Argentina, la Rep�blica Sojera
por Caelainn Barr
�Mucha gente est� enferma. Muchas madres y ni�os tienen c�ncer. La gente sufre de c�ncer de �tero, tumores cerebrales, anemia, lupus y p�rpura. Ha habido numerosos abortos espont�neos. Los embarazos se interrumpen porque los ni�os tienen tales malformaciones que el cuerpo los elimina�nos dicen que no es nada, aunque nos est�n matando. Pero no s�lo nos est�n matando a nosotros, tambi�n est�n matando al medio ambiente. Con tal de ganarse algunos pesos, van a destruir la tierra y nuestras vidas.�
Esta es la voz de Corina Barbosa. Su hijo, como muchos otros en su comunidad, se halla enfermo por tener agroqu�micos en la sangre. Las enfermedades que proliferan entre la poblaci�n de Ituzaing� en la provincia de C�rdoba son atribuidas a los qu�micos utilizados para el cultivo de la soja gen�ticamente modificada (soja GM).
Esta es la voz de la �Rep�blica Sojera�, una rep�blica cuyos habitantes pugnan por ser escuchados. Pero �qui�n est� destruyendo su tierra y sus vidas? �Y por qu� no se hace nada al respecto?
La soja en la Argentina
La Argentina fue alguna vez llamada �el granero del mundo�. El pa�s produc�a alimentos suficientes para abastecer a su poblaci�n diez veces. Hoy se conoce a la Argentina como �la Rep�blica Sojera�. La mitad de la superficie cultivable del pa�s est� dedicada al cultivo de soja.
La soja es el salvavidas econ�mico de la naci�n y su mayor exportaci�n, y representa alrededor de un cuarto de los ingresos del pa�s. El noventa y cinco por ciento de la soja producida aqu� es para exportaci�n. El producto se env�a mayormente a Europa y al sudeste asi�tico para ser utilizado como forraje o en la industria aceitera.
La expansi�n del cultivo de soja se produjo r�pidamente y cambi� los patrones de la agricultura en la Argentina. Con el impulso para producir m�s y m�s soja por la ganancia econ�mica, ha habido pocos controles sobre c�mo se realiza el cultivo. Esto ha llevado al desarrollo de una agricultura a gran escala centrada el monocultivo de soja.
Monocultivo es un �nico cultivo sobre una gran extensi�n. Dicho cultivo tiende a ser el �nico de estaci�n en estaci�n, es decir, no hay rotaci�n de cultivos. Esta es una pr�ctica agr�cola no sustentable ya que los mismos nutrientes son extra�dos del suelo estaci�n tras estaci�n. Fernando Vilella, director del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) explica: �El monocultivo de cualquier tipo es negligencia. Reduce la sustentabilidad y va contra las pr�cticas agr�colas sensatas.�
El aumento del monocultivo de soja ha producido cambios en el medio ambiente y en la dieta del pa�s. La prisa para desmontar campos para el cultivo de soja ha llevado a una r�pida deforestaci�n, con una p�rdida de 25.000 hect�reas de monte nativo al a�o, y constituye la mayor causa de extinci�n de especies en la Argentina.
El aumento en la producci�n de soja para exportaci�n tambi�n ha llevado a la disminuci�n de otros cultivos nacionales. Como consecuencia, la poblaci�n argentina se encuentra cada vez m�s dependiente de la importaci�n de alimentos, que tiene por causa la suba en los precios de los mismos.
Las consecuencias de este modelo agr�cola tienen un gran impacto sobre el bienestar del pa�s a largo plazo. Sin embargo, los efectos inmediatos del cultivo de soja GM sobre la poblaci�n rural son m�s alarmantes.
La soja gen�ticamente modificada en la Argentina
Desde su introducci�n en 1995, la Argentina se ha convertido en el segundo mayor productor de cultivos GM del mundo (Estados Unidos es el primero), respondiendo a este tipo la mayor�a de los cultivos del pa�s.
El cultivo de soja GM resulta, como lo promete, un cultivo m�s lucrativo para los que participan del negocio agropecuario. Requiere menos mano de obra, ya que puede ser sembrada por medios mec�nicos, y necesita menos cuidados, ya que puede ser tratada con herbicidas. Estos herbicidas contienen un qu�mico llamado glyphosato, que mata las hierbas espec�ficas asociadas con la planta de soja, sin da�ar el cultivo.
La soja GM se diferencia de otros cultivos por su resistencia a los herbicidas a base de glyphosato. Dice Vilella: �B�sicamente, la soja GM reduce los costos. No aumenta la producci�n. Es muy adaptable ya que es inmune al glyphosato.�
Se ha suscitado una gran controversia sobre los efectos del glyphosato sobre la salud. Hay estudios que han encontrado una amplia gama de efectos negativos sobre la salud producidos por dicha sustancia como ingrediente de los herbicidas utilizados para el cultivo de soja GM. Estos estudios demuestran da�os al h�gado y los ri�ones, trastornos endocrinos, desordenes del sistema nervioso, condiciones precancerosas y multitud de otros problemas de salud.
En la actualidad se utilizan, en la Argentina, entre 180 y 200 millones de litros de glyphosato por a�o para el cultivo de soja GM. Barbosa no es la �nica en creer que esta sustancia qu�mica fue causante de la enfermedad de su hijo y de muchos otros en su comunidad.
La fumigaci�n
La fumigaci�n es el m�todo de aplicaci�n de herbicidas causante de la mayor�a de los problemas de salud de los habitantes de zonas linderas con los campos de soja GM. Para ahorrar tiempo y dinero, en los grandes establecimientos, los herbicidas se roc�an desde el aire por medio de peque�os aviones, en un m�todo llamado fumigaci�n. Pero el herbicida no s�lo cubre el cultivo de soja GM: tambi�n es barrido por el viento hacia campos y poblaciones aleda�as.
Las fumigaciones han tenido como resultado la destrucci�n de cultivos, la contaminaci�n del agua y la muerte de animales. Tambi�n han tenido efectos devastadores sobre la salud de las personas que viven en los alrededores de los establecimientos donde se cultiva soja GM, como la comunidad de Ituzaing�.
Dada la creciente preocupaci�n entre los pobladores de zonas aleda�as a campos de soja GM, las organizaciones rurales y los hospitales han comenzado a documentar los cada vez m�s numerosos problemas de salud que han estado llegando a su atenci�n.
La ONG argentina �Paren de Fumigar� est� recopilando informaci�n sobre los efectos de las fumigaciones sobre las poblaciones rurales. Est�n trabajando con seis poblaciones en las provincias de Santa Fe, C�rdoba y Buenos Aires para registrar los problemas de salud de la gente. Para fines del corriente a�o esperan publicar sus conclusiones y present�rselas al gobierno.
Protesta contra la fumigaci�n de cultivos Foto: cortes�a del Grupo de Reflexi�n Rural � Paren de Fumigar
Existen estudios independientes que muestran evidencias de un aumento de enfermedades en las zonas de cultivo de soja GM. En el Hospital Materno Infantil de San Roque, Entre R�os, se registr� entre 1995 y 2002 un notable incremento en los casos de trastornos de la piel, desequilibrios hormonales, enfermedades respiratorias y problemas digestivos.
Uno de los m�dicos de dicho hospital, Daniel Verze�assi, hizo declaraciones p�blicas en el a�o 2001 expresando que la secci�n de endocrinolog�a pedi�trica del hospital estaba en estado de colapso. Agreg� que no hab�a manera de determinar qu� estaba causando tantas enfermedades debido a que no se estaba realizando ning�n estudio oficial. A pesar de la ausencia de estudios oficiales, muchos creen que la culpa recae directamente en la soja GM.
En 2002, los habitantes de Ituzaing�, C�rdoba, comenzaron a preguntarse por qu� hab�a tanta gente con c�ncer en su comunidad. El distrito linda con tres establecimientos productores de soja GM, que rutinariamente realizan fumigaciones de sus cultivos. Las mujeres, como Barbosa, empezaron a llevar un registro de los problemas de salud de la comunidad.
En el curso del estudio, se encontraron m�s de 300 casos de c�ncer entre la poblaci�n de 5.000 habitantes �m�s de 60 de ellos en menores. Muchos ni�os sufr�an tambi�n de asma y de par�lisis recurrente. Tambi�n encontraron un alarmante aumento de las enfermedades autoinmumes, los desequilibrios hormonales, los problemas bronquiales, los problemas de piel y las alergias. Sospecharon que los problemas se deb�an a los herbicidas utilizados para los cultivos de soja GM de las inmediaciones, ya que las tendencias indicaban mayores porcentajes de afecciones en los per�odos en que se realizaban las fumigaciones.
Un miembro de las Madres de Ituzaing� presenta un mapa que muestra la distribuci�n de personas con c�ncer y otras enfermedades en la zona. Foto cortes�a del Grupo de Reflexi�n Rural
Las Madres de Ituzaing� presentaron el caso ante las autoridades locales y dicen que, aunque las autoridades tomaron nota, el reclamo no fue tomado en serio y las fumigaciones continuaron. �Cuando (los agricultores) fumigaban, la polic�a nunca estaba en el lugar porque comenzaban a fumigar de noche. Los funcionarios policiales aduc�an que no pod�an entrar a los establecimientos porque eran �propiedad privada�, o que no pod�an tomar nota porque no ten�an l�piz.�
Los representantes de la comunidad tambi�n llevaron el problema ante el Ministerio de Salud de C�rdoba. Escribieron al ministerio solicitando que se realizaran ex�menes del agua pues sospechaban que estuviera contaminada con agroqu�micos. Su pedido no fue atendido. Las Madres fueron informadas que su carta no hab�a sido le�da sino archivada. En cambio, el ministerio s� tom� nota cuando los representantes se propusieron expresar sus preocupaciones por la televisi�n nacional. Poco tiempo despu�s, se llevaron a cabo los ex�menes del agua solicitados. Los resultados indicaron altos niveles de sulfatos, metales y agroqu�micos en el agua que consum�an.
Las Madres informaron que, aunque las fumigaciones eventualmente cesaron, algunos miembros del grupo fueron intimidados. Una de ellas, Sof�a Gatica, comenz� a recibir amenazas y, en una ocasi�n, un extra�o irrumpi� en su vivienda con un arma de fuego.
�Pienso que estamos desprotegidos porque las pol�ticas son abusivas,� dice Barbosa. �No somos de clase media, somos gente trabajadora, pobre. La lucha que llevamos es desigual porque ellos son tan poderosos, en cuanto a dinero. Aunque nos est� matando, ellos reh�san admitirlo.�� Si bien las fumigaciones han cesado temporariamente, la soja sigue siendo cultivada a 500 metros de sus hogares.
Barbosa dice que la mejor pregunta que se puede hacer es por qu� el gobierno no hace m�s para ayudar a las comunidades como la suya. Agrega que es conocida la connivencia entre el gobierno y el negocio agrario. �Hay mucho inter�s pol�tico, inter�s monetario. Cuando hay mucho dinero de por medio y ellos (el gobierno) vienen y te dicen �tom� esto, callate y no digas nada�, todos est�n involucrados. Es un enga�o, un soborno, un juego sucio.�
Lo que Barbosa quiz�s quiere decir es que representantes de las principales compa��as de biotecnolog�a y productos para la agricultura forman parte del Comisi�n Nacional Asesora de Biotecnolog�a Agropecuaria (CONABIA). El grupo est� dentro de la Secretar�a de Agricultura y asesora al gobierno sobre temas de biotecnolog�a.
Muchos creen que este grupo fue clave en la legalizaci�n de los cultivos GM en la Argentina bajo la presidencia de Carlos Menem en la d�cada del noventa, sin que mediara ning�n debate p�blico o discusi�n en el Congreso.
El futuro de la Argentina
La soja GM se ha convertido en la soluci�n de Argentina para la ganancia econ�mica en el corto plazo. Mientras la salud y bienestar de los habitantes de poblaciones como Ituzaing� declinan, uno tiene que preguntarse cu�les ser�n los efectos a largo plazo de este tipo de pr�cticas agr�colas.
Los problemas que enfrentan las comunidades afectadas por las fumigaciones demuestran que a la �Rep�blica Sojera� le falta mucho por hacer antes de poder servir a los pobladores de estas zonas. Hasta que ese momento llegue, Argentina tal vez siga siendo una �rep�blica� en la que la econom�a y las compa��as privadas, no el pueblo, dirigen la pol�tica del estado para su beneficio personal. ����
Dice Barbosa: �El negocio del agro preferir�a ganar un d�lar antes que tener gente saludable. Antes �ramos el granero del mundo, ahora vivimos en un basurero t�xico. Es un genocidio.�
© Caelainn Barr es una escritora freelance irlandesa, que vive y trabaja en Buenos Aires. Este art�culo es parte de su permanente estudio sobre los efectos de los cultivos gen�ticamente modificados.
Traducci�n: Mar�a Teresa Guti�rrez
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