La Fiesta de Pascua y su trasfondo

por Rudolf Steiner

Conferencia para los trabajadores que construían el Goetheanum

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Dornach, 12 de abril de 1924 – GA 353


Vamos ahora a considerar la Fiesta de Pascua en relación con el Misterio del Gólgota. Como ustedes saben, la Pascua es una Fiesta movible –se celebra cada año en una fecha diferente. ¿Por qué es variable la fecha? Porque está determinada no por factores terrestres sino por factores celestes. Para fijarla, se pregunta: ¿Cuándo comienza la primavera? El comienzo de la primavera es siempre el 21 de marzo y la Fiesta de Pascua tiene lugar después de esa fecha. Hay un periodo de espera hasta que la Luna se hace llena y luego otro hiato hasta el domingo siguiente: la Pascua cae el primer domingo luego de la primera Luna llena después del comienzo de la primavera. La primera Luna llena puede ocurrir ya el 22 de marzo, en cuyo caso la Pascua caerá muy temprano; o bien puede darse tanto como veintinueve días después del 21 de marzo. Por ejemplo, si la Luna llena se produce el 19 de marzo, la primavera aún no ha comenzado y, entonces, tendrán que pasar unos veintiocho días para que la Luna vuelva a estar llena, y la Fiesta de Pascua caerá el domingo siguiente –bien tarde, a finales de abril.

Ahora bien, ¿por qué se ha fijado la Fiesta de Pascua según factores celestes? Esto tiene relación con lo que les he estado diciendo. En épocas pasadas los hombres sabían que la Luna y el Sol tienen influencia sobre todo lo que existe en la Tierra.

Pensemos en una planta que crece. (Dibujo en el pizarrón.) Si queremos cultivar una planta, tomamos una pequeña semilla y la ponemos en el suelo. Toda la planta, toda la vida de la planta está comprimida en esa diminuta semilla. ¿Qué sale de esta semilla? Primero, la raíz. La vida se expande y forma la raíz. Pero luego se contrae de nuevo, y crece, todavía en estado de contracción, para formar un tallo. Luego se expande y aparecen las hojas y después la flor. Entonces se produce de nuevo una contracción y se forma la semilla, y la semilla espera hasta el año siguiente. En la planta, pues, vemos un proceso de expansión-contracción, expansión-contracción.

Siempre que la planta se expande, es el Sol el que hace salir la hoja o la flor; siempre que la planta se contrae (en la semilla o el tallo), la contracción se debe a las fuerzas de la Luna. Entre las hojas, obra la Luna. De modo que cuando tomamos una planta que ha desplegado hojas y raíz, podemos decir, a partir de la semilla: Luna – luego Sol – nuevamente Luna – nuevamente Sol – nuevamente Luna, etc., hasta terminar con la Luna al final del proceso. En toda planta vemos fuerzas solares y fuerzas lunares obrando alternadamente. En un campo de plantas en crecimiento, tenemos ante nuestros ojos la acción del Sol y de la Luna. Les he dicho ya que la conformación del ser humano físico cuando entra al mundo depende de la Luna; las fuerzas interiores que le permiten transformar su propio carácter provienen del Sol. Mencioné esto cuando hablamos sobre el Misterio del Gólgota.

En épocas anteriores, estas cosas eran conocidas, pero ahora se las ha olvidado. La gente se preguntaba entonces: ¿En qué momento durante la primavera se presenta la influencia que más impulsa el crecimiento y vigoroso desarrollo de la vegetación? Esto ocurre cuando las influencias conjuntas del Sol y la Luna son más fuertes. Así sucede cuando los rayos de la primera Luna llena después del comienzo de la primavera brillan sobre la Tierra, sumando fuerza a los rayos del Sol. Las influencias del Sol y la Luna se refuerzan mutuamente cuando el Sol de primavera en su máxima potencia obra en conjunto con la Luna, que también se encuentra en su máxima potencia al final de su ciclo de cuatro semanas. El momento para la Pascua es, en consecuencia, el domingo –el día dedicado al Sol– que le sigue a la primera Luna llena de la primavera. La fecha de la Fiesta de Pascua se basaba en el conocimiento sobre el solsticio de invierno y el subsiguiente comienzo de la primavera.

Ahora bien, la Fiesta de Pascua no comenzó en la era cristiana: antes del surgimiento del cristianismo, existía una antigua festividad pagana –la así llamada Fiesta de Adonis. ¿Qué era esta Fiesta de Adonis? Fue instituida por los Misterios –esos sitios para el cultivo del arte, del conocimiento y de la religión sobre los que les hablé hace poco. Adonis era personificado en una especie de efigie o imagen, que representaba al espíritu y alma del hombre. Se sabía, además, que la vida del espíritu y alma del hombre está unida con el universo entero. Los antiguos pueblos paganos tomaban en cuenta los factores espirituales y celebraban esta Fiesta de Adonis en el otoño. Esa antigua Fiesta de Pascua –que en cierto modo se parecía a la nuestra– caía en otoño.

La Fiesta de Adonis se celebraba de la siguiente manera: Se sumergía la imagen de la parte eterna, inmortal, del hombre en un estanque –o en el mar, si el lugar estaba cerca de la costa– y se la dejaba allí durante tres días, acompañándola con cantos de duelo y lamentación. La inmersión de la imagen era ocasión para solemnidades semejantes a las que se podría asociar con la muerte de algún miembro de una familia muy unida. Era esencialmente una ceremonia que tenía que ver con la muerte, y siempre se llevaba a cabo en el día de la semana que ahora denominamos viernes. El nombre Karfreitag se originó cuando la costumbre llegó a las regiones germánicas de Europa Central. Kar viene de Chara (del alto alemán antiguo) que significa duelo. Era pues el viernes de tristeza y duelo.

Tan poco se sabe hoy de estas cosas que, en Inglaterra, a este viernes se lo llama “Good” Friday, mientras que en la antigüedad era el viernes de muerte, el viernes de duelo y lamentación. Era una fiesta relacionada con la muerte, y dedicada a Adonis. En los lugares donde no había agua, se construía un estanque artificial en el que se sumergía la imagen o efigie, que luego se sacaba al cabo de tres días, es decir, después del domingo.

La imagen era extraída del agua con cantos de júbilo y regocijo. Así pues, durante tres días la gente estaba inmersa en una profunda pena y, al cabo de esos tres días, en una extática alegría. Y el tema de sus cantos de júbilo siempre era: ¡El Dios ha venido a nosotros nuevamente!

¿Qué significaba esta Fiesta? (Debo volver a recalcar que originalmente se celebraba en otoño.)* *En otras oportunidades, les he dicho que cuando el ser humano muere, el cuerpo físico se descarta. Quienes han sufrido una pérdida hacen duelo por el muerto a su propia manera, con solemnidades no muy distintas de las que acompañaban la inmersión de la imagen de Adonis. Pero hay algo más. Durante un periodo de tres días después de la muerte, el ser humano rememora su vida terrenal. Su cuerpo físico ha sido descartado pero su cuerpo etérico aún permanece con él. El cuerpo etérico se expande más y más y finalmente se disuelve en el universo. El ser humano entonces sigue viviendo en su cuerpo astral y su Yo.

El propósito de quienes instituyeron la Fiesta de Adonis era hacer que los hombres se dieran cuenta de que el ser humano no simplemente muere sino que, al cabo de tres días, vuelve a la vida otra vez en el mundo espiritual. Y para poder traer esto a la conciencia de los hombres año tras año, es que se instituyó la Fiesta de Adonis. En el otoño se decía: ¡Prestad atención! La naturaleza está muriendo; los árboles pierden sus hojas, la tierra se cubre de nieve; los vientos son fríos, cortantes; la tierra pierde su fertilidad y se ve tal como el ser humano en la muerte. Debemos esperar a la primavera para que la tierra vuelva de nuevo a la vida, mientras que el ser humano vuelve a la vida en alma y espíritu después de tan sólo tres días. ¡De esto es necesario hacer conscientes a los seres humanos! … Por eso, ¡una fiesta de la muerte era seguida inmediatamente por una fiesta de la resurrección! Pero esta fiesta tenía lugar en el otoño –la estación en la que es fácil darse cuenta del contraste entre el hombre y la naturaleza. El hombre es lo opuesto a la naturaleza. La naturaleza tiene que acatar; y ha de permanecer muerta durante todo el invierno, porque es sólo naturaleza. Pero, a diferencia de la naturaleza, el hombre sigue viviendo después de la muerte, en el mundo espiritual. Cuando la naturaleza pierde sus hojas y se cubre de nieve, cuando soplan los vientos helados, ese es el momento para hacer al hombre consciente: ¡Tú eres diferente de la naturaleza, puesto que cuando mueres, al cabo de tres días, vives otra vez!

Era una fiesta muy hermosa, celebrada durante muchos siglos en la antigüedad. La gente se reunía en los sitios de los Misterios durante el tiempo que duraba la festividad, y participaba en los cantos de duelo; y luego, al tercer día, cobraba conciencia de que toda alma, todo Yo y todo cuerpo astral vuelve a la vida en el mundo espiritual tres días después de la muerte. Su atención se desviaba del mundo físico, y sus corazones y mentes eran atraídos hacia el mundo espiritual. La estación misma del año desempeñaba un papel importante, pues en esos días la fiesta no tenía lugar en la primavera, cuando los que vivían de la tierra estaban ocupados con otras tareas. La antigua Fiesta de Pascua, la Fiesta de Adonis, se celebraba cuando los frutos ya habían sido cosechados y la vendimia había terminado, cuando se aproximaba el invierno. Era la estación apropiada para despertar al espíritu, y por ello, se celebraba la Fiesta de Adonis. El nombre variaba en las diferentes regiones, pero la fiesta era celebrada en todas las antiguas religiones. Y es que todas las religiones antiguas hablaban de esta forma sobre la inmortalidad del alma humana.

Ahora bien, incluso en los primeros siglos de la misma era cristiana, la Fiesta de Pascua no se celebraba en la época en que hoy se celebra; no fue sino hasta el siglo III o IV cuando se volvió costumbre celebrar la Pascua en la primavera. Pero, para entonces, los hombres habían perdido ya toda comprensión del mundo espiritual; tenían ojos sólo para la naturaleza, se ocupaban sólo de la naturaleza. Y, por ello, decían: ¡No es posible celebrar la resurrección en el otoño, cuando nada nace! No sabían ya que el ser humano nace nuevamente a la vida en el mundo espiritual y, por eso, decían: En el otoño no hay ninguna resurrección; la nieve lo cubre todo. Mientras que, en la primavera, la vida irrumpe en todas las cosas. La primavera es, pues, el momento correcto para la Fiesta de Pascua. Esta manera de pensar era resultado del materialismo, aunque se trataba de un materialismo que todavía miraba hacia los cielos y fijó la Fiesta de Pascua de acuerdo con el Sol y la Luna. Para los siglos III y IV de la era cristiana, el materialismo ya se hacía evidente pero, por lo menos, todavía dirigía la

mirada hacia el universo; no era el “materialismo de lombriz”, que sólo tiene ojos para la Tierra y que ha recibido ese nombre porque las lombrices viven bajo tierra y sólo salen cuando llueve. Así sucede con los hombres de la actualidad; miran simplemente lo que está en la Tierra. Cuando la Fiesta de Pascua comenzó a celebrarse en la primavera, hasta el mismo materialismo creía que los innumerables astros tienen influencia sobre los seres humanos. Pero desde el siglo XV en adelante, eso también fue olvidado. En el momento en que la Fiesta de Pascua se transfirió a la primavera, había ciertos intentos por parte de los cristianos de eliminar las antiguas verdades –mencioné esto cuando hablamos del Misterio del Gólgota–. Para el siglo VIII o IX, los hombres no tenían ni la más remota idea de que la Venida de Cristo tenía alguna conexión con el Sol.

En el siglo IV hubo dos emperadores [que tienen relación con esto], uno algo posterior al otro. El primero fue Constantino, fundador de Constantinopla, un hombre extremadamente vanidoso. Constantino ordenó que cierto tesoro que había sido llevado alguna vez desde Troya a Roma fuera trasladado a Constantinopla y enterrado debajo de un pilar que sostenía una estatua de Apolo, el antiguo dios pagano; luego mandó a traer, del Oriente, madera que supuestamente había pertenecido a la Cruz de Cristo, e hizo tallar con ella una corona que irradiaba rayos. Pero lo que se esperaba era que, en la figura que portaba esta corona de madera, ¡la gente viera a Constantino! Y así, de ahí en adelante, se veneró a Constantino, erguido allí sobre el pilar que se había erigido sobre el preciado tesoro romano. Así que, como ven, por medio de medidas en el mundo exterior, Constantino logró que los hombres dejaran de saber todo sobre los secretos cósmicos, sobre el hecho de que Cristo está relacionado con el Sol.

El otro emperador, Juliano, había recibido instrucción en los Misterios, que aún existían aunque bajo condiciones muy difíciles. Los Misterios habían sobrevivido precariamente durante siglos y, más tarde, fueron totalmente exterminados por el emperador Justiniano. Eran repudiados; el cristianismo era su enemigo acérrimo. Pero el Emperador Juliano había sido instruido en los Misterios y sabía: No existe solamente un Sol, sino que hay tres Soles. Esta declaración causó conmoción, pues se trataba de un secreto de los Misterios.

Cuando miramos el Sol, vemos un globo o cuerpo blanco-amarillento –es el Sol físico. Pero este Sol tiene un alma: este es el segundo Sol. Y luego está el tercer Sol: el Sol espiritual. Al igual que el hombre, el Sol tiene cuerpo, alma y espíritu. Juliano hablaba de los tres soles y también* *sostenía que, en el cristianismo, se debía enseñar a los hombres que Cristo vino del Sol y que luego, como Ser Solar, se introdujo en el hombre Jesús. Ahora bien, las iglesias no querían que este conocimiento llegara a posesión de los hombres. No querían que salieran a la luz los datos reales sobre el Cristo Jesús, sino solamente los conocimientos que ellos autorizaban.

El Emperador Juliano fue asesinado traicioneramente durante un viaje a Asia, para que el mundo quedara libre de su presencia. De ahí que siempre se haya conocido a Juliano como el Apóstata, el hereje. ¡Juliano el Hereje! Él deseaba que se mantuviera la conexión entre el cristianismo y las verdades antiguas, pues pensaba: Para el cristianismo, avanzar será más fácil si contiene las verdades de la antigua sabiduría que si se sólo se les permite a los hombres creer en lo que los sacerdotes les dicen.

Así pues, como ven, en la época en que la Fiesta de Pascua fue transferida a la primavera, todavía sobrevivía el conocimiento de que esta fiesta está relacionada con la resurrección. Aunque el conocimiento sobre la resurrección del hombre se había perdido, la resurrección de la naturaleza se seguía celebrando en una fiesta. Pero incluso eso ha sido olvidado allí donde la Pascua sigue celebrándose sin ninguna idea de lo que realmente significa; y hoy la gente ha llegado al extremo de preguntar: ¿Qué necesidad hay de que el sol y la luna tengan algo que ver con la Pascua? Si la Pascua cayera siempre el primer domingo de abril, ¡la contabilidad se simplificaría enormemente! ¡Se insinúa, entonces, que la fecha se debería fijar con criterio comercial! … A decir verdad, los que reclaman esto son más honestos que los que insisten en que los factores celestes deben continuar siendo el determinante, sin tener la más mínima noción de lo que esto significa. Quienes dicen desde su propio punto de vista que no es necesario tomar en cuenta los factores celestes son realmente los más honestos. Pero lo lamentable es que la gente pueda ser honesta sobre esto solamente porque no sabe nada de las verdaderas conexiones. ¡Lo que tenemos que hacer hoy es recalcar que lo espiritual debe ser siempre el factor decisivo!

Así pues, en tiempos remotos, los hombres esperaban la última Luna llena después del comienzo del otoño, y celebraban la Fiesta de Adonis el domingo anterior. El Sol y la Luna eran tenidos en cuenta, pero se sabía que las condiciones son muy diferentes –inversas, en realidad– cuando la nieve está cercana a caer del cielo. La antigua Fiesta de Pascua, la Fiesta de Adonis, siempre tenía lugar entre el fin de septiembre y el fin de octubre. Este era el mejor momento para traer a la conciencia la resurrección del hombre, porque en esa estación del año no cabían dudas sobre la resurrección de la naturaleza. Se sabía, pues, que esta antigua fiesta estaba relacionada con la muerte y con la resurrección…pero también este conocimiento se ha perdido.

Es importante recordar el antiguo significado de estas fiestas, porque tenemos que encontrar el camino hacia el espíritu. No debemos celebrar la Navidad y la Pascua superficialmente; debemos, en cambio, tomar conciencia de que tales fiestas tienen un profundo significado.

Ahora bien, no podemos poner al mundo patas para arriba; nadie querría cambiar la Fiesta de Pascua al otoño. Pero sí es bueno recordar que cuando un hombre muere, se desprende de su cuerpo físico y rememora su vida terrena; luego se desprende de su cuerpo etérico, y vuelve a la vida otra vez en el mundo espiritual, como un ser de alma y espíritu. Tal conocimiento puede profundizar enormemente nuestra comprensión del Misterio del Gólgota.

El Misterio del Gólgota presenta como realidad externa lo que siempre se presentaba como imagen en la Fiesta de Adonis. Los hombres de la antigüedad tenían una imagen; los cristianos tienen el hecho histórico, verdadero. Pero en el hecho histórico hay ciertas semejanzas con las imágenes usadas en los tiempos antiguos. En la Fiesta de Adonis, la imagen de Adonis era sumergida y elevada después de tres días. Era una verdadera Fiesta de Pascua. Luego, lo que una vez había sido presentado como imagen, ocurrió como hecho verdadero. El Cristo estaba en Jesús. Murió y surgió de nuevo a la vida. Y ahora, en la Pascua, esto es todo lo que se rememora. En cierto modo, esto tiene un lado bueno. Pues ¿por qué se ponía siempre una imagen ante la gente en la Fiesta de Adonis? Era porque necesitaban algo que sus sentidos no podían percibir. Aunque aún miraban al universo de manera espiritual, en el mundo material necesitaban una imagen. Pero una vez que Cristo hubo pasado por el Misterio del Gólgota, no tenía ya que haber ninguna imagen; se esperaba que los hombres recordaran puramente en el espíritu lo que había sucedido en ese momento. La Fiesta de Pascua tenía que ser una celebración esencialmente espiritual. Los hombres ya no debían crear una imagen pagana, sino realizar un acto de recordación enteramente dentro de la vida del alma. Se pensaba –y los Misterios aún existían en los tiempos del Cristo Jesús– que, de esa manera, la Fiesta de Pascua se espiritualizaría.

Pensemos de nuevo en la antigua Fiesta de Adonis. Es imposible en la Europa actual darse cuenta de lo que tales fiestas significaban para los antiguos pueblos paganos. Ustedes mismos dirían: No es más que una imagen –y por lo menos quienes habían sido iniciados en los Misterios también la habrían considerado así. Pero todos los años la estatua del dios se exhibía ante una multitud de personas y luego era sumergida. Esto dio origen a lo que se conoce como fetichismo. Una estatua así era un fetiche, un ídolo, un dios; la adoración de un objeto tal se denominaba fetichismo –y eso, desde luego, no es deseable. Y sin embargo, en cierto sentido, un elemento de esa misma tendencia se ha conservado en el cristianismo, pues el Ostensorio con el Sanctissimum, la Hostia Consagrada, se adora en el catolicismo como el Cristo Real. Se dice que el pan y el vino se transforman, también en sentido físico, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Esto es la supervivencia, no de la iluminada sabiduría pagana que veía lo espiritual detrás de todo fenómeno sensorial, sino de la idolatría fetichista en la que la estatua era tomada como el dios mismo.

En la actualidad, es casi imposible imaginar la intensidad con la que la gente creía en esas imágenes del dios –a menos que uno mismo haya tenido la experiencia de conocer algún caso. Yo mismo conocí una vez a un catedrático muy inteligente –toda persona de esa clase es inteligente, sólo que la ciencia moderna no conduce a lo espiritual. El hombre era ruso e hizo un viaje desde Japón cruzando Siberia. En el medio de Siberia, percibió que sentía un profundo desasosiego, se sentía solo y desamparado. ¿Y qué hizo? Algo que ninguno de ustedes –ni, por cierto, ningún occidental– jamás pensaría en hacer. Pero este hombre, aunque era muy ilustrado, era mitad asiático. Hizo en madera la figura de un dios. Y, de ahí en más, la llevaba consigo en todos sus viajes y le rezaba con fervor. Cuando yo lo conocí tenía los nervios en estado desastroso; su enfermedad había provenido de adorar a su dios de madera. ¡A ustedes les ha de resultar difícil concebir lo que significa adorar a un ídolo semejante!

Ahora bien, los Misterios que aún existían en la época de la fundación del cristianismo tenían la profunda preocupación de cómo conducir a los hombres hacia lo espiritual. Y así, lo que en épocas anteriores había sido presentado visualmente durante la Fiesta de Adonis ahora tenía que ser revivido solamente en la recordación, por medio de la plegaria. Esa era la intención… pero en vez de volverse espiritual, todo se volvió materialista; se externalizó, se hizo formal.

Hacia los siglos III y IV A.D., se excitaba todo tipo de emociones durante el Karfreitag, [el Viernes Santo]; los sacerdotes ofrecían plegarias; y a las 3 de la tarde, hora en la que se suponía que había muerto Cristo, las campanas dejaban de sonar. Todo quedaba en calma. Y luego, externalizando de nuevo, exactamente como en la antigua Fiesta de Adonis, se enterraba el Crucifijo, la figura de Cristo en la Cruz; en épocas posteriores, se la cubría con un velo. Tres días después venía la Pascua –la fiesta de la Resurrección. Pero, fundamentalmente, el modo y la forma de la celebración eran iguales a los de la antigua Fiesta de Adonis. La forma de la celebración indica que poco a poco las almas de los hombres iban cayendo bajo la autoridad de Roma.

En muchas regiones, como el lugar donde yo pasé mi juventud, por ejemplo –si ocurre aquí también, no lo sé– es costumbre que, el viernes antes de Pascua, los niños varones se reúnan alrededor de la iglesia con matracas y juguetes musicales, y canten las siguientes palabras:

Wir rätschen, wir rätschen am Dom.
Die Glocken ziehen nach Rom
.

Como ven, todo apuntaba hacia Roma, especialmente en la época de la Fiesta de Pascua.

Los hombres del presente deben emerger del materialismo para entrar en una vida de conocimiento espiritual; deben aprender a entender las cosas de manera espiritual, sobre todo cosas como la Fiesta de Pascua. Cada año, durante la Fiesta de Pascua, podemos recordarnos a nosotros mismos que el día de duelo, el Chara, conmemora la partida del ser humano del mundo físico: durante tres días después de la muerte continúa mirando hacia atrás, hacia el mundo físico; luego se desprende de su cuerpo etérico como un segundo cadáver; pero, entonces, en su cuerpo astral y en su Yo, surge nuevamente a la vida en el mundo espiritual. Esto también es parte del acto de recordación, aunque sería barbárico esperar canciones de júbilo tres días después de una muerte. Pero, sin embargo, podemos recordar estas canciones de júbilo cuando pensamos en la inmortalidad del alma humana y en cómo, al cabo de tres días, el alma vuelve nuevamente a la vida en el mundo espiritual.

Existe una relación entre la Fiesta de Pascua y toda muerte humana. En cada muerte humana nuestra actitud debe ser que, aunque el duelo sea inevitable, la Fiesta de Pascua ha de llegar y en ella hemos de recordar que toda alma después de la muerte se eleva de nuevo a la vida en el mundo espiritual.

Ustedes conocen, por supuesto, la festividad que conmemora la muerte de todos los seres humanos: se la llama Fiesta de los Fieles Difuntos y aún se celebra en el otoño. Cuando se perdió la conexión de esta fiesta con la Fiesta de Pascua, se colocó delante de ella, en el calendario, el Día de Todos los Santos. Pero, en realidad, El Día de los Fieles Difuntos debería celebrarse como día de los Muertos y la Fiesta de Pascua, como día de la Resurrección. Estas festividades van juntas, ¡aunque ahora estén separadas por un lapso de casi medio año! Con el calendario en su forma actual resulta a veces imposible entender lo que verdaderamente encierran estas fiestas.

Pero recuerden: todo en la Tierra está en verdad regido por el Cielo. La gente se sorprende si alguna vez nieva durante la Pascua porque esa es la época para que las plantas florezcan, no para que nieve. Y se sorprenden porque sienten que la Fiesta de Pascua tiene como objeto celebrar la resurrección, la inmortalidad del alma humana.

Esta actitud y conocimiento hacen que toda la Fiesta de Pascua sea una experiencia profunda y sentida, que recuerda a quienes la celebran algo que se relaciona con el hombre mismo y con su vida en el curso de las estaciones del año. La única relación con las estaciones del año a la que hoy se le presta alguna atención es que, en el invierno, uno usa un saco de invierno y, en el verano, una chaqueta de verano; que en verano se transpira y en invierno se tirita – todas ellas, consideraciones materiales. Lo que no se sabe es que con la llegada de la primavera, hay fuerzas espirituales que operan activamente para sacar las plantas de la tierra, y que, con la llegada del otoño, nuevamente hay fuerzas espirituales que operan como fuerzas de destrucción. Cuando esto se entienda, los hombres han de ver vida y ser en toda la naturaleza. Mucho de lo que hoy se dice sobre la naturaleza es una tontería. La gente ve una planta, la arranca del suelo y se pone a estudiar botánica… porque no saben nada sobre las cosas esenciales. Si yo fuera a arrancar un pelo y me pusiera a describirlo, sería una tontería, porque el pelo no puede surgir por sí mismo; tiene que crecer en un ser humano o en un animal. Nada de lo que se pudiera aplicar sobre la superficie de una piedra inerte haría que de allí creciera un pelo. Para que un pelo crezca, es necesario que en su origen haya vida. Las plantas son como los pelos de la Tierra, porque la Tierra es un ser viviente. Y así como el hombre necesita al aire para vivir, la Tierra necesita a los astros con su espiritualidad; la Tierra inhala las fuerzas espirituales de los astros para vivir. El hombre se mueve sobre la Tierra y la Tierra se mueve a través del Cosmos, vive en el Cosmos. La Tierra es un ser viviente.

Podemos recordar esto, al menos, durante la Fiesta de Pascua –que la Tierra misma es un ser viviente. Cuando la Tierra produce las plantas, es joven, de igual manera que el niño es joven cuando su pelo suave crece. El hombre viejo pierde el pelo al igual que la Tierra, en el otoño, pierde las plantas. Lo que sucede es que la vida de la Tierra cumple su ciclo a un ritmo diferente: juventud en la primavera, vejez en el otoño; de nuevo juventud, de nuevo vejez –mientras que, en el hombre, los periodos son mucho más largos. Todo, en el universo, está vivo. Al pensar en la Fiesta de Pascua y con el espectáculo de la naturaleza que comienza a despertar ante nuestros ojos, podemos decir: la muerte no está permanentemente presente; los seres tienen que pasar por la muerte pero la vida es la realidad esencial. En todos lados, la vida triunfa sobre la muerte. La Fiesta de Pascua está ahí para recordarnos de ese triunfo y darnos fuerza. Si los hombres adquieren esta clase de fuerza, serán capaces de poner manos a la obra para mejorar las condiciones externas con profunda percepción e inteligencia –y no de la manera que es usual en la actualidad. Primero y principal, necesitamos a la Ciencia Espiritual para volver a aliarnos otra vez con el mundo espiritual –que es un mundo de vida, no de muerte.

En este sentido, espero que la Fiesta de Pascua sea tan bella en sus almas como las flores que están creciendo ahora de la tierra.

En la Fiesta de Pascua, entonces, sintamos esto: Los hombres pueden ir a su trabajo con renovado coraje y con alegría. Aun cuando en el presente no haya muchas oportunidades de encontrar alegría en el trabajo cotidiano, ¡quizás aquí sea diferente! De todos modos, quería decirles estas cosas hoy y desearles una hermosa Pascua en el sentido del conocimiento que surge de la Ciencia Espiritual.