Para la jornada semipública de la Sociedad Antroposófica en la Argentina de septiembre 2018, fui invitado a participar con una charla sobre “la historia de la Antroposofía en la Argentina”. Pregunté si querían inspiración o verdad. Verdad por supuesto, me dijeron. Pero, al final, decidí no participar en la jornada y, en vez, escribir sobre lo que yo conozco de esa historia – no solamente la parte positiva e inspiradora, sino también la parte oscura.
El título de este ensayo es Una historia, y no La historia, porque está escrito desde mi punto de vista personal y se basa, en gran parte, en recuerdos. Otra persona podría interpretar sus recuerdos de manera diferente. El escrito también se centra en el movimiento educativo Waldorf porque, creo, la antroposofía vive, respira y aún hoy crece en el mundo gracias, en gran medida, al movimiento de escuelas Waldorf.
Las primeras semillas antroposóficas se plantaron en Buenos Aires en dos lugares diferentes y en dos culturas diferentes, con dos idiomas diferentes: español y alemán.
La vertiente alemana
En 1920, un joven estudiante alemán, Fred Poeppig, llegó a Buenos Aires con algunos libros de Rudolf Steiner en su maleta.1 Recientemente había descubierto a Steiner en Alemania y estaba decidido a estudiar su obra. Anunció la formación de un grupo de estudio en un periódico alemán, uno de los varios que había, y puso el fervor necesario para la concreción del grupo. Volvió a Alemania en 1923, pero el grupo parece haber seguido reuniéndose hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial en Europa en 1939, cuando se tornó políticamente inconveniente continuar con un grupo extranjero, lo que requería el registro ante las autoridades. El grupo entonces se disolvió.
Pero, paralelamente existía otro grupo de antropósofos alemanes, que adoptó una actitud diferente: consideraron cobarde y "no antroposófico" suspender sus actividades debido a las directivas del gobierno, y prefirieron ignorarlas. Este fue el "Arbeitsgruppe Florida" situado en las afueras de Buenos Aires, en la localidad de Florida. Estaba encabezado por Heriberto Schulte-Kersmecke y tenía alrededor de diez miembros. Para poner sus ideas en práctica, fundaron un jardín de infantes y, en 1946, una escuela primaria en un edificio diseñado por Schulte-Kersmecke. Todo en alemán, por supuesto.
Para entonces había terminado la guerra y más alemanes inmigraron a la Argentina: alemanes desplazados de Europa y de China, entre ellos judíos y nazis. Estos últimos fueron muy bien recibidos por el gobierno de Juan Domingo Perón. Entraron con pasaportes del Vaticano (y en algunos casos, de la Cruz Roja) con visas argentinas. Perón incluso tenía una repartición de su gobierno dedicada a ayudar a ingresar a los criminales de guerra.2
Salto a mi participación personal. Hice el servicio militar norteamericano en Alemania, de 1953 a 1957. Estaba en la Inteligencia Militar, lo que significaba mezclarme con la población alemana en lugar de jugar al soldado en el cuartel. Incluso me casé con una mujer alemana. Al regresar a los Estados Unidos, trabajé durante unos años para American Airlines, luego para la Asociación Internacional del Transporte Aéreo. Fui transferido por esta última organización desde Nueva York a Buenos Aires en 1962.
Pusimos un anuncio en un diario alemán para el alquiler de una casa. Y tuvimos éxito, porque una familia judía alemana nos ofreció su pequeña casa en Florida. Cuando nos mudamos allí, no sabíamos que a tres cuadras había una escuela alemana. Como hablábamos alemán (y todavía no español), la Rudolf Steiner Schule fue la elección obvia para el Kindergarten de nuestra hija. Mi intención era enviarla luego a una escuela primaria inglesa o estadounidense, pero ella estaba tan feliz, y nosotros estábamos tan satisfechos con el jardín de infantes de la escuela Steiner que decidimos dejarla continuar allí para la escuela primaria.
Pero algo sucedió en el mes de mayo de 1967, cuando Beatrice estaba en segundo grado. Llegué a casa del trabajo un día y Beatrice me contó lo que había ocurrido en la escuela ese día. El segundo grado estaba practicando la flauta cuando entró la maestra de euritmia y les indicó que era hora de la clase de euritmia. La maestra de grado, Annemarie Oehring, dijo que no, que estaban en clase de música. La maestra de euritmia se retiró, pero algunos minutos después, la puerta se abrió de repente y entraron otros dos profesores, Christl Kutschmann y un maestro temporario prestado por Alemania, cuyo apellido era Musiol, si mal no recuerdo. El hombre tomó a Annemarie Oehring por los brazos y la empujó hasta un rincón, mientras Kutschmann les ordenaba a los niños que se pusieran de pie y salieran de inmediato para la clase de euritmia. Sorprendidos y asustados, así lo hicieron. Yo no podía creer que el relato de mi hija Beatrice fuera exacto; los niños tienen una imaginación viva, después de todo. Pero estaba decidido a averiguarlo, porque obviamente algo había sucedido. Ese mismo día, el teléfono comenzó a sonar en casa: padres cuyos hijos les habían contado exactamente lo mismo que nuestra hija. Decidimos reunirnos en mi casa esa misma noche. La Srta. Oehring también fue invitada. Ella nos mostró un telegrama de la Comisión Directiva de la escuela informándole que había sido despedida con efectividad inmediata, sin mencionar causa alguna.
La maestra de grado de nuestros niños había sido sujetada con violencia en su propia aula por un hombre mucho más grande y más fuerte que ella, frente a sus alumnos, a quienes otra maestra les había ordenado abandonar el aula, ignorando la decisión de la maestra de grado. En la reunión que tuvimos, la señorita Oehring nos explicó que, ya antes de este hecho, ella había decidido no permitir más que la maestra de euritmia impartiera clases a su grado porque no la consideraba apta para hacerlo. Y así se lo había comunicado de antemano. Lo sucedido cuando Kutschmann y Musiol ingresaron al aula fue tal como lo describieron nuestros hijos. Los padres estábamos indignados y preocupados. Le comunicamos al presidente de la Comisión Directiva que nuestros hijos no asistirían a clase al día siguiente y exigimos una explicación inmediata. (Representábamos aproximadamente a la mitad de las familias del segundo grado.)
Durante la misma semana, la C.D. convocó a una reunión con los padres del segundo grado. Nos dijeron que, al despedir a la señorita Oehring, solo estaban cumpliendo con las instrucciones del cuerpo docente. Nos enteramos entonces de que había habido una disputa dentro del cuerpo docente. Un grupo estaba encabezado por Schulte Kersmecke del Arbeitsgruppe Florida (ver arriba), y el otro, por la señorita Kutschmann. La C.D. apoyó a este último grupo. No recuerdo si hubo una sola reunión extendida o varias en días sucesivos, pero recuerdo claramente que, en un momento, después de un cuarto intermedio, un miembro de la C.D. anunció que los niños que no asistieran a clase al día siguiente serían expulsados. Ante lo cual uno de los padres, Miguel Lozano, se puso de pie, furioso, y dijo que no sólo su hija no asistiría a clase al día siguiente sino que él concurriría al Ministerio de Educación con su abogado para presentar una denuncia contra la escuela. Finalmente la C.D. anunció otro cuarto intermedio. Cuando regresaron, dijeron que se le permitiría a la señorita Oehring continuar en la escuela hasta el final del año escolar, momento en el cual su despido se haría efectivo.
Según la Stra. Oehring y sus amigos, la dirección de la escuela había sido copada por algunas personas influenciadas por el ex régimen Nazi de Alemania, que querían convertir a la escuela en un organismo infectado por el nacionalismo alemán, como miembro de la asociación de escuelas alemanas en la Argentina y participante en eventos deportivos alemanes, etc. El grupo de Schulte Kersmecke, los fundadores originales, en cambio, adherían a los principios de la triformación social, según la cual el estado nacional no debería tener nada que ver con la educación.
Durante la próxima Reunión General de la Asociación Civil intentamos tomar control de la escuela sustituyendo a la C.D. por nosotros mismos. Nuestros contrincantes se presentaron armados con una carta de la Asociación de Escuelas Waldorf en Alemania que recomendaba que la Comisión Directiva existente fuera reelegida para preservar a la escuela como Waldorf. Y fue así como perdimos el voto por mucho margen. A fin de año, la Señorita Oehring fue efectivamente despedida. Ella y el grupo de Schulte Kersmecke querían quedarse en Florida y seguir luchando, pero nosotros, los disidentes, ya habíamos decidido sacar a nuestros niños de la Rudolf Steiner Schule y fundar una nueva escuela Waldorf. Convencimos a la señorita Oehring para que nos acompañara y fundamos la Escuela San Miguel Arcángel en San Isidro, ahora ubicada en Villa Adelina.
La vertiente argentina
Alrededor de 1931 Domingo Pita, un líder de la Sociedad Teosófica, encontró algunas obras de Rudolf Steiner que, especialmente por el contenido cristiano de la antroposofía, le interesaron enormemente. Encontró obras en francés y organizó un grupo de estudio en su casa de Buenos Aires. Tradujo algunas obras básicas de Steiner al español a partir de versiones en francés y en italiano. El grupo continuó sus reuniones hasta 1942 cuando, debido a la guerra y a la salud de Pita, cesó su actividad. Durante todo ese tiempo, aparentemente ninguno de los dos grupos, el alemán y el argentino, sabía de la existencia del otro.
En 1953, el grupo argentino fue resucitado por iniciativa de Enrique y Lydia Lambrechts. Domingo Pita (hijo), Antonio y Beatriz Artuso y Arturo Habegger también formaron parte de este grupo, entre otros miembros. Publicaban una revista llamada "Antroposofía".
Este grupo, luego llamado Rama San Juan, fundó una Escuela Waldorf en 1961, con el nombre de Escuela Saint Jean. La escuela creció con éxito hasta que los maestros fundadores sucumbieron a la insistencia de los padres para expandirse con una escuela secundaria. Esto significaba que había que incorporar a muchos profesores de secundaria que no sabían nada sobre el método Waldorf ni, obviamente, sobre Antroposofía. Finalmente, apoyados por un grupo de padres que se oponían al método Waldorf y a la Antroposofía, tomaron la escuela durante una reunión general de la asociación civil en 1975 y los maestros Waldorf renunciaron. La escuela se convirtió en una escuela común sin relación con la educación Waldorf.
Individuos e impresiones
Lo siguiente es personal y anecdótico, pero para mí es parte de la historia de la Antroposofía en Argentina. Había resentimiento dentro del grupo argentino hacia los grupos alemanes de los suburbios del norte, especialmente de Florida, porque algunos alemanes consideraban que los argentinos, como latinos, tenían menos desarrollo espiritual por estar aún sumidos en el alma sensible, en lugar de haber alcanzado el nivel del alma consciente como ellos, los alemanes. Aunque esto no era cierto en todos los alemanes, puedo confirmar que el sentimiento de superioridad existía en algunas de las almas de los grupos de habla alemana.
Hubo cuatro "ramas" antroposóficas, tres de habla alemana y una de habla española. Yo asistía a la de habla española, aunque me quedaba en el otro extremo de la ciudad, porque sus miembros eran cálidos y abiertos.
Por ejemplo, cuando fundamos la Escuela San Miguel Arcángel en 1968, el lado alemán adoptó una actitud antagónica. La Asociación de Escuelas Waldorf de Alemania incluso nos escribió preguntando qué derecho teníamos de usar la palabra "Waldorf". Les contesté que la palabra Waldorf no está patentada en Argentina como lo está en Alemania y que, por lo tanto, deseaba saber qué derecho tenían ellos de hacernos esa pregunta.
El grupo argentino de Villa Urquiza, por el contrario, nos alentó y fue muy amistoso. Incluso nos donaron un piano de excelente calidad para la nueva escuela.
Otro hecho que nunca olvidaré. Antes de que yo llegara a la Argentina, vivía aquí un alemán llamado Volkfried Schuster. Era un antropósofo que se ganaba la vida trabajando en la construcción, y estaba en contacto con ambas partes, especialmente con el lado argentino. Era muy apreciado por los argentinos, que lo consideraban un amigo que los ayudaba con sus preguntas sobre Antroposofía. Hay que recordar que no había mucha literatura antroposófica traducida al español en esos días. Schuster se fue del país antes de que yo llegara.
Cuando Enrique Lambrechts murió, fui a su velatorio. La esposa de Enrique, Lydia, me preguntó si le haría un favor la próxima vez que fuera a Suiza. (Yo viajaba mucho entonces, también a Suiza, donde se encontraba la sede central de mi empresa.) Había sido voluntad de Enrique regalarle su mejor traje a su mejor amigo: Volkfried Schuster, que vivía cerca del Goetheanum en Dornach.
La próxima vez que viajé a Suiza, fui a la hermosa casa de líneas orgánicas ubicada a unos 200 metros del Goetheanum, sobre la calle que conduce colina arriba hasta el mismo. Toqué el timbre, con el paquete que contenía el traje de Enrique debajo del brazo. Me atendió una joven y, cuando le pregunté por Herr Schuster, ella, su sobrina, me preguntó mi nombre. Se lo dije, pero sabía que no significaría nada ni para ella ni para Schuster, así que agregué: “de Argentina”. Eso trajo a Schuster hasta la puerta. Él se asombró mucho cuando le expliqué mi misión. No sabía que Enrique Lambrechts había muerto y, cuando le entregué el traje, noté que estaba muy emocionado. Me hizo pasar al living para conocer a su hermana, una hermosa mujer llamada María Jenny (de soltera, Schuster) una de las euritmistas originales de cuando Rudolf Steiner aún vivía. Con el tiempo, se convertiría en la última persona viva que había conocido personalmente a Steiner. Afuera, en el jardín, un pavo real desplegó la cola, como saludando. Me invitaron a pasar la noche allí y, después, cada vez que iba a Dornach, pasaba a saludar a María Jenny (Volkfried había regresado a Alemania, pero nos manteníamos en contacto por correo). Maria murió en 2009, a la edad de 102 años.
Describo este encuentro personal porque creo que da una idea de los diferentes individuos que han estado involucrados en la historia de la Antroposofía en la Argentina, y de sus circunstancias.
En 1974 fui trasladado a Zurich, a una hora de coche de Dornach.
La principal revista alemana era y sigue siendo "Der Spiegel" [El espejo]. Yo estaba leyendo el número del 7 de julio de 1975, que contenía un artículo largo titulado "Der Fall Kutschmann" [El caso Kutschmann].3 Kutschmann no es un nombre muy común, y yo ya conocía a un Kutschmann en Argentina.
El artículo comenzaba:
"La Policía Federal Argentina esperó en vano la resolución decisiva. Horas antes, sus detectives habían interrogado a un hombre elegantemente vestido, de nombre Pedro Ricardo Olmo, gerente de ventas de la compañía internacional de electricidad "Osram", que era sospechoso de ser un criminal de guerra alemán buscado desde hacía mucho tiempo. La policía de Buenos Aires lo había arrestado el sábado anterior luego de la publicación de un artículo alarmante en los periódicos matutinos. El cazador de criminales de guerra Simon Wiesenthal había afirmado que Olmo era idéntico al oficial de las SS y de la Gestapo, el Dr. Walter Kutschmann, buscado por la justicia alemana por asesinato. Wiesenthal había dado detalles: Kustschmann fue responsable del asesinato de 20 profesores universitarios polacos y de sus familias en Lemburg en 1941. También participó en 1942 en el asesinato de miles de habitantes judíos de las ciudades de Brzezany y Podhajce, en la región de Galitzia. " [mi traducción]
La policía no le creyó a Kutschmann cuando declaró que era Olmo y que había nacido en España, así que informaron a la embajada alemana que lo tenían preso y esperaron la respuesta. Pero la respuesta nunca llegó debido a la burocracia de las autoridades alemanas y a la ausencia de la legendaria eficiencia alemana. Cuando los alemanes finalmente reaccionaron con una solicitud de arresto, Kutschmann ya hacía rato que había desaparecido.
Así que una maestra de la escuela y un Nazi de las S.S. tenían el mismo apellido. Pero hay más. El artículo de Der Spiegel revelaba que, en Argentina, Kutschmann había trabajado para la firma internacional Osram (en realidad, es una multinacional alemana con sede en Munich). Conocí al director de esa firma en Argentina, es decir, al empleador de Olmo / Kutschmann: Wolfgang Latrille, quien también era líder de la rama antroposófica más grande de Argentina, rama de habla alemana. Después de leer el artículo, llamé a Latrille por teléfono. Se había jubilado y vivía en una cómoda casa en Dornach. Yo vivía en Zurich y lo había visitado en un par de ocasiones. Le pregunté si había leído el último Der Spiegel. Le llevó un tiempo responder: "Sí, él (Walter Kutschmann) era su hermano (el de Christl Kutschman)", dijo. "¿Y trabajaba para usted en Osram?” le pregunté. "Sí", respondió, "pero yo no sabía que era un criminal de guerra". "Pero debe haber sabido que él no era Pedro Olmo," le dije. "Bueno, muchos alemanes se cambiaron de nombre," fue su respuesta.
Otros desarrollos
En 1986, después de 12 años en Suiza y Alemania, me trasladaron de nuevo a Argentina. La dictadura militar había terminado y reinaba una especie de democracia y paz. La antroposofía parecía haber dormido durante todo ese tiempo. (Yo había regresado a la Argentina casi todos los años, ya sea por negocios o simplemente de visita.) Había todavía sólo dos escuelas Waldorf, debido a la difundida noción de que para ser profesor Waldorf uno tenía que asistir al Seminario Pedagógico en Alemania, una empresa costosa y difícil, que incluía la necesidad de aprender primero el idioma. Yo había conocido bastantes maestros en las escuelas Waldorf a las que asistieron mis hijos en Suiza y Alemania como para darme cuenta de que, aunque la capacitación es necesaria, por sí sola no hace a un maestro. Llamé a Elena Wedeltoft y le dije: "¿Qué opinás de fundar un Seminario Pedagógico Waldorf?" "Dale", respondió ella. Invitamos a un pequeño grupo de maestros —Ursula Valendor, Beatriz Artuso y algunos otros — a la reunión de fundación en 1989. El seminario funcionó al principio en la sede de la Sociedad Antroposófica de Buenos Aires y, más tarde, en el Colegio Rudolf Steiner de Florida. (¡Cómo cambian las cosas!) Era relativamente extenso: cinco días a la semana (3 horas) durante dos años.
Después de casi 17 años de labor del Seminario Pedagógico capacitando, en clases nocturnas, a futuros maestos en educación Waldorf, la Comisión directiva del colegio Rudolf Steiner decidió, en 2006, que tales clases no podrían continuar a menos que el Seminario Pedagógico pagara el seguro de responsabilidad civil, algo que el Seminario no estaba en condición financiera de hacer. Por lo tanto, a pesar de haber preparado a la mayoría de los maestros de esa misma escuela, y de otras, el Seminario Pedagógico se quedó sin sede y comenzó una existencia nómada.
Después de la educación Waldorf, la agricultura biodinámica ha sido el impulso antroposófico más difundido en el país. En este campo, me gustaría mencionar a Martín Richter. Martín murió inesperadamente el 6 de diciembre de 1994 a los 50 años de edad. Él había plantado la semilla para un pequeño centro cultural y levantó a la biodinámica en Argentina en condiciones muy difíciles. Siempre intentó combinar la vida cotidiana y práctica con “lo más elevadamente esotérico” del “Curso sobre agricultura biológico-dinámica” de Rudolf Steiner, que Martín tradujo al español. Como científico y profesor universitario, trabajó en favor de una comprensión verdadera de las sustancias de la tierra y de una agricultura vital y ecológica.
Sombras
En Europa tuve oportunidad de enterarme sobre los serios conflictos dentro de la Sociedad Antroposófica General y del movimiento antroposófico: la expulsión de Ita Wegman del Vorstand, la expulsión de sociedades nacionales enteras, el conflicto entre Marie Steiner y el resto del Vorstand sobre la propiedad intelectual de la obra de Rudolf Steiner. Yo había aprendido lo suficiente como para darme cuenta de que los conflictos en Argentina eran pálidos reflejos de lo que estaba sucediendo en Europa.
Sin embargo, también podemos considerar el lado oscuro de la historia de la Antroposofía en Argentina como sombras de los dolores del nacimiento, que luego resultan tener consecuencias positivas. Si no hubiera habido conflicto en Florida en 1967, la Escuela San Miguel Arcángel no existiría. Y quién sabe si tampoco existiría hoy el resto de las escuelas Waldorf del país, por no mencionar el gran interés en fundar otras nuevas. Y quizás todos aquellos que se encontraron con la antroposofía a través del contacto con estas escuelas, tampoco habrían tenido oportunidad de beneficiarse con tal encuentro.
Este escrito es poco más que un esbozo de una historia compleja. Se podría decir mucho más y nombrar a personas e iniciativas que contribuyeron mucho al desarrollo de la antroposofía en Argentina – la educación curativa, la euritmia, la medicina antroposófica, las editoriales. La "Breve reseña de los principios del movimiento antroposófico en la Argentina" de J. F. Arturo Habegger publicada en el sitio web de la Sociedad Antroposófica en la Argentina, da más detalles sobre ciertos aspectos y personas activas en la historia del movimiento. La recomiendo.
Espero que la verdad también pueda ser inspiradora.
Frank Thomas Smith – Villa de las Rosas, septiembre de 2018