaron si permitirían que los niños se treparan a ellos. Los árboles asintieron inclinando sus copas como si los agitara un viento fuerte, aunque no soplaba nada de viento. Entonces, Alma y Nico fueron hasta sus escuelas y les contaron a sus compañeros cómo se proponían salvar al bosque. La mayoría de los alumnos se mostró entusiasta y se ofreció para trepar a los árboles. Algunos maestros oyeron la conversación pero no la tomaron en serio, o no quisieron hacerlo. A otros les gustó la idea y, más tarde, ellos mismos fueron trepadores, también conocidos como abraza-árboles.

La idea se propagó como un reguero de pólvora cuando los diarios y las redes sociales en internet expresaron interés.

Alma y Nico se treparon a sus respectivos árboles, Hermano y Hermana, el día antes de que la compañía maderera comenzara su maratón de matanza y tala. Sus padres, que al principio se oponían, terminaron trepándose a los árboles contiguos a los que habían trepado sus hijos. Dijeron que lo hacían para ayudar a los árboles, pero sospechamos que también fue para vigilar a sus tenaces retoños.

Pronto el bosque estuvo lleno de gente trepada a las ramas de los árboles. No fue posible que hubiera gente trepada a todos los árboles, pero hubo suficientes trepadores para hacer imposible la tala del bosque. Mayormente se trataba de gente joven, pero también hubo ancianos que ya no podían trepar a los árboles y se sentaron debajo, sobre las raíces, o simplemente se recostaron contra los troncos. La policía hizo algunos arrestos, pero cuando una cámara de televisión captó la imagen de unos policías arrastrando de los pelos a una señora mayor, el gobernador intervino y le ordenó a los gritos al Jefe de Policía que se detuviera, que abandonara el bosque y no volviera jamás, o a él nadie lo volvería a votar. La policía se fue, pero, de todos modos, el gobernador no fue reelegido.

Al final, toda la provincia, luego todo el país y, por último, todo el mundo se enteró sobre el movimiento abraza-árboles fundado por Alma y Nico. Ciertos políticos, que recibían dinero de empresas madereras e inmobiliarias, incluida la del Presidente de la República, lucharon con todo su considerable poder y dinero para obligar a los trepadores a bajar de los árboles; pero ellos se negaron a hacerlo hasta que el acuerdo entre el gobierno y las empresas inmobiliarias fuera cancelado.

Alma y Nico están orgullosos de haber salvado al bosque cerca de sus pueblos, pero ahora saben que muchos, muchos bosques ya han sido destruidos, no sólo en su propio país, sino en muchos otros lugares del mundo. También saben ahora que los árboles del bosque son seres vivientes que tienen su propio tipo de inteligencia y sentimientos; y que son necesarios para la supervivencia y bienestar de todo el planeta. Alma y Nico se propusieron dedicar sus vidas a conocer y ayudar a los árboles, plantas y animales de los bosques a sobrevivir ante la codicia y la ignorancia de los humanos.

No sabemos aún si han de tener éxito.