Soy lo m�ximo
por Frank Thomas Smith
El m�ximo amor
Es f�cil de alcanzar,
Saber amarse a s� mismo
Es el m�ximo amor.
Canci�n de Whitney Houston
����������� Yo so�aba ser lo m�ximo en algo. �Por qu�? Para no ser un segund�n o, peor, un nadie. �Sobre qui�nes leemos en los diarios, nos babeamos por televisi�n y hablamos en las fiestas? Sobre aquellos que son los mejores en la actividad que han elegido. Podemos tambi�n admirar a alguien que sea segundo o incluso tercero, pero no con el mismo fervor. S�, asentimos con la cabeza, buen intento, pero no es la posta. Yo quer�a que se hablara de m�, ser admirado, famoso, quiz�s incluso estrella de alguna pel�cula en el rol de Capit�n Am�rica.
����������� Cuando supe que mi meta en la vida era ser lo m�ximo en algo, tuve primero que decidir en qu� pod�a ser el mejor, lo m�ximo. El camino l�gico era elegir algo que me gustara y concentrarme en perfeccionar esa actividad excluyendo todo lo dem�s.
����������� Hice una lista: basquetbol �el �nico deporte en el que era razonablemente bueno. Pero es rid�culo pensar que un blanco de un metro setenta, un enano (para la media de la NBA), podr�a convertirse en el m�ximo jugador de b�squet del mundo. Lo mismo para otros deportes, para los que carec�a de las dotes f�sicas necesarias.
����������� No era malo en ajedrez, pero Bobby Fisher fue campe�n de los EEUU a los catorce a�os, edad a la que yo reci�n aprend� las reglas. Los rusos comienzan en el jard�n de infantes. �Escritor? Tendr�an que haber visto este escrito antes de que lo agarrara el programa de ortograf�a de mi computadora. Encontr� errores en mis errores. Me gustaba mirar pel�culas, pero no tengo tipo de h�roe y no me gustar�a actuar como villano.
����������� Durante un tiempo me sent� frustrado, hasta que se me revel� en un sue�o en el que me ve�a en la cumbre del �xito y de la fama haciendo lo que mejor hago.
����������� Empec� a practicar, arduo proceso. Me llev� tres a�os perfeccionar la t�cnica hasta alcanzar el punto en que estuve seguro de ser el mejor del mundo. Figuro en la lista Guinness, se han escrito sobre m� innumerables art�culos en las revistas, aparezco por televisi�n regularmente, mi video en You-tube ha roto todos los r�cords y mi secretaria dedica tres d�as de la semana s�lo a rechazar propuestas de mujeres en busca del amante perfecto.
����������� Mi futuro econ�mico est� asegurado por un contrato exclusivo con el mayor fabricante de colchones del mundo, para el que hago una entusiasta promoci�n. Y mis elogios son genuinos; sus colchones son los mejores, y eso lo s� muy bien, ya que soy el m�ximo dormil�n del mundo.
�������� �� Duermo veintitr�s horas al d�a, cient�ficamente comprobado, por supuesto. La hora que queda la necesito para comer mi �nica comida diaria y para otras funciones corporales. Un d�a al mes permanezco despierto para firmar cheques y contratos, dar entrevistas y otras trivialidades necesarias. He considerado el uso de alimentaci�n endovenosa, lo que me permitir�a dormir sin interrupciones, pero decid� que tal ayuda artificial opacar�a mi haza�a.
����������� �Si todav�a sue�o? �Por qu� habr�a de hacerlo? Soy lo m�ximo.
����������� Una semana despu�s: Este cuento biogr�fico estaba listo para ser publicado cuando despu�s de todo tuve un sue�o. As� que ni siquiera el dormil�n m�s grande del mundo puede evitar los sue�os. Estaba dormido en mi sue�o, solo en mi cama King-size, digna del m�ximo,� cuando de pronto apareci� una figura a los pies de la cama. Primero pens� que deb�a ser un �ngel o un demonio, pero luego vi que no era sino yo mismo. Permanec� con los ojos cerrados, simulando que todav�a dorm�a �es decir, en el sue�o. Pero yo �la figura del sue�o �me arranqu� las cobijas y me saqu� de la cama.
����������� Le dije a m� mismo: �Qu� nos est�s haciendo?
����������� �l me contest�: Levant� nuestro culo de la cama, est�pido harag�n, hay cosas que hacer en el mundo.
����������� �Qu� cosas? �me pregunt� a m� mismo.
����������� Si yo lo supiera, nos lo dir�a. As� que vas a tener que despertarte de una puta vez y averiguarlo.
����������� Me despert� con el suave roce del sol de verano sobre los ojos. Desde entonces ya no soy lo m�ximo en nada. Pero estoy despierto, que es m�s de lo que se puede decir de la mayor�a de la gente, que ni siquiera se da cuenta de que est� dormida.
Traducci�n: Mar�a Teresa Guti�rrez
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