Breve historia de la Escuela San Miguel Arcángel
por Elena Wedeltoft y Frank Thomas Smith
Para entender la historia de la Escuela San Miguel Arcángel es menester volver al mes de mayo del año 1967 en Florida y al Colegio Rudolf Steiner. Porque la Escuela San Miguel Arcángel es hija díscola de ese colegio. Por esa fecha, los niños del segundo grado de aquel colegio volvieron excitados un día a sus casas contando una historia que pocos padres encontraron verosímil. Después de todo, los niños de esa edad tienden a exagerar sobre las cosas que no entienden.
Estaban tocando la flauta en clase de música con su maestra de grado, Anamarie Oehring, cuando irrumpió la maestra de euritmia diciendo que era la hora de su materia. La maestra de grado no estuvo de acuerdo y dijo que iban a continuar con la música. La euritmista entonces se retiró, pero unos minutos después entraron al aula otros dos maestros – un señor alemán (Musiol?) y la Srta. Kutchmann. El alemán tomó a la Srta. Oehring de los brazos y la retuvo por la fuerza mientras que la Kutchmann ordenaba a los niños salir del aula para la clase de euritmia. Los niños, asustados, obedecieron.
Aunque los padres dudábamos de la veracidad de lo que nos habían contado nuestros hijos -¿cómo podía haber pasado semejante cosa? - después de tomar contacto entre nosotros para averiguar qué había sucedido realmente, nos dimos cuenta de que todos los niños habían coincidido en su relato. Es decir que el hecho de violencia fue confirmado por la totalidad de los niños del grado. Un día después la Comisión Directiva informó a los padres que la Srta.Oehring había sido despedida con efecto inmediato y sin dar razones.
Los padres nos opusimos enérgicamente. Celebramos numerosas reuniones en casas particulares y logramos que la Srta. Oehring permaneciera en su puesto hasta fin de año. A una de dichas reuniones asistió el Sr. Helmuth Kügelgen de la asociación de escuelas Waldorf de Alemania, quien nos aconsejó fundar otra escuela. Mientras tanto, nos organizamos para tratar de tomar control del Colegio Steiner durante la siguiente Asamblea General de la Asociación Civil, soporte legal del colegio. Sin embargo, llegada dicha Asamblea, perdimos en la votación, porque las autoridades de la Asociación habían podido organizar – con ayuda de la Asociación de Escuelas Waldorf de Alemania – una campaña proselitista más eficaz que la nuestra. Hoy sabemos que, en realidad, fue una gran suerte que perdiéramos, porque después de una confrontación tan enconada, el Colegio Steiner podía haber desaparecido como escuela Waldorf y la Escuela San Miguel Arcángel no existiría.
Finalmente, un grupo de los padres del grado en cuestión (alrededor de la mitad) decidimos sacar a nuestros hijos del Colegio Steiner y fundar una nueva escuela con la Stra. Oehring como maestra, aunque ella quería que permaneciéramos en Florida para continuar la lucha contra las autoridades y algunos de los docentes de ese colegio. Para nosotros, en cambio, los niños eran más importantes que el intento de ganar una batalla ya perdida. Las familias involucradas fueron las siguientes: Lozano, Roth, Hoffman, Wedeltoft, Smith, Widmer, Belikof, Gurfein, y algunas más.
Puestos a armar la nueva escuela, alguien encontró una vieja casa estilo chorizo en la calle Ituzaingó a tres cuadras de la Avenida Libertador en San Isidro. La alquilamos y, en marzo de 1968, empezamos con un tercer grado de unos 12 niños. Annamarie Oehring era la maestra. La Srta. Oerhing convocó a Frank Smith para enseñar inglés, porque no había nadie más que pudiera hacerlo y ella no podía hacerse cargo de todo. Frank hablaba el idioma pero no tenía experiencia alguna como maestro. Oehring le enseñó ciertas técnicas y Frank comenzó como maestro de inglés y, aunque había aceptado el cargo “hasta que venga otro…”, enseñó inglés en la escuela durante siete años, una hora por día los 5 días de la semana.
Llamamos a la escuela “Escuela Waldorf Argentina” - como Ford o Siemens Argentina. Al poco tiempo, recibimos una carta de la Asociación de Escuelas Waldorf de Alemania, preguntándonos con qué derecho usábamos ese nombre. Les respondimos preguntándoles con qué derecho nos hacían ellos esa pregunta, si acaso poseían una patente internacional. No recibimos respuesta. De todas maneras, sucedió que durante el gobierno de Perón se prohibió usar nombres extranjeros para las escuelas. Después de mucho buscar, Elena Wedeltoft propuso “San Miguel Arcángel” y todos estuvieron de acuerdo. La “Escuela Waldorf Argentina” se convirtió en “Escuela San Miguel Arcángel”.
Un día, durante el segundo año, llegó de visita el dueño de la casa y se encontró con que el árbol de palta que crecía en el jardín estaba cargado de fruta. Esto le causó gran sorpresa: “Hace mucho que ese árbol no da fruta,” dijo. “Da fruta ahora porque están los niños,” le contestó Annemarie.
Fundamos una asociación civil con el nombre “Asociación Escuelas (sic) Waldorf Argentina” (Escuelas en plural fue un error del abogado que preparó los estatutos.) Para evitar lo ocurrido en el colegio Rudolf Steiner de Florida, cuando un grupo de padres (nosotros) intentó tomar posesión del colegio por medio de una maniobra legal (la asamblea general), nuestros estatutos estipulaban que serían miembros de la Asociación los integrantes del grupo fundador más aquellas personas que la Comisión Directiva decidiera admitir en el futuro. El fracasado golpe en Florida fue posible porque según los estatutos de esa escuela todos los padres son automáticamente miembros de la asociación civil con voz y voto en las asambleas. Por lo que sabemos, Florida es hoy la única escuela del país que estipula esto en sus estatutos; todas las demás han adoptado la disposición de nuestro estatuto sobre este punto.
El grupo de padres fundadores fue muy activo, pero los padres que más participaron en el trabajo diario y la administración de la escuela fueron: Elena Wedeltoft, Frank Smith y Margarita Widmer. Elena además se hizo cargo del grupo original como maestra en tercer grado y lo llevó hasta terminar el ciclo de siete años. Continuó después como maestra de grado hasta el año 1992. Margarita fue maestra del jardín de infantes durante algunos años. Todos los docentes debían su conocimiento de la pedagogía Waldorf a Annamarie Oehring y al estudio que realizaban por su cuenta.
En el año 1973 se volvió evidente que la escuela necesitaba una nueva casa. No solamente le había quedado chica la casa que ocupaba, sino que también se había vuelto peligroso estar en el patio debido a la construcción del nuevo edificio de Tribunales en el predio lindante. Alguien encontró una casa grande en la esquina de Ituzaingó y Libertador –frente a la plaza de San Isidro. Ideal, pero costaba alrededor de US$40.000 y la escuela no tenía un centavo. Durante una reunión de padres, se logró el compromiso de aportes por un total de US$4.000, suficiente para el boleto de compra/venta y para tomar posesión. Casi todos estaban a favor de realizar la compra. Frank recuerda: Yo pregunté de dónde iban a salir los US$36.000 restantes, a pagar en cuotas mensuales durante dos años en moneda local. (Por ley, todos los contratos debían ser en moneda local.) Eventos, venta de empanadas y tortas, etc., fue la respuesta. Yo tenía muchas dudas, especialmente porque como presidente de la Comisión Directiva iba a tener que firmar el contrato. Hubo un impasse – hasta que Úrsula Arndt, maestra, dijo que ‘si trabajamos bien, el mundo espiritual nos ayudará’. El voto fue unánime a favor de la compra. Poco tiempo después me trasladaron a Suiza, pero todos los años volvía a la Argentina. Supe así que los padres pudieron pagar las cuotas mensuales con mucho trabajo y ayudados por la devaluación de la moneda local.
Durante la dictadura militar ocurrieron hechos graves. La escuela fue cerrada transitoriamente y algunos maestros fueron secuestrados –liberados meses después, afortunadamente. Era una escuela “diferente” y eso la hacía peligrosa para la mente totalitaria. Por fortuna, uno de los padres obtuvo acceso a las acusaciones y Elena conocía a la esposa del siniestro Gral.Camps; por medio de estas conexiones se logró reabrir la escuela, aunque permaneció bajo vigilancia durante un penoso tiempo, hasta llegar a la democracia.
Luego la escuela siguió creciendo, nuevos maestros aportaron su fuerza y ganas. Los grados se llenaron y el espacio quedó chico, por lo que recreos y juegos se realizaban en la plaza. El jardín empezó a funcionar en una casa lindera, que también y con los medios que pudimos juntar ¡otra vez!
Decididos a instalar la escuela en un terreno más amplio, empezó otra vez la búsqueda de lugar y de medios económicos. Se pidió a Alemania un préstamo que al final no fue necesario utilizar debido al entusiasta apoyo de padres y amigos.
Encontramos un terreno de 4500 m2 en Villa Adelina, una zona de menor precio inmobiliario. Nuevas inquietudes… y por fin la construcción del edificio de primaria con los planos del arquitecto Gustavo Loisseau y la adecuación de una casa para el jardín.
Frank Smith ya vivía en Europa. Elena Wedeltoft siguió como maestra en Villa Adelina hasta el año 1992, es decir, durante 25 años desde la fundación de la escuela. La Srta. Oehring (“la Fraülein”) también siguió ejerciendo como maestra en la escuela por muchos años y aún sigue ligada a la institución.