El cerebro y el pensar

by Rudolf Steiner

Conferencia de Rudolf Steiner para los obreros que construyeron el primer Goetheanum

5 de enero de 1923, Dornach - GA 348

Esta fue la primera conferencia pronunciada ante los obreros tras la destrucción del Goetheanum por un incendio provocado en la Nochevieja de 1922/23. Como muestra de su apoyo, todos los presentes se pusieron en pie cuando entró Rudolf Steiner.

Dr. Steiner: Es difícil expresar con palabras el dolor que siento. Sé de su profunda solidaridad, así que permítanme ser breve. Permítanme aprovechar esta oportunidad para llamar la atención sobre el hecho de que ya el 23 de enero de 1921, aquí en esta sala, leí de un folleto una declaración hecha por un oponente, de hecho, ya se puede decir un enemigo, que decía así:

Hay muchas chispas de fuego espirituales que golpean como relámpagos contra la ratonera de madera. Steiner tendrá que ser muy astuto para obrar de modo conciliador y así evitar que, algún día, una verdadera chispa de fuego acabe con la grandeza de Dornach.

Verán, con tanta palabrería incendiaria no es de extrañar que ocurra algo como el incendio y, en vista de tan vehemente hostilidad, era algo fácilmente de temer. Se puede comprender por qué era fácil de temer. Sin embargo, es cierto que incluso ahora se puede ver lo que piensan ciertos grupos sobre el asunto. No hay más que ver el antagonismo contenido en el mal gusto de los periódicos, que ahora, después de que el Goetheanum ha sido destruido, preguntan: “¿Es que el ‘clarividente’ Steiner no previó este incendio?". Que tales actitudes sean también prueba de una gran estupidez es algo de lo que no deseo hablar ahora. Sin embargo, ¡el hecho de que algunas personas consideren necesario publicar tales declaraciones indica un grado malicioso de hostilidad! Uno se da cuenta de lo que piensa la gente y de lo burdas que son las cosas hoy en día. ¡Es ciertamente algo burdo!

Sin embargo, pueden estar seguros de que nunca dejaré que nada me desvíe de mi camino, pase lo que pase. Mientras viva representaré a mi causa y seguiré de la misma manera que hasta ahora. También, naturalmente, espero que no haya interrupción aquí en ningún área, para que en el futuro podamos trabajar juntos en este lugar de la misma manera que lo hemos hecho antes; al menos, esa es mi intención. Pase lo que pase, creo que el edificio tendrá que reconstruirse de alguna forma; sin duda, no escatimaremos esfuerzos para ello. Por lo tanto, debemos seguir como hasta ahora; se trata simplemente de un compromiso interior.

Hoy, deseo aprovechar nuestro tiempo diciéndoles algunas cosas que se relacionan con el tema que discutimos un poco antes de este triste acontecimiento. Traté de mostrarles que una verdadera ciencia debe trabajar para reconocer de nuevo los aspectos anímico-espirituales del ser humano. No creo que ustedes tengan idea de cuán emocional es la reacción que este asunto suscita hoy dentro de los círculos científicos. Estos círculos científicos, como se llaman a sí mismos hoy en día, que son tomados como algo especial por los profanos, son los mismos que están dispuestos a hacer causa común con todas las fuerzas hostiles existentes cuando se trata de proceder contra el movimiento antroposófico. Hay que ver que el odio contra el movimiento antroposófico no es en absoluto un asunto leve. Durante los días en que tuvo lugar la tragedia, me llegó, por ejemplo, un informe sobre la formación de una asociación que se autodenomina "Asociación de Expertos en Antroposofía no-antroposóficos". Se trata de personas que, naturalmente, no tienen nada que ver con la tragedia, pero que forman parte de toda la oposición. El informe concluye con las siguientes palabras: "Esto exige una lucha a vida o muerte. El bando que tenga al Espíritu Santo obtendrá la victoria".

Es obvio, por las idioteces que dicen estas personas, que quieren una lucha a vida o muerte, que el espíritu -dejando completamente de lado al Espíritu Santo- no está con estas personas. Eso es evidente de inmediato en las actas de su reunión. Sin embargo, el espíritu de odio que existe se expresa en la frase: "Esto exige una lucha a vida o muerte". Hay gente que libra esta lucha, y el número de opositores no es ciertamente pequeño. Los llamados grupos científicos participan hoy en estos asuntos, y de forma muy intensa.

Debo seguir insistiendo en esto, porque la autoridad de la ciencia es muy fuerte hoy en día. Para saber algo, se recurre a un supuesto experto científico, porque así es como están dispuestas las cosas. Los legos no conocen los medios por los cuales tales personas se convierten en "expertos" y que uno puede ser el mayor idiota y sin embargo ser un "experto" con certificaciones, etc. Estos asuntos deben ser comprendidos en su totalidad, por lo que es importante llegar al fondo de las cosas y entender lo que realmente subyace en su fundamento. Las primeras frases que se enseñan a los niños en la escuela hoy en día -no directamente, sino indirectamente- ¡son en su mayoría basura! Las cosas que hoy se consideran evidentes son en realidad tonterías.

Hoy en día se nos ataca por todas partes si decimos que no tiene sentido que el cerebro piense, porque en todas partes se está de acuerdo en que el cerebro piensa y que donde no hay cerebro no puede haber pensamiento, que no hay pensamientos donde no hay cerebro. Pues bien, en mis conferencias habrán visto que el cerebro desempeña naturalmente un papel en el pensamiento y tiene en ello su importancia. Pero si esas personas, que de hecho hacen poco uso de su cerebro, afirman que el cerebro es una especie de máquina con la que se piensa, eso es mera irreflexión. No es de extrañar que una persona simple e inculta crea esto, porque no está en posesión de toda la información y por eso se adhiere a la voz de la autoridad. Sin embargo, la afirmación de que el cerebro piensa no encierra lógica ni verdadero pensamiento, y hoy les daré una serie de ejemplos para demostrarlo.

Si se observa un escarabajo pequeño, se ve fácilmente que tiene una cabeza pequeña. Si se disecciona la cabeza de un escarabajo de este tipo -el escarabajo enterrador, por ejemplo- no se descubre nada parecido a un cerebro, que se supone que es el aparato pensante. Naturalmente, el pequeño escarabajo no tiene cerebro en este sentido, sino sólo un pequeño bulto, un bulto de nervios, se podría decir. No tiene ni siquiera el principio de un cerebro completo.

Ahora les relataré una escena a modo de ejemplo, pero antes de darles este ejemplo debo decirles que estos escarabajos enterradores siguen siempre la costumbre de poner sus huevos, y de ellos salen gusanos que sólo más tarde se transforman en escarabajos. En cuanto salen de los huevos, estos diminutos gusanos necesitan carne para alimentarse. No podrían vivir sin ella. Entonces, ¿qué hace el escarabajo enterrador? Busca en el campo un ratón muerto, un pájaro muerto o un topo, y cuando encuentra uno -un ratón muerto, por ejemplo- vuelve corriendo a casa, para regresar luego, pero no solo, sino con otros escarabajos. Estos escarabajos con los que ha vuelto corren alrededor del ratón. Imaginemos el ratón aquí (dibujo); el escarabajo lo ha descubierto; sale corriendo y vuelve con otros escarabajos enterradores. Los vemos correr a su alrededor. A veces observamos que luego todos abandonan el lugar corriendo. Otras veces, los vemos llegar, correr alrededor del ratón muerto y empezar a cavar. Primero escarban el suelo bajo el ratón y luego a su alrededor. El ratón se hunde cada vez más en la tierra mientras ellos siguen cavando. Cavan hasta que el ratón se hunde en el suelo. Entonces buscan a las hembras, que ponen sus huevos en él. Por último, tapan completamente el agujero para que los transeúntes no se den cuenta. Antes he mencionado que a veces se puede observar cómo los escarabajos se marchan sin regresar. Cuando investigamos esto, descubrimos que el suelo es demasiado duro para excavar. Los escarabajos parecen haberse dado cuenta de que aquí no pueden hacer nada. Siempre que se quedan y empiezan a cavar, el suelo es blando.

Es increíblemente extraño pero cierto que sólo diez o doce escarabajos regresen con el que hace el descubrimiento, nunca cuarenta o cincuenta. Sólo vuelven tantos escarabajos como son necesarios para hacer el trabajo. El primer escarabajo no trae más ayudantes de los que necesita, ni trae menos. Llega con el número justo para hacer el trabajo. Parece increíble, pero no es un cuento de hadas. La gente ha podido demostrar este fenómeno con todo tipo de experimentos. Es absolutamente cierto.

La persona que describió por primera vez la actividad de estos escarabajos no era un supersticioso, sino alguien con buen juicio. Era amigo del botánico Gleditsch y se dedicaba a la ciencia en la primera mitad del siglo XIX, una época en la que la ciencia aún tenía una base más sólida. Se dedicó al trabajo experimental y en una ocasión utilizó sapos en sus experimentos. Estas pruebas estaban destinadas a algo completamente distinto —como ustedes saben, la electricidad se descubrió por primera vez gracias al trabajo con el muslo de una rana— y él necesitaba secar un sapo muerto.

¿Qué hizo este científico natural? Sacó afuera el sapo muerto y lo clavó en un pequeño trozo de madera para dejar que el sol lo secara rápidamente. Al cabo de un rato, volvió para controlar y encontró varios escarabajos trabajando afanosamente a su alrededor. Decidió dejar en paz al sapo muerto y observar qué hacían los escarabajos. ¿Y qué hicieron? Siguieron cavando hasta que la madera cayó y el sapo estuvo en el suelo, en el agujero; entonces dejaron que las hembras pusieran sus huevos en él. Hecho esto, los escarabajos cubrieron de tierra el sapo y la madera a la que estaba clavado. Ahora bien, si un ser humano hiciera eso, uno pensaría que también enterró el palo para ocultar todo rastro. Como ven, los escarabajos enterradores hacen exactamente lo que haría un ser humano inteligente; es más, estoy convencido de que muchos estúpidos no harían algo así ni de lejos. Vemos, pues, que lo que se llama astucia, inteligencia, está presente sin que los escarabajos la posean.
Uno podría calificar esto de tontería y decir que no tiene por qué considerarse inteligencia, que es estúpido decir que es inteligencia puesto que es simplemente instinto. Por supuesto, considero estúpido que una persona utilice la palabra "instinto" en este caso, equivocándose así de camino. Sin embargo, uno necesita una palabra, e "instinto" se utiliza para todo, de modo que no hace falta pensar en absoluto. Debo aprender a conocer la cuestión en sí -da lo mismo cómo la llame-, debo aprender a conocer la cuestión. Aun así, uno podría objetar diciendo: "De acuerdo, pero lo que nos ha dicho sigue siendo una tontería. Los escarabajos nacen con esta capacidad; la transmiten genéticamente; no hay que pensar aquí en la inteligencia. Es inherente a su naturaleza física, y no hay necesidad de pensar que estos escarabajos poseen inteligencia."

Ahora les contaré otra historia que fue relatada por una persona de autoridad incontestable, una historia que también ha sido relatada por otros, pero sobre todo por Darwin, una fuente incontestable; después de todo, la gente jura por Darwin, ¿no es así? Darwin observó esta actividad en avispas, no en escarabajos. El cerebro de las avispas no es mayor que el de los escarabajos. Sus larvas también necesitan carne en cuanto salen del cascarón. Ahora bien, estas avispas son más débiles que los escarabajos, incluso cuando se agrupan, por lo que no pueden manipular topos o sapos muertos, sino que prefieren criaturas más pequeñas que puedan manejar sin ayuda. Por eso estas avispas recogen pequeños animales como moscas y similares para sus crías.

Darwin, considerado el mayor científico natural del siglo XIX, observó a una avispa que necesitaba un animal así, una avispa hembra, cargada de huevos, que buscaba un insecto en el que ponerlos. Al encontrar una mosca, una mosca muerta, en el suelo, intentó volar con ella, pero le resultaba demasiado difícil. ¿Qué hizo la avispa? Le arrancó la cabeza y los cuartos traseros a la mosca y se fue volando con el pecho y las alas, que podía sustentar. Sin la cabeza y los cuartos traseros de la mosca, la avispa ya podía volar. Ahora —y como ya he dicho, Darwin observó todo esto— soplaba una fuerte brisa y la avispa no podía volar hacia delante porque las alas de la mosca atrapaban el viento. Las dos alas atrapaban el viento y no podía volar hacia delante. Una vez más, ¿qué hizo la avispa, cargada con la mosca? Aterrizó en el suelo, le arrancó las dos alas y se fue volando con el pecho de la mosca sin las alas.

En este caso es imposible decir que esto sea otra cosa que deliberado, ya que la avispa, después de todo, se adaptó al viento. Morder las alas no puede ser inherente a la avispa. Debe ser lo que se llama inteligencia lo que motiva al insecto. La avispa se dice a sí misma que, si quita las alas, el viento no se embolsará en ellas. Es imposible que esto sea hereditario; lo que existe es lo que se llama deliberación; en consecuencia, hay que admitir que aquí actúa realmente la inteligencia. Aquí actúa la inteligencia.

Ahora pueden ver cómo procedían los científicos en el siglo XIX. Les he mencionado a propósito a Darwin, que observó esto. Sin embargo, ¿cuál fue su conclusión? Darwin dijo que todo lo que observamos en los animales se produce sólo a través de la herencia y a través de la selección natural, y así sucesivamente.

Para establecer teorías, la gente simplemente suprime lo que ella misma sabe. Este es el punto esencial, que la gente suprime lo que sabe para establecer teorías convenientes. Tales teorías no son en absoluto científicas y sólo desorientan y confunden al público. Darwin fue ciertamente un gran hombre, y nadie ha reconocido sus logros positivos de forma más amable que yo. He escrito todo lo posible a favor de Darwin, pero, curiosamente, debemos darnos cuenta de que incluso aquellos que han hecho contribuciones significativas han sufrido el mal de no tener ojos para los hechos. A pesar de los grandes triunfos científicos logrados en el mundo exterior, es característico de los científicos del siglo XIX que la gente perdiera por completo el sentido para captar los hechos, y que éstos fueran simplemente suprimidos.

Ahora, vayamos más lejos. Consideremos otros insectos. En estos asuntos hay que estudiar a los insectos, porque pueden iluminar nuestro tema particularmente bien; podemos estar bastante seguros de que en su caso no deben su inteligencia a tener un gran cerebro, porque esto ciertamente no lo tienen. Por lo tanto, hay que estudiar a los insectos en esta materia. En efecto, no sólo son capaces de iluminar las cosas que acabo de describir, sino también muchas otras. Los insectos ponen sus huevos, y de ellos nunca sale un insecto maduro, sino sólo pequeños gusanos. Con las mariposas, que son insectos, es aún más complicado. Primero aparece un gusanito, una oruga; ésta pupa, y finalmente de la crisálida emerge la mariposa. Se trata de una gran transformación, pero en realidad ocurre con todos los insectos. Hay algunos insectos que, cuando alcanzan la madurez, sólo se alimentan de plantas. Como ustedes saben, caballeros, no estoy abogando por el vegetarianismo, pero estos insectos son vegetarianos. Sólo comen plantas. Lo extraño es que sus larvas, los gusanos, necesitan carne cuando eclosionan. Por lo tanto, estos insectos tienen una gran peculiaridad, que nacen con una preferencia alimenticia completamente diferente de la que adquieren más tarde. Se convierten al alimento vegetal sólo cuando son insectos completamente desarrollados. Cuando aún son pequeños y tienen un aspecto completamente distinto —como gusanos o lombrices— se alimentan de carne.

¿Qué hacen estos insectos maduros? Buscan a otros insectos, en su mayoría orugas, y ponen sus huevos sobre sus espaldas. Ellos mismos ya no tienen apetito de carne, pero saben que de sus huevos nacerán gusanos que necesitan carne. Por lo tanto, ponen sus huevos en el cuerpo de una oruga o de un animal de ese tipo. Aunque uno puede maravillarse ante esta astucia, hay mucho más. Incluso se puede decir que estos gusanos recién nacidos ya son inteligentes. Algunas especies de gusanos se alimentan de carne viva. Cuando llega el momento de poner los huevos, este insecto, que tiene un aguijón, pincha a otro insecto vivo que es más grande y pone muchos huevos en su interior. A veces se depositan así numerosos huevos que llenan el cuerpo de la oruga y de los que salen los gusanos. Los gusanos se encuentran entonces dentro del cuerpo de este otro insecto. Estos huevos sólo se depositan en insectos vivos, porque si el animal en el que se depositan muriera, los huevos se perderían, ya que los gusanos sólo pueden sobrevivir en carne viva. Por lo tanto, si un gusano destruyera un órgano vital del insecto huésped y le causara la muerte, todos los demás gusanos que nacieran de los huevos perecerían. Sin embargo, estas pequeñas criaturas son tan astutas que nunca se comen nada de la oruga viva, excepto aquellas partes que no son necesarias para su supervivencia. Se salvan todos los órganos vitales y la oruga sigue viva. Independientemente del número de huevos depositados, sólo se consume la cantidad necesaria para garantizar la vida del insecto huésped.

Como ven, estas cosas se saben pero simplemente se suprimen. La gente lo sabe pero lo suprime, y no cae bien, naturalmente, cuando uno las señala, porque ello no sólo muestra la incapacidad sino la franca deshonestidad de la ciencia oficial.
En el caso de los animales y los insectos, se puede decir que no poseen inteligencia, porque no tienen aparato de inteligencia, es decir, cerebro. Sin embargo, la inteligencia actúa en lo que hacen, y hay que admitir que la inteligencia está ahí. Los animales no reflexionan; reflexionar requeriría un cerebro; los animales no reflexionan, pero lo que tiene lugar en sus actividades es inteligente. De hecho, ocurre que los animales tienen incluso algo parecido a la memoria. No tienen memoria, pero sí algo parecido. Se puede observar esto, por ejemplo, si se es apicultor. Aquí tenemos una colmena. Las abejas eclosionan. Para hacer un experimento, trasladamos la colmena a un lugar cercano. Las abejas regresan al primer lugar; naturalmente, esto es "instinto", y no hay necesidad de sorprenderse por ello; vuelan en la dirección de la que se alejaron. Ahora, sin embargo, empiezan a buscar la colmena por todas partes y vuelan en su busca. Llegan al nuevo emplazamiento, pero no entran inmediatamente en la colmena. En lugar de ello, forman un enjambre alrededor de la colmena durante mucho tiempo, y se puede concluir que la están examinando para ver si es suya. El escarabajo enterrador hace lo mismo cuando examina el suelo para ver si es duro o blando. Aunque las abejas no tienen memoria, el incidente anterior demuestra que, no obstante, poseen algo parecido a la memoria; a saber, deben determinar si se trata de la misma colmena. Nosotros lo hacemos con nuestra memoria; las abejas lo hacen con algo parecido.

Lo que funciona como inteligencia a través de la cabeza humana, funciona en todas partes. La inteligencia actúa en todas partes; incluso en los insectos hay una inteligencia maravillosa. Imagínense qué maravillosa inteligencia es la que actúa cuando las larvas que eclosionan dentro del cuerpo de la oruga no se alimentan inmediatamente del estómago de la oruga. Si lo hicieran, todos los gusanos perecerían. Comparada con las tácticas empleadas por los humanos durante la guerra, la inteligencia que gobierna al insecto despierta respeto y pone en evidencia la estupidez de los seres humanos. En este sentido, los seres humanos no tienen ninguna razón para atribuirse la posesión exclusiva de la inteligencia.

Ahora les diré algo más. Todos ustedes conocen el papel. Todos ustedes saben que el papel que tenemos hoy en día se inventó no hace más de cuatrocientos o quinientos años. Antes se utilizaban pergaminos y todo tipo de materiales para escribir. El hombre civilizado descubrió el llamado papel de trapo hace apenas cuatro o cinco siglos. Antes, el hombre escribía sobre cuero, etc. ¿Cómo se descubrió el papel? Había que descubrir cómo mezclar determinadas sustancias de una manera específica. Quizá alguno de ustedes haya estado en una fábrica de papel. Al principio, el papel es líquido; luego se solidifica, etc. Se produce de forma puramente artificial a través de diversos medios químicos y mecánicos. Quizá no sólo hayan visto papel, sino también de vez en cuando un nido de avispas. Un nido de avispas se construye así (esbozo). Se sujeta a algo y se forma para que las avispas puedan volar hasta él. Es gris, no blanco —pero el papel también puede ser gris— y este avispero es de papel de verdad. Si uno se pregunta de qué está hecho químicamente un avispero, químicamente es idéntico al papel. Es papel auténtico.

Sin embargo, las avispas llevan miles y miles de años construyendo sus nidos, no sólo cuatrocientos o quinientos. Se puede ver, por tanto, que las avispas fabricaban papel mucho antes que los humanos. Es simplemente un hecho: el nido de las avispas está hecho de papel. Si, hace miles de años, la gente hubiera sido lo suficientemente inteligente como para examinar la sustancia de un nido de avispas, entonces habrían descubierto el papel. Sin embargo, la química no estaba tan avanzada; tampoco lo estaba la escritura, a través de la cual también han surgido algunas cosas que no sirven precisamente a la humanidad. En cualquier caso, la avispa ha fabricado papel durante muchísimo más tiempo que el ser humano.

Naturalmente, podría seguir hablando, no durante horas, sino durante días, de cómo la inteligencia lo impregna todo y se encuentra en todas partes. El hombre simplemente recoge esta inteligencia que está esparcida por el mundo y la pone en uso. Gracias a su cerebro bien desarrollado, puede utilizar lo que impregna el mundo. Gracias a su cerebro, puede utilizar en su propio beneficio la inteligencia contenida en todas las cosas.

Nuestro cerebro no nos ha sido dado para producir inteligencia. Es una tontería creer que producimos inteligencia. Es tan estúpido como decir: "Fui al estanque con un cántaro a buscar agua. Mira, ahora contiene agua; hace un minuto no había; por lo tanto, ¡el agua se materializó de las paredes del cántaro!". Todo el mundo dirá que eso es una tontería. El agua vino del estanque; no fue producida por el cántaro. Los expertos, sin embargo, señalan al cerebro, que simplemente recoge la inteligencia porque está presente en todo, como el agua, y afirman que la inteligencia surge de su interior. Es tan absurdo como decir que el agua la produce el cántaro. Al fin y al cabo, la inteligencia está presente incluso donde no hay cerebro, del mismo modo que el estanque no depende del cántaro. La inteligencia existe en todas partes, y el hombre puede apoderarse de ella. Al igual que el agua del cántaro puede utilizarse, el hombre puede hacer uso de su cerebro cuando recoge la inteligencia que está presente en todas partes del mundo. Sin embargo, hasta el día de hoy, no está haciendo un uso especialmente destacado de ella.

Ya ven que se trata de pensar correctamente. Pero aquellos que nunca piensan correctamente —porque demuestran que no pueden pensar correctamente— afirman que la inteligencia es producida por el cerebro. Esto es tan insensato como afirmar que el agua de un estanque es producida por su recipiente. Tal necedad, sin embargo, es la ciencia actual. En realidad, estos asuntos deberían ser obvios; uno simplemente debería darse cuenta de que la inteligencia es algo que se debe recolectar.

Ahora bien, podemos tomar nuestro cerebro y proponernos recoger inteligencia en algún lado. Pero el cerebro no recoge inteligencia, del mismo modo que el cántaro vacío permanece vacío cuando así lo guardamos. Por sí solo, el cántaro no puede recoger agua, ni el cerebro recoge inteligencia por sí mismo. Al igual que sucede con el cántaro de agua vacío, no se puede abandonar el cerebro a sus propios medios y esperar que funcione. ¿Qué debe estar presente para que el cerebro pueda reunir inteligencia?

El cántaro de agua vacío tomado en sí mismo puede compararse con la creencia de que el hombre sólo se compone de sangre, nervios y cerebro. Tiene que haber algo más que haga la recolección y recoja inteligencia por medio del cerebro. Es el elemento psíquico-espiritual del hombre el que hace la recolección. Este elemento entra en el hombre como he descrito recientemente en la conferencia sobre el desarrollo embrionario. Ha existido previamente en el mundo anímico-espiritual y sólo hace uso de lo físico. Si no se suprimen los hechos, si uno ve que la inteligencia, igual que el agua, lo impregna todo y, como el agua en un cántaro, debe ser recogida, entonces —si uno es un científico serio y no un charlatán— debe buscar al recolector. Esto es simplemente lo que se desprende del uso de la razón clara. No es cierto que la ciencia antroposófica del espíritu sea menos científica que la ciencia ordinaria; es mucho más científica, mucho más científica.

Anteayer se pudo ver el tipo de lógica que emplea la gente. Como saben, hace poco se celebró aquí un curso de ciencias naturales. Ya les he hablado de los experimentos realizados en Stuttgart sobre la función del bazo. Confirmamos que el bazo tiene la tarea de servir como una especie de regulador del ritmo digestivo. La circulación de la sangre tiene un ritmo definido, como se observa en el pulso con sus setenta y dos latidos por minuto. Estos latidos están relacionados con la ingesta de alimentos. Las personas le prestan poca atención a una ingesta rítmica de los alimentos; no son demasiado eficaces en esto y, con frecuencia, no tienen un horario fijo para las comidas. Peor aún, la gente ingiere indiscriminadamente alimentos que le son útiles y otros que no. Aquí no existe la regularidad que hay en la sangre. Si yo, por ejemplo, como a la una en lugar de a las dos, se trata de una irregularidad. La circulación sanguínea, después de todo, no funciona así y no produce un pulso diferente cuando necesita alimento. Aquí es donde el bazo toma el control. Hemos intentado demostrarlo con experimentos y hasta cierto punto hemos tenido éxito. Se necesitan más experimentos y deben hacerse pronto, pero hemos podido demostrar hasta cierto punto que el bazo es un regulador. Aunque tengamos hábitos alimentarios irregulares, el bazo mantiene la comida en los intestinos mientras la sangre la necesite. Si no nos privamos demasiado del alimento, el bazo suministra a la sangre grasa extraída de nuestro propio cuerpo —si nos privaramos mucho del alimento, hasta el bazo sería incapaz de funcionar correctamente.

Pues bien, por ser completamente sinceros, la Dra. Kolisko afirmó con toda honestidad en su libro que en mi curso de medicina indiqué que el bazo tiene esta tarea, y ella procedió a continuación con experimentos para confirmarlo. Entonces un catedrático de Munich dijo que esto era fácil; ella ya había recibido las indicaciones de la antroposofía y por eso tenía todo en la palma de la mano. No se supone que sea ciencia hipotético-deductiva si se parte de indicaciones y luego se realizan experimentos. Dijo, por lo tanto, que esto no es ciencia hipotético-deductiva.

¿Por qué dice eso el profesor? Porque la gente no desea trabajar teniendo un pensamiento como guía. En lugar de eso, esperan recibir un montón de material en sus laboratorios, y se ponen a experimentar a ciegas hasta que aciertan a dar con algún resultado. A esto lo llaman ciencia hipotético-deductiva, pero no hay ninguna hipótesis en ello. Ocasionalmente, los descubrimientos más significativos se producen por casualidad. Y, bueno… ¡hasta un perro ciego encuentra a veces un bocado! Pero ¿cómo podríamos progresar si en nuestros laboratorios nuestro trabajo no siguiera nuestras ideas?

El profesor de Munich dice que no es ciencia hipotético-deductiva trabajar con indicaciones. Ahora, imaginemos que en algún lugar se hubieran realizado experimentos que demostraran la función del bazo, pero que un incendio hubiera destruido los informes del trabajo. Sólo se conocería el resultado final. ¿No podría aparecer alguien y decir que repetiría esos experimentos? Y esto no sería diferente a que nosotros partamos de estas indicaciones. Ese mismo profesor tendría que objetar también eso por no ser científico. ¿No sería absurdo? La única diferencia aquí es que yo he hecho mis indicaciones rastreando el curso espiritual de la materia, pero lo he hecho de tal manera que puede seguirse fácilmente según la ciencia anatómica. Luego, mediante experimentos, otra persona busca la confirmación de lo que se había indicado con precisión. Nuestra tarea aquí era simplemente mostrar una prueba física correcta de lo que yo había dicho. No hay ninguna diferencia lógica entre mis conocimientos adquiridos por medios científicos espirituales y lo que otra persona ya ha encontrado antes por medio de experimentos.

¿Qué significa que alguien considere que es ciencia hipotético-deductiva cuando se ha descubierto algo por medios físicos, aunque se hayan quemado las descripciones de las pruebas, mientras que nada de lo hecho por la antroposofía se considera ciencia hipotético-deductiva? Significa que no se es honesto y que desde el principio se condena cualquier cosa que provenga de la antroposofía. A la gente no le preocupa realmente la ciencia hipotético-deductiva; son tan tontos que no se dan cuenta de que se trata de un disparate lógico. Dicen que la nuestra no es ciencia hipotético-deductiva no porque sea lógico decirlo, sino sólo porque deriva de la antroposofía. La gente es demasiado tonta para comprender lo que proviene de la antroposofía. Naturalmente, su falta de comprensión les enfada, y por eso la condenan. La verdadera razón por la que la antroposofía se considera herejía es que quienes se dedican a la así llamada ciencia no piensan y no pueden comprender la antroposofía. Este es un aspecto de toda nuestra civilización. Hoy es posible ser un gran científico o erudito sin ser capaz realmente de pensar. En el futuro habrá que cultivar de verdad la honestidad, una honestidad que tenga en cuenta todos los hechos, no sólo aquellos que encajan convenientemente con la teoría favorita de cada uno, desorientando así al público.

El odio a la antroposofía se basa en gran parte en la honestidad de la antroposofía, algo que la gente no quiere concederle. Si la gente tuviera un sentido más agudo de la verdad, a menudo dejarían de escribir después de la primera frase. Sin embargo, como todos sus argumentos contra la antroposofía se derrumbarían si se la estudiara debidamente, inventan todo tipo de falsedades al respecto. A la gente que inventa falsedades sobre la antroposofía no le importa la verdad, y una vez que empiezan a decir mentiras, van más allá. Así surge la grave difamación de la antroposofía. ¿Cuál es el resultado? Una persona que se deja engañar por todo esto cree que los antropósofos se dedican a lo diabólico. Una persona así se engaña con todo esto porque naturalmente les cree a las autoridades, que no dicen la verdad. La antroposofía es muy perjudicada por estas mentiras que se hacen circular, cuando su único objetivo es centrarse en los hechos y ser una verdadera ciencia.

En vista de la dolorosa tragedia que se ha desatado aquí, debemos al menos examinar el estado real de las cosas y darnos cuenta de cómo se está calumniando a la antroposofía con un espíritu de pura falsedad.

Yo mismo me opongo rotundamente a cualquier agitación procedente de nuestro lado. Naturalmente, no puedo detenerlo todo, pero cuando les hablo estoy señalando estrictamente hechos. Esto es todo lo que he hecho hoy, y de estos hechos he extraído una caracterización general de la vida científica. Ustedes mismos deben admitir que cuando se ignoran tales hechos no existe el deseo de crear verdadera ciencia, sino sólo el deseo de desorientar y confundir al público, aunque sea de forma bastante inconsciente. La gente tendría que ser mucho más inteligente para darse cuenta.

Continuaremos el lunes. Si tienen algo que preguntar, me gustaría que hablaran de corazón. Yo, por mi parte, no quiero dejarme amilanar por la gran tragedia que se ha desatado aquí. Por eso no quería perder el tiempo lamentándome, sino decirles algo útil.


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