A fines de los años ochenta trabajaba como consultor independiente para el desarrollo de organizaciones y era miembro de la Asociación Internacional para el Desarrollo Social. Los miembros de AIDS se reúnen una vez al año en diferentes países. Un año, la reunión fue en Weimar, Alemania, y uno de los oradores invitados fue una danesa que era consultora especializada en despedir personas. Ella no lo llamó así, por supuesto, sino que usó algún eufemismo, pero a nosotros nos confió que de eso se trataba: recomendaba a las compañías que tenían que despedir gente, y que tenían conciencia social, cómo hacerlo de la manera más humana posible. No se debería simplemente convocar a un empleado que tiene familia a la oficina del jefe, darle dos meses de sueldo, despedirlo y disculparse. (Me pasó una vez, pero con dos semanas de salario en lugar de dos meses, así que sabía lo que se siente, más o menos, pero yo era muy joven y no tenía más que a mí mismo para alimentar.)
La consultora describió cómo ella recomienda que el empleado que fuera despedido por causas ajenas a él sí mismo debía ser debidamente informado sobre por qué no podía permanecer en su puesto de trabajo, y, al mismo tiempo, se le debía ofrecer la oportunidad de continuar en el mismo durante un período de "transición" de dos meses, para que pudiera buscar otro empleo mientras aún estaba empleado, lo cual facilita el proceso. Además, debería haber alguien en el departamento de Recursos Humanos que investigara y sugiriera lugares donde la persona podría intentar conseguir nuevo empleo. La persona también debería recibir ayuda para preparar un CV convincente. En otras palabras: "Sentimos sinceramente tener que prescindir de usted, y haremos todo lo posible para facilitarle la transición a una nueva etapa de su vida".
¿Por qué se despide a esa persona? La causa más probable es que se la esté reemplazando por una máquina: un programa de computadora, un robot, algo más barato y más eficiente. Por lo tanto decirle que “en cuanto las cosas mejoren, lo volveremos a convocar” simplemente no es verdad. Las cosas pueden mejorar, pero lo harán gracias a nuestro nuevo batallón de robots, no a los empleados como usted, nunca más. No – nos aseguró ella– el desempleo llegó para quedarse y empeorará en el largo plazo, a pesar de posibles variaciones temporales.
Esto fue hace treinta años. ¿Tenía razón ella? Por supuesto. Ahora no solo tenemos desempleo, sino empleo inseguro basado en trabajo contractual sin beneficios sociales. Y la tecnología está avanzando de manera imparable. Si las personas no tienen trabajo, ¿qué pueden hacer? ¿Morirse de hambre cuando se les acaban las asignaciones para alimentos u otros paliativos? ¿Dedicarse al crimen? En los Estados Unidos 40 millones de personas son pobres. Aunque es un pequeño porcentaje de la población total, aún así es mucha gente. En Argentina, donde vivo, el 40 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza, y esa línea es muy baja. Y sí, hay mucho crimen, cada vez más violento.
El Ingreso Básico Universal (IBU) es un sistema –o más bien el concepto de un sistema, porque aún no se ha implementado en ningún lado –diseñado para eliminar o por lo menos aliviar la pobreza extrema. Proporciona automáticamente un ingreso fijo a cada adulto, rico o pobre, que trabaje o no. Reemplazaría a los programas de asistencia gubernamental existentes, como el seguro de desempleo, los beneficios para jefes de familia, etc. Incluso podría reemplazar a las erogaciones por jubilación, que constituyen gran parte del gasto social de todo gobierno. La idea es garantizar la subsistencia pero también fomentar la ambición y el esfuerzo para mejorar: sería suficiente para vivir, pero no para vivir bien.
Quienes no hayan antes oído hablar sobre el IUB, sepan que no se trata de una loca idea de mi propia invención. No lo es, en realidad existe desde hace bastante tiempo, pero ha recibido poca atención hasta ahora. De hecho, justo este año (2018) el tema fue considerado y puesto a votación por el parlamento suizo: la propuesta era que cada residente de Suiza recibiera 2.500 francos suizos por mes (una cantidad bastante grande). La moción fue rechazada, pero los que la presentaron se sintieron alentados por el hecho de que el 25% de los votos fueron a favor. Finlandia está ejecutando un programa piloto al respecto. Quizás sea irónico que dos países en los que menos se lo necesita tomen el tema en serio. Hay otros: se han llevado a cabo pruebas piloto en Canadá, los Países Bajos, Escocia e Irán. Pero no hay decisiones finales todavía, nadie quiere saltar a lo desconocido sin un paracaídas.
Muchas personas de Silicon Valley, el pujante centro de innovación tecnológica de California, están interesadas en IBU el IBU, porque sus robots y aplicaciones de Inteligencia Artificial están reemplazando rápidamente al trabajo humano, lo cual es socialmente objetable y peligroso para ellos; y además ¿quién quiere ser el malvado que trabaja para el lado oscuro de la tecnología?
En un pequeño pueblo de Kenia, se está ejecutando un programa piloto financiado por nerds de Silicon Valley a través de una organización sin fines de lucro llamada Give-Directly. (El nombre de la aldea no se revela por temor a los ladrones). Le dan a cada residente 22 dólares estadounidenses al mes a través de una aplicación móvil. Según la periodista de economía Annie Lawrey, la aldea tenía caminos de tierra, letrinas abiertas, ausencia de electricidad, etc. Ahora la aldea es emprendimiento en ebullición, pues los residentes, cuyos días solían estar dedicados a la supervivencia, ahora hacen presupuestos y planifican. Una mujer le dijo a Lawrey: "Me voy a ocupar de tres cosas primero: la letrina de hoyo que necesito construir, la parte de mi casa que ha sido dañada por las termitas y el corral de ganado que necesita refuerzo para que la hiena no me saque nada más en sus correrías".
La ayuda exterior, enviada a los países pobres por los países ricos, a menudo termina en los bolsillos de los políticos o en la compra de artículos inútiles. Hace algunos años, una organización benéfica alemana envió una gran cantidad de inodoros a pobladores rurales de Brasil que no tenían agua corriente. Este es tan solo un ejemplo entre muchos otros. El dinero en efectivo, en cambio, puede servir para cualquier uso y el usuario puede hacer lo que quiera con él. Lo más probable es que no compre un inodoro si no tiene agua corriente. El principal asesor económico del gobierno de la India afirma que 100 dólares mensuales por persona reducirían drásticamente la tasa de pobreza.
En Argentina, donde vivo, US$340 (10.000 pesos al tipo de cambio actual) harían lo mismo, aunque ningún funcionario del gobierno ha considerado siquiera la posibilidad en un país en el que el 35-40 por ciento de la población vive por debajo del umbral de pobreza . (¡Epa! ¡Eso fue la semana pasada! US$ 340 ahora representa 13.600 pesos). La mayor parte de América Latina se encuentra en una situación similar.
La principal objeción para implementar el IBU es que la gente ya no se molestaría en trabajar. Esto podría ser cierto para un porcentaje muy pequeño de personas, pero la gran mayoría seguramente desearía vivir por encima del mínimo indispensable. Otra objeción es que sería imposible financiar dicho programa. En América Latina, como están las cosas ahora, eso quizás sea verdad. Brasil y Argentina, por ejemplo, han sido semilleros de corrupción durante décadas; pero el aparato judicial en ambos países ha comenzado a tomar medidas enérgicas y a castigar tanto a los políticos como a los empresarios. De cualquier manera, para que un plan de IBU funcione, debe eliminarse la corrupción. Pagar el IBU a todos, incluso a aquellos que no lo necesiten, contribuiría mucho para avanzar en el difícil camino hacia la eliminación de la corrupción. Por otra parte, se reemplazarían los diversos planes de asistencia vigentes. ¿Y qué hay de los gastos militares? Perdón, debería decir "de defensa". Los Estados Unidos tienen 19 agencias de inteligencia que, según los resultados, no son muy inteligentes. Hay mucha burocracia y desperdicio de fondos en el aparato gubernamental que podrían eliminarse en todas partes.
Las personas estarían libres para ayudar a los demás, las madres que ahora no reciben nada para cuidar a sus niños se sentirían apreciadas y más independientes. Los artistas, los músicos, los poetas y los educadores florecerían, mejorando a la sociedad en el proceso. ¿Prometo demasiado? Quizás, pero creo que realmente podría ser un primer paso, un paso de bebé si se quiere, en el camino hacia una sociedad mejor y más humana.
Ah, y mencioné a la Sociedad Triformada en el título, así que algunos se preguntarán qué tiene que ver. Bueno, Rudolf Steiner no mencionó un IBU en su extensa obra sobre el tema. Pero sí incluyó algo que encaja muy bien. Recuerdo haber leído que el trabajo humano no es un objeto, no es un insumo. Es decir que no es un factor económico sino de derecho: toda persona tiene derecho a un ingreso decente. Por lo tanto, debe recibir un emolumento correspondiente a sus necesidades, en vez de a la cantidad o el tipo de trabajo que realice. Eso fue en 1918. Hoy en día, cuando el trabajo se mecaniza, se robotiza tanto que no hay suficiente para todos, las necesidades sin embargo permanecen. Y la idea de que las empresas existen únicamente para servir a los intereses de los accionistas, en lugar de servir también a los trabajadores, a los consumidores y a la comunidad en general, ha sido dominante en el mundo durante mucho tiempo. Si esa idea no cambia y si no se proporcionan los medios para satisfacer las necesidades básicas, cada vez más personas recurrirán a la delincuencia como último recurso, o a la revolución violenta.
El Ingreso Básico Universal no nos resuelve la vida, pero nos permitirá comenzar a trabajar en las soluciones. En realidad, no tenemos otra opción si queremos evitar el desastre social.
Frank Thomas Smith – Septiembre de 2018