En las conferencias y libros de Rudolf Steiner hay repetidas referencias a la importancia de fortalecer la resistencia interna ante los gérmenes patógenos mediante una dieta y un estilo de vida adecuados, pero también mediante una actitud interna espiritual. Según Steiner, el hecho de ir a dormir en la noche con miedo, odio o con ideas materialistas prepara el caldo de cultivo para el efecto patógeno de los gérmenes. Estas influencias debilitan a las personas y a comunidades enteras, y hacen posible la aparición de epidemias. Steiner también destacó en sus conferencias la conexión entre el hábito cultural de la mentira, la calumnia y la hipocresía con la aparición de enfermedades infecciosas. Una indicación que, en vista de la atmósfera mundial de noticias falsas y difamaciones de todo tipo (chismes, sospechas), da mucho que pensar teniendo en cuenta el despiadado estilo de vida consumista que nos vuelve destructivos. Según Steiner, los gérmenes patógenos pueden, en cierto sentido, considerarse como “demonios de la mentira físicamente encarnados”.1
El miedo (pánico, estrechez, opresión) se ha convertido en un hábito en nuestro tiempo: miedo al rendimiento, miedo al despido, miedo a que no alcance el dinero hasta fin de mes para las necesidades básicas, miedo a los extranjeros, miedo a la soledad, miedo a abrir nuestro corazón al amor, miedo al clima, miedo político, miedo a que nuestro hijo se vuelva adicto al juego, miedo a las enfermedades. El miedo no solo causa un resfriado psicológico (estrés), sino también físico (tensiones musculares). Esto origina un déficit de riego en el sistema circulatorio y un debilitamiento del sistema inmune. En contraposición, la oración y la meditación, con actitud devocional, ayudan a fortalecernos interiormente. Hoy el ser humano necesita la fuerza sustentadora del espíritu para sostenerse a sí mismo y lograr trascender lo particular (lo individual) para ponerse al servicio de la humanidad y de este universo interconectado.
Las fuerzas contrapuestas al miedo son el entusiasmo, la calidez, el asombro, el interés, la compasión, la reflexión, la fe, el amor, la esperanza y la vivencia de comunidad. Todo esto tiene un efecto curativo, pues se desarrolla calor físico, la sangre fluye más activamente, se transporta más oxígeno a todo el organismo y el sistema inmune se fortalece.
Debemos desplegar en nuestra vida una postura salutífera en relación con las fuerzas renovadoras de la naturaleza. Es por eso que la medicina y la farmacia contemporánea ―que tiende a construir sustancias para influenciar e inhibir procesos de enfermedades específicas― deberían desarrollar medicamentos que potencien la conexión con la naturaleza y el cosmos, que despierten y apoyen las fuerzas curativas que posee el propio organismo, tal como lo hace la farmacia antroposófica. En este sentido, medicamentos para fortalecer el sistema inmune ―a base de fósforo, cuarzo y hierro meteórico― posee la firma Wala con el Wala Meteoreisen; y la composición no. 770 de los laboratorios Weleda que contiene Ferrum phosphoricum, Ferrum sidereum y Prunus spinosa; además del Biodoron o Kephadoron que emplea cuarzo o sílice para el sistema neurosensorial, el ferrum para el sistema respiratorio y el sulfur para el sistema metabólico.
También existen sustancias homeopáticas que ayudan a superar el miedo, la debilidad o parálisis anímica, la depresión y desesperanza, como es el caso del Arsenicum album, entre otras.
Algunas acciones que podemos hacer por nosotros mismos para apoyar el sistema inmune son la ejercitación corporal con caminatas al aire libre, exponernos a algunos minutos de Sol en las primeras horas de la mañana, mantener un adecuado ritmo de vida, una correcta armonía entre día y noche, respetando las horas de sueño reparador (entre 6 y 8 horas), así como los horarios de las comidas y otras actividades regulares.
Sobre el tema específico de la alimentación, es importante reducir el consumo de azúcar al mínimo posible y evitar los alimentos de dudosa procedencia. Las funciones digestivas se pueden reforzar con plantas amargas. Y también es fundamental cuidar nuestro lenguaje, la música que escuchamos… todo lo que alimenta nuestro cuerpo a través de los sentidos, pues el ser humano digiere todo lo que percibe y se nutre de ello. Es por eso que una correcta relación con todo nuestro entorno es tan importante.
Los movimientos eurítmicos favorecen en mucho tanto el sistema inmune como nuestro estado anímico, especialmente el conjunto de los 12 higiénico-curativos.
El estrés y la ansiedad reducen las defensas del sistema inmunológico, haciéndolo más susceptible a las enfermedades y a la inestabilidad psicosocial.
Es importante también conocer que el sistema inmune es estimulado por mecanismos fisiológicos como, por ejemplo, la fiebre. Hoy en día se sabe todo acerca de la fisiología de la fiebre y de su importancia como alerta ante una invasión de microorganismos en nuestro cuerpo; sin embargo, en la práctica se mantiene el mito de que es algo malo. Por lo tanto, es importante permitir que nuestro organismo busque esa temperatura necesaria, que mantendrá durante un tiempo determinado, para desencadenar procesos inmunoestimulantes que terminarán por eliminar el agente patógeno y fortalecer el sistema inmune, ya que este pudo desarrollarse, combatir y adquirir experiencia contra la enfermedad. En resumen, la fiebre es un arma natural contra los virus y el consumo descontrolado e innecesario de medicamentos antitérmicos suprimen todas las reacciones estimulantes que esta desencadena y terminan dañando así el sistema inmunológico.