Sobre la Inmortalidad

Frank Thomas Smith


Mercurio ofrece la copa de inmortalidad a Psyque - Rafael

 

Francisco: Como vos sab�s, Diego, yo admiro mucho a Do�a Rafaela y lament� no poder estar presente en la reuni�n que vos y los otros tuvieron con ella hace poco.

 

Diego: S�, es realmente una l�stima que no pudieras estar all�, Francisco. Me enter� de que est�s con problemas legales.

 

Francisco: S�, los malditos escribanos me est�n volviendo loco. Pero eso no tiene importancia. �Me pod�s contar lo que dijo Do�a Rafaela? Pero primero, �qui�n estuvo presente?

 

Diego: Creo que te puedo contar la esencia de lo que se dijo, tom� notas.

 

Francisco: He tenido oportunidad de hablar con ella en varias ocasiones y lo �nico que puedo decir es que esas conversaciones me cambiaron la vida.

 

Diego: Me imagino que s�. Do�a Rafaela, aunque ya no es joven, todav�a es una mujer muy atractiva. �Sab�s si tiene pareja?

 

Francisco: No que yo sepa. Yo mismo no tendr�a objeciones en ocupar ese puesto, pero jam�s tendr�a el coraje de iniciar el acercamiento.

 

Diego: Y Do�a Rafaela, �nunca te hizo insinuaciones a vos?

 

Francisco: �Basta! Me est�s tomando el pelo. Decime ya qui�n estuvo presente.

 

Diego: Adem�s de yo, estuvieron Ana Mar�a, Cordelia y Maximiliano.

 

Francisco: �Maximiliano viaj� desde Buenos Aires especialmente para la reuni�n, o ten�a alg�n otro asunto en C�rdoba?

 

Diego: Sabiendo que a Maximiliano le gusta aprovechar todas las oportunidades, no me sorprender�a para nada si tambi�n se ocup� de otros asuntos mientras estuvo en C�rdoba. Pero s� s� que tom� el primer vuelo cuando le inform� por mail sobre la pr�xima reuni�n con Do�a Rafaela �y sobre el tema.

 

Francisco: As� que hab�an acordado un tema de antemano� �Cu�l era?

 

Diego: S�, Do�a Rafaela insisti�. Nosotros tres tuvimos que ponernos de acuerdo r�pido, lo que no fue f�cil. Al final nos decidimos por el tema de la inmortalidad. Ya lo hab�amos decidido cuando invit� a Maximiliano. Sab�a que le iba a interesar.

 

Francisco: Ojal� me hubiera enterado, habr�a mandado a los escribanos al diablo. El tema es especialmente interesante en vista del caso de Terri Schiavo en los Estados Unidos.

 

Diego: S�, y el Papa que se est� muriendo, y todos muy tristes al respecto.

 

Francisco: Cont�me entonces qu� pas�.

 

Diego: Con gusto. Pero primero tengo que agregar que tambi�n hab�a una joven presente, una tal Se�orita Micaela, aparentemente dama de compa��a o ama de llaves de Do�a Rafaela, y ella, Do�a Rafaela, le pidi� cuando llegamos que preparara el t�. Esto le molest� a Ana Mar�a, me di cuenta, porque lo consider� muy burgu�s. Vos la conoc�s.

 

Francisco (con impaciencia): S�, s�, pero ahora and� al grano.

 

Diego: Por supuesto. Yo ya le hab�a informado a Do�a Rafaela sobre nuestra decisi�n de que el tema de su exposici�n deber�a ser la inmortalidad, pero si esper�bamos alg�n tipo de conferencia de su parte, est�bamos equivocados. Despu�s de que se sirviera el t� y de que Micaela se hubiera sentado con nosotros�

 

Francisco: Diego, no me interesa el t� ni Micaela, as� que por favor�

 

Diego: Disculp�, pero la verdad que sos muy impaciente Francisco.

 

Francisco: Es mi naturaleza. Lo siento. Por favor continu�.

 

Diego (mirando sus apuntes): Do�a Rafaela nos pregunt� qu� quer�amos saber sobre la inmortalidad. Nos pas� la pelota, como quien dice. Por un rato nadie respondi�, fue algo inc�modo, hasta que por fin Cordelia dijo:

�Quer�amos saber, Do�a Rafaela, si somos inmortales o mortales, es decir, si la muerte es el final o si continuamos viviendo de alguna manera. Al menos eso es lo que a m� me gustar�a saber.

 

Do�a Rafaela entonces nos pregunt� si los dem�s ten�amos el mismo inter�s. Todos coincidimos en que s�.

 

����Muy bien �dijo�, veamos lo que ya sabemos sobre el tema. Viviendo en un pa�s nominalmente cat�lico, supongo que todos han recibido alg�n tipo de instrucci�n sobre el punto de vista de esa religi�n.

 

−Yo soy jud�o -dijo Maximiliano.

 

−Aha, �y qu� te han ense�ado sobre la inmortalidad?

 

−Muy poco.

 

−Yo soy agn�stica −dijo Ana Mar�a.

 

Do�a Rafaela sonri�.

 

−Y te gustar�a eliminar la �a�.

 

−�Perd�n?

 

−Quiero decir que te gustar�a ser Gn�stica en lugar de agn�stica.

 

−�Es decir saber en lugar de no saber?

 

−S�. Pero no te molestes en contestar. No estar�as aqu� si as� no fuera.

 

−A m� me educaron en el catolicismo −dijo Cordelia−. Su versi�n es que cuando uno muere va al cielo, al infierno o al purgatorio, dependiendo de si uno ha pecado o no. E incluso si uno ha pecado, lo mismo puede ir al cielo si se confiesa ante un sacerdote. Yo dej� la iglesia cat�lica y me hice evangelista durante un tiempo. Los evangelistas dicen b�sicamente lo mismo, pero sin los sacerdotes.

 

−�Vos le encontr�s alg�n sentido a eso? -pregunt� Do�a Rafaela.

 

−No.

 

−�Y vos, Diego? −me pregunt�.

 

−Agn�stico, supongo −respond�.

 

−No tenemos ning�n musulm�n entre nosotros, pero ellos dicen b�sicamente lo mismo −dijo Do�a Rafaela−. �Alguien conoce el punto de vista budista?

 

Todos lo conoc�amos, m�s o menos, pero, s�lo por contestar, yo dije que ellos y los hind�es cre�an en la reencarnaci�n.

 

−Muy bien -dijo Do�a Rafaela−. De modo que todas estas religiones creen en alg�n tipo de inmortalidad, �no es as�?

 

−Correcto −dijo Cordelia−, pero nuestra nueva religi�n, la ciencia, no cree en nada que no se pueda probar en el laboratorio.

 

−La ciencia −objet� Maximiliano− no puede creer o no creer, eso queda librado a cada cient�fico. Algunos creen, o por lo menos aceptan la posibilidad de una vida despu�s de la muerte.

 

−S�, pero vos sab�s lo que quise decir, Maximiliano, as� que por favor no seas tan puntilloso.

 

Se hizo un silencio por algunos momentos, hasta que Ana Mar�a lo rompi�:

−�Qu� piensa usted, Do�a Rafaela?

 

Do�a Rafaela sonri� con su sonrisa de Mona Lisa y cruz� sus hermosas piernas.

 

Francisco: Ah, �entonces ten�a minifalda?

 

Diego (con amplia sonrisa): Una modificada. Nos mir� uno por uno y dijo:

−Deduzco que todos est�n insatisfechos con lo que se ha dicho hasta ahora. Todos asentimos con la cabeza. Y vos dijiste, Maximiliano, que algunos cient�ficos aceptan la posibilidad de vida despu�s de la muerte. �Coincidir�as en que podr�an incluso creer en ello? Maxy asinti�.

 

−Estos, entonces, ser�an los no dogm�ticos −continu� Do�a Rafaela−. El dogma es el peor pecado de las iglesias y de la ciencia. Los materialistas dogm�ticos insisten en que no existe vida despu�s de la muerte, ni inmortalidad. �Alguno de ustedes cree que eso es razonable?


Yo, el agn�stico declarado, dije que me parec�a tan razonable como los dogmas de la iglesia. Do�a Rafaela se ri�.

 

−Excelente. Entonces quiz�s podemos eliminar todo dogma de nuestra conversaci�n. �Estamos de acuerdo? −todos coincidimos, por supuesto.

 

−Muy bien −continu� Do�a Rafaela−, entonces quiz�s podemos utilizar el pensamiento, el nuestro propio, quiero decir. Nuevamente todos estuvimos de acuerdo. −Pensemos entonces qu� significar�a que no hubiera inmortalidad. Todos morir�amos y ese ser�a el final de todo.

 

−El final de todos nuestros problemas −dijo alguien, no me acuerdo qui�n.

 

−Eso es cierto, por supuesto −respondi� Do�a Rafaela−, si es que es as�, lo que a�n no hemos decidido. Me pregunto, sin embargo, si realmente queremos que todos nuestros problemas terminen de manera tan definitiva, junto con nuestras ocasionales alegr�as, amores, luchas y sed de conocimiento, para mencionar algunas cosas.

 

−Para m� es inconcebible un final absoluto −dijo Ana Mar�a.

 

−Puede ser desagradable, pero inconcebible no es −objet� Maximiliano.

 

−Es tan concebible como lo es el concepto de infinitud −dijo Do�a Rafaela−. �Es eso lo que quer�s decir?

 

Maxy pareci� dudar. −S�, supongo que s�.

 

−Entonces te envidio −dijo Do�a Rafaela-. Porque cuando realmente pienso en ello, encuentro la idea de infinitud muy dif�cil de imaginar.

 

−Eso no significa que no exista −dijo Maxy.

 

−No, desde luego. Puede muy bien existir. �Pero existe la nada infinita?

 

Ninguno de nosotros sab�a que contestar.

 

− A ver, si existe la infinitud, la infinitud es algo; por lo tanto la nada infinita no puede existir. �Est�s de acuerdo, Maximiliano?

 

−Supongo que s�s�.

 

−�Entonces la nada infinita, aunque inexistente, es concebible?

 

−No estoy seguro.

 

−Yo tampoco. Sin embargo, hemos decidido que la nada infinita, concebible o no, no existe. Y a�n as� ustedes parecen pensar que un ser humano, una persona viviente, luego de la muerte f�sica puede entrar en un estado de nada infinita, sobre la que acabamos de coincidir en que no existe.

 

−Bueno� −comenz� a decir Maxy.

 

Do�a Rafaela sonri�.

 

−Nada de buenos al respecto, Maximiliano. Si la nada infinita no existe, entonces nada que existi� alguna vez puede dejar de existir. Y eso nos incluye. �Est�n de acuerdo?

 

−No necesariamente -dijo Cordelia frunciendo el ce�o−. �Y el cuerpo f�sico? Eso parece dejar de existir cuando morimos. S� que los elementos f�sicos que constituyen el cuerpo contin�an existiendo, pero y el cuerpo vivo� �qu�?

 

−Has contestado tu propia pregunta, querida. La forma del cuerpo desaparece a la vista, pero sus elementos constitutivos, no -dijo Do�a Rafaela-. Pero incluso la forma no se convierte en nada.

 

−�Quiere decir que la forma contin�a existiendo pero que es invisible?

 

−Eso es posible, por lo menos, pero hay algo m�s.

 

−�El alma? −pregunt� Cordelia.

 

−S�, si podemos coincidir en que el alma existe. Eso es esencial.

 

−Yo coincido en que el alma existe −dijo Cordelia−. La pregunta es si es inmortal.

 

−Exacto. �Y los dem�s?

 

Tres de nosotros coincidimos. Maximiliano dijo que prefer�a dejarlo como hip�tesis por el momento.

 

−Muy bien, una hip�tesis. Suponiendo, entonces, que el alma existe, hay dos alternativas a considerar. Que muera con el cuerpo o no. �Est�s de acuerdo con esto, Maximiliano?

 

−No veo otra alternativa −dijo Maxy.

 

−Bien. Si el alma muere cuando lo hace el cuerpo, en primer lugar, �cu�l es el sentido de tener un alma? −Do�a Rafaela segu�a con la vista sobre Maximiliano, quien se encogi� de hombros y respondi� que no lo sab�a.

 

−Yo tampoco -dijo Do�a Rafaela−. Ahora bien, ya hemos decidido que no puede existir la nada infinita. Eso quiere decir que nada deja de existir�

 

−�Y qu� hay de la forma del cuerpo? −interrumpi� Maxy−. Usted dijo que deja de existir.

 

−Dije que desaparece, es decir, a nuestra vista, no que deja de existir. Eso no lo sabemos.

 

−S�, pero a�n tengo mis dudas al respecto.

 

−Eso est� bien, las dudas son saludables −dijo Do�a Rafaela con una sonrisa−. Ahora, si nada deja de existir, el alma tampoco. Al menos deben coincidir en que es algo l�gico.

 

−Bueno, s�, es l�gico, pero eso no quiere decir que sea cierto −insisti� Maxy.

 

−D�jenme continuar �dijo Do�a Rafaela− y volveremos sobre eso luego, �s�?

 

−S�, por favor, Do�a Rafaela �dije yo, deseando poder darle a Maxy una patada en el traste.

 

−Si el alma sigue existiendo porque nada deja de existir, entonces s� hay vida despu�s de la muerte, y debe ser el alma �o, si se prefiere, el �yo� individual� lo que contin�a viviendo. Adem�s, si el alma no contin�a viviendo en un cad�ver, debe seguir existiendo en alguna otra parte, y eso significa inmortalidad. �Tengo raz�n?

 

−S� �coincidi� Cordelia de inmediato y con entusiasmo. Los dem�s no dijimos nada, todav�a est�bamos pensando.

 

−Ahora, Maximiliano −contin�o Do�a Rafaela−, todav�a te preocupa el hecho de que no haya realmente probado la existencia de la inmortalidad. �No es as�?

 

−No quiero ser irrespetuoso −dijo Maxy−, pero no me parece que lo haya probado.

 

−No es para nada irrespetuoso, especialmente dado que ten�s raz�n −dijo Do�a Rafaela para sorpresa nuestra−. Solamente uno mismo se lo puede probar a s� mismo. S�lo uno sabe si es inmortal. Si sos inmortal, lo sab�s.

 

−�Entonces, debemos creer, sin pruebas? −pregunt� Cordelia.

 

−Si eso te ayuda, s� −respondi� Do�a Rafaela.

 

−La Iglesia dice que debemos tener fe, pero yo creo que lo dicen porque no pueden explicar muchas cosas.

 

−La fe es buena −dijo Do�a Rafaela−. Pero depende en qu� se tiene fe. Si la Iglesia dice que se debe tener fe en la verdad del dogma, entonces eso no es bueno, en mi opini�n, porque mucho del dogma es falso.

 

−�Como que el Papa es infalible?

 

−Por ejemplo. Aunque en verdad lo restringen a la fe y la moral. En cambio la fe en la existencia de Dios es buena, a�n cuando no sepamos qui�n o qu� es.

 

−�Y en la inmortalidad? −pregunt� Maxy.

 

−Definitivamente −respondi� Do�a Rafaela con �nfasis−. La fe en la inmortalidad es absolutamente necesaria para la salud mental.

 

−�Aunque no sea verdad? −volvi� a preguntar Maxy.

 

−Pero uno no puede saber si la inmortalidad es verdad o no neg�ndola; la mejor manera de constatarla uno mismo es tener fe en ella. Entonces ella se nos revelar�.

 

−�Y la reencarnaci�n, Do�a Rafaela? −pregunt� Ana Mar�a−. �Es verdad?

 

−�Lo creer�as si te contestara s� o no?

 

−No s�.

 

−Bien. Entonces si realmente quieres saber, despu�s de los dos primeros pasos de creer en Dios y luego en la inmortalidad, deber�as pensar en profundidad sobre el tema. Sobre si una vida es suficiente para evolucionar hacia la divinidad, si existe una evoluci�n de la conciencia adem�s de la evoluci�n biol�gica, si el sufrimiento de los inocentes se puede explicar de alguna otra manera. Si realmente pens�s sobre el tema, llegar�s a tus propias conclusiones.

 

−Do�a Rafaela −dijo Cordelia−, uno de los motivos por los que decidimos preguntarle sobre la inmortalidad es el caso de esa mujer, Terri, en los Estados Unidos, que estaba en estado vegetativo permanente �por lo menos seg�n los m�dicos� y la terrible pelea entre sus padres, que quer�an conservarla viva, y su esposo, que quer�a dejarla morir��

 

−S� −dijo Do�a Rafaela−. Una situaci�n muy interesante. Y ten�an raz�n en pensar que tiene relaci�n con nuestro tema.

 

�Qu� piensa usted sobre el caso, Do�a Rafaela?

 

−Creo que hay en juego mucha hipocres�a. Dejando de lado a los padres, de quienes podemos suponer que son sinceros, los dem�s, los pol�ticos y el clero, actuaron de manera abominable.�

 

−�Por qu� dice eso, Do�a Rafaela? −le pregunt� Maxy.

 

−Porque toda esa gente dice ser religiosa y�

 

−La derecha religiosa -interrumpi� Ana Mar�a.

 

−Lo que sea. Y si son tan religiosos, deben creer en la inmortalidad de la que est�bamos hablando. �No es as�?

 

Todos asentimos con la cabeza.

 

−Entonces, si creen en la inmortalidad, �por qu� le tienen tanto miedo a la muerte?

 

El ignoto pa�s de cuyas fronteras

Ning�n viajero vuelve, desconcierta la voluntad

Y nos hace preferir los males que padecemos

Antes que volar hacia otros de los que nada sabemos �recit� Maxy.

 

Do�a Rafaela aplaudi�.

 

−Hermoso, Maximiliano, y creo que Hamlet ten�a raz�n. El miedo y la ignorancia se esconden detr�s de muchas de nuestras acciones. Toda esa gente que rogaba por que Terri continuara viviendo en un cuerpo descerebrado declaran tener fe en Dios pero prefieren soportar los males que padecen antes que aventurarse hacia lo desconocido.

 

Diego: Esos fueron los puntos principales de la conversaci�n, Francisco. Fue muy interesante, y creo que hasta Maxy sinti� el efecto.

 

Francisco: �Organizaron una pr�xima reuni�n?

 

Diego: No tuvimos oportunidad. A Do�a Rafaela la llamaron por tel�fono, y se puso a hablar con alguien en alem�n, creo, o tal vez fuera yiddish. Nos pidi� disculpas y Micaela se puso de pie y nos acompa�� a la salida. Pero creo que a todos nos gustar�a continuar con la conversaci�n.�

 

Francisco: Por favor av�senme cu�ndo.

 

Diego: Por supuesto. Pero tenemos que esperar un poco. No queremos abusar de la amabilidad de Do�a Rafaela. Adem�s nos vendr� bien tomarnos un tiempo para digerir lo que nos dijo.

 

Francisco: �La digesti�n tiene algo que ver con la inmortalidad?

 

Diego: No menos que las minifaldas, con seguridad.


Traducci�n: Mar�a Teresa Guti�rrez

English


Home