La Piedra Fundamental - Meditaci�n

Rudolf Steiner

�Alma humana!
t� vives en las extremidades
que por el mundo del espacio
al mar del ser espiritual te llevan:
practica la recordaci�n del esp�ritu
en lo profundo del alma,
donde, en el obrar
del ser creador de los mundos,
nace
el propio yo
en el yo de Dios;
y vivir�s verdaderamente
en el ser c�smico del hombre.

Pues obra el Esp�ritu Padre de las alturas
generando ser en las profundidades del cosmos.
Serafines, Querubines, Tronos,
haced resonar desde las alturas
lo que eco encuentra en las profundidades.
Esto dice:
Ex Deo nascimur.
Oyen esto los esp�ritus elementales
al Este, Oeste, Norte, Sur:
que lo oigan los hombres.

�Alma humana!
t� vives en la pulsaci�n del coraz�n y del pulm�n,
que a trav�s del ritmo del tiempo
al sentir del propio ser an�mico te conduce:
Practica la contemplaci�n del esp�ritu
en el equilibrio del alma,
donde las fluctuantes
acciones del devenir c�smico
unen
el propio yo
al yo c�smico;
y sentir�s verdaderamente
en el actuar del alma humana.

Pues obra en derredor la voluntad de Cristo
confiriendo gracia a las almas en los ritmos c�smicos.
Kyriotetes, Dynamis, Exusiai,
haced que desde el oriente se encienda
lo que por el occidente se forma;
esto dice:
in Cristo morimur.
Oyen esto los esp�ritus elementales
al Este, Oeste, Norte, Sur;
que lo oigan los hombres.

�Alma humana!
t� vives en la calma de la cabeza,
que desde los fundamentos eternos
los pensamientos c�smicos te transmite:
Practica la visi�n del esp�ritu
en la calma del pensar
donde los eternos fines de los dioses
otorgan
luz del ser c�smico
al propio yo
para su libre voluntad:
y pensar�s verdaderamente
en lo profundo del esp�ritu humano.

Pues los pensamientos c�smicos del esp�ritu,
implorando luz, obran en el ser c�smico.
Archai, Arcangeloi, Angeloi,
permitid que desde las profundidades los ruegos
en las alturas sean o�dos.
Esto dice:
Per spiritum sanctum reviviscimus.
Oyen esto los esp�ritus elementales
al Este, Oeste, Norte, Sur;
que lo oigan los hombres.

En la inflexi�n de los tiempos
entr� la luz del esp�ritu c�smico
en el devenir terrestre;
las tinieblas de la noche
hab�an dejado de reinar;
clara luz del d�a
resplandeci� en las almas humanas;
Luz
que da calor
a los pobres corazones de los pastores,
Luz
que ilumina
la frente de los sabios reyes.

Luz Divina
Cristo-Sol
da calor
a nuestros corazones;
ilumina
nuestras frentes;

que el bien resulte
de lo que
desde coraz�n fundamos,
de lo que
de la cabeza con consciencia
nos proponemos.

Traducci�n: Frank Thomas Smith y Mar�a Teresa Guti�rrez


Existen dos versiones de esta meditaci�n en el original alem�n �una verbal y otra impresa. La versi�n que aqu� se traduce es la que recitara Rudolf Steiner el �ltimo d�a (1� de enero de 1924) de la Conferencia de Navidad durante la cual se refund� la Sociedad Antropos�fica en Dornach, Suiza. La otra versi�n fue publicada el 13 de enero de 1924 en el Bolet�n de la Sociedad, no menciona a las jerarqu�as espirituales, y est� enteramente en alem�n, al contrario de la presente, que contiene frases en griego y lat�n. Marie Steiner explic� esta aparente contradicci�n de la siguiente manera:

Cuenta G�nther Schubert: �Ella [Marie Steiner] habl� recientemente sobre su recuerdo de lo dif�cil que le result� a Rudolf Steiner tomar la decisi�n de publicar los versos de la colocaci�n de la Piedra Fundamental de 1923. Al final, atenu� la invocaci�n directa a las jerarqu�as haciendo una salutaci�n m�s abstracta. Steiner quiso que esta versi�n atenuada fuera tambi�n la �nica que se usara entre los miembros, pues dijo que hab�a una ley asociada a los mantras de naturaleza tan c�ltica: La fuerza con la que regresan es igual a aquella con la que son emitidos, y, por ello, es necesario preguntarse si uno ser� lo suficientemente fuerte para soportarlo.� (GA 260, Edici�n inglesa 1990, p.283-4)

Hoy, 81 a�os despu�s, y habiendo sido ambas versiones publicadas en libros, es mi parecer que esta nueva traducci�n no debe ser �atenuada�, y que, en cambio, debe ser puesta a disposici�n de todos aquellos que se sientan lo suficientemente fuertes como para soportar su poder.

Frank Thomas Smith

Alem�n - Ingl�s