Ingreso Básico Universal (IBU)

por Frank Thomas Smith

Hace un cuarto de siglo en un congreso de consultores en Alemania escuché a una consultura dinamarquesa dar una charla sobres “Como echar a los empleados humanamente”. La charla fue interesante, pero lo que más recuerdo fue su palabras: ¡El desempleo estás para quedarse! Se refería a la tecnificación del trabajo, la robotización, etc., no a una pandemia, como la que ahora ha surgido por el mundo entero y ha hecho al problema del desempleo y la pobreza más urgente que nunca.

IBU reemplazaría a los programas gubernamentales de asistencia – ya existentes y basados en la situación económica de las personas, tales como el seguro de desempleo, la asignación para jefes de familia, la AUH etc. – que constituyen una gran proporción de los gastos sociales de cualquier gobierno. La idea es garantizar la subsistencia y también estimular la iniciativa personal y facilitar los esfuerzos para mejorar –es decir, suficiente para vivir, pero no para vivir holgado.

¿Cómo funcionaría un ingreso básico de este tipo en la Argentina?

Digamos que todo adulto residente legal en el país recibe 30.000 pesos por mes (alrededor de 300 US$ hoy) –no en efectivo sino en una cuenta especial de débito, con las siguientes condiciones:

  1. La tarjeta de débito sólo puede ser utilizada para adquirir productos en comercios minoristas.

  2. No se puede retirar efectivo.

  3. El dinero recibido debe ser utilizado dentro de los 30 días de ser depositado. Cualquier suma remanente luego de los 30 días, se pierde.

Los niños recibirían 15.000 pesos cada uno, acreditados en la cuenta de alguno de sus padres o tutores legales. De este modo, una familia argentina típica, formada por dos adultos y dos niños, tendría un ingreso de 90.000 pesos, suficiente para sacarlos de la pobreza extrema en el caso de ser pobres. ¿Se contentarían con esto? Quizás algunos sí, pero creo que la mayoría trataría de aumentar sus ingresos. De modo que el trabajo no desaparecería. En cambio, los que realizan tareas hogareñas –mayoritariamente las mujeres – por fin recibirían reconocimiento y retribución por su trabajo. Los artistas, los músicos (trabajadores de la cultura) tendrían la posibilidad de innovar y crear libremente sin preocuparse por la próxima comida o alquiler.

¿Por qué pagarles a los que no lo necesitan?

La experiencia demuestra que seleccionar a quiénes otorgar la ayuda lleva a la corrupción, a la falta de imparcialidad. El IBU garantizaría la imparcialidad y evitaría todo tipo de clientelismo. No obstante, dado que un sistema verdaderamente universal de IBU difícilmente sería aceptado por algún gobierno e incluso por el público, se podría organizar un sistema por el cual sólo los más necesitados, por debajo de un cierto límite de ingresos, reciben el beneficio – complicado, pero posible.

Cómo financiarlo

La objeción más simple y quizás la de mayor peso es que costaría demasiado y que resultaría inflacionario. Esto es cierto si pensamos en el dinero como si se tratara de objetos de valor. Pero en realidad el dinero existe en forma de papel, o como números en los libros digitales de las instituciones financieras, es decir, sin ningún valor intrínseco aparte del que nosotros le damos. En el caso de la tarjeta de débito, el valor promisorio siempre se inserta en la circulación económica porque los dueños de la tarjeta de débito deben gastar la suma original dentro del mes de recibida para no perderla. Esto constituiría un enorme sacudón para despertar a cualquier economía adormecida, pues la gente sí gastaría. Y así, en cierto sentido, el sistema se financiaría solo.

Para que un país prospere económicamente es necesario que la población consuma bienes y servicios. Los pobres y los desempleados son ciertamente malos consumidores, a menos que se vuelvan exitosos criminales.

Si verdaderamente queremos hacer de la tierra un lugar digno de ser habitado para todos, y ayudar a nuestros vecinos de manera práctica y también moral, este tipo de ingreso básico universal, aunque no sea la solución de todos los problemas sociales, es un necesario comienzo.